miércoles, 20 de julio de 2011

El logo del buscador está dedicado a nuestra fiesta nacional que se celebra hoy, 20 de julio

Homenaje de Google al 20 de Julio, Fiesta de la Independencia de Colombia
Como parte de la celebración de la Independencia de Colombia, el logo del buscador estará dedicado a nuestra fiesta nacional con una imagen realizada por la ilustradora colombiana Claudia Rueda, ganadora del Premio de la Sociedad de Ilustradores y Escritores para Niños de Estados Unidos y escritora de algunos de los más reconocidos libros educacionales en entidades como Unicef.
La artista gráfica señalo que con este 'doodle' (como se conoce al logo de Google en la Red) se hace un homenaje a personajes de la historia nacional como José Celestino Mutis, gestor de la Real Expedición Botánica y de Gabriel García Márquez al recordar sus afamadas mariposas amarillas.
Google ya había adornado su logo con temas colombianos anteriormente, como la conmemoración del Día de la Independencia en 2008 y en 2010, y con ocasión del pasado Festival Vallenato.

lunes, 18 de julio de 2011

Hay que resucitar el internacionalismo socialista

Las profecías del pensamiento único no se han cumplido. No se ha producido un choque de civilizaciones y la economía de mercado no ha propagado la democracia. Las guerras de Afganistán, Irak y Libia no son el escenario de un enfrentamiento entre el mundo libre y el fundamentalismo religioso, sino un nuevo episodio del colonialismo de las potencias occidentales. No hay una democracia planetaria, sino una intolerable desigualdad global. Mil millones de seres humanos viven la pobreza absoluta, la mayoría en el África subsahariana. Los cambios ya no pueden plantearse en un ámbito nacional. No surgirá un mundo más justo, si no se produce una movilización internacional. Es necesario rescatar el viejo sueño del internacionalismo socialista para crear una sociedad diferente, donde ya no sea posible esclavizar a los hombres ni a los pueblos y el consumo y el despilfarro no amenacen con un desastre medioambiental.

La lucha de clases es un problema internacional. Los países más ricos se apoderan de los recursos de los más pobres, utilizando la fuerza militar o el poder financiero. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FA0) avisó a comienzos de año que los alimentos de primera necesidad han alcanzado precios desorbitados. En el 2010, el precio del trigo se ha incrementado un 80%, el del maíz un 74%, el de la soja un 36% y el del azúcar un 30%. Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial, ha declarado que “si uno mezcla las oscilaciones en los precios de los alimentos con los elevados costes del combustible obtiene un brebaje tóxico que causa verdadero sufrimiento y contribuye a la inestabilidad social”. El hecho de que tres multinacionales (Cargill, Bunge y ADM) controlen el 90% del mercado internacional de cereales no favorece a los hambrientos. En el último año, el número de pobres (personas que viven con menos de 1’25 dólares al día) se ha elevado en 50 millones. La escasez y el encarecimiento de los alimentos también han afectado al norte de África y Oriente Medio. Los dictadores de Argelia, Túnez y Egipto intentaron frenar el descontento social, subvencionando los alimentos básicos. Después de la “primavera árabe”, la situación ha empeorado. Sin los beneficios del turismo y con un clima generalizado de incertidumbre, se ha disparado la inflación y ha caído el PIB. Naciones Unidas ha denunciado que en Yemen, la nación más pobre del mundo árabe, los niños combaten el hambre con “khat”, una droga que al ser masticada produce euforia y bloquea el apetito. Las protestas de la población aún no han logrado derrocar a Ali Abudllah Saleh, que gobierna Yemen desde hace 30 años entre la corrupción, el oportunismo y la represión.

En un excelente artículo ("Hambre y especulación en África", El País, 16-07-2011), Mercè Rivas nos cuenta que los países ricos de Oriente Medio (Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Kuwait o Bahréin) están comprando tierras en el África subsahariana para alimentar a sus ciudadanos. Etiopía sufre una hambruna que afecta a trece millones de personas. Sin tecnología ni recursos para acometer una explotación agrícola eficaz, ha puesto en venta tres millones de hectáreas de sus regiones más fértiles, alegando que es una medida beneficiosa para todos, pues creará empleo (en realidad, peones que trabajarán en condiciones de precariedad extrema) y aportará dinero al erario público (algo dudoso, si se repara en los altos índices de corrupción política). Sudán, Malí, Uganda, Mozambique, Madagascar, Senegal, Camerún, Tanzania y Zimbabue han decidido imitar a Etiopía, sin preocuparse de cuestiones como el desplazamiento de las comunidades autóctonas, las migraciones masivas o la violación de los derechos de los pequeños campesinos, que carecen de papeles de compra o alquiler sobre sus tierras. La FAO ha advertido que en África el problema del hambre sólo puede resolverse preservando las pequeñas explotaciones agrícolas, pero los gobiernos y los inversores no muestran ningún interés por el sufrimiento de la población.
Detrás de estos conflictos, se halla la lucha de clases, que se ha globalizado, implicando a los países en una guerra por los recursos, con nuevas formas de colonialismo, donde los mercados imponen la voluntad de los más fuertes, sin la necesidad de recurrir a guerras convencionales. En esta espiral de agravios, los países pobres de rápido crecimiento (Brasil, India, China o Indonesia) aumentan sus rentas de una forma muy desigual, mientras Estados Unidos y Europa condenan a sus clases medias al empobrecimiento para mantener unos objetivos (inflación, déficit, solvencia) que cada vez se perfilan más irrealizables. Las pruebas de esfuerzo realizadas por la Autoridad Bancaria Europea (EBA) suspenden a dos bancos griegos, uno austriaco y cinco españoles. Se afirma que las entidades españolas cumplirán los criterios mínimos de solvencia en el período establecido, pero el estancamiento de nuestra economía no constituye un buen augurio. Algunos países de la eurozona, incluida la poderosa Alemania, han eludido las pruebas, sembrando la duda de que la crisis tal vez no afecta sólo a los países con una prima de riesgo más alta (Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia). Se baraja la posibilidad de rebajar los tipos de interés y alargar los plazos de vencimiento de los préstamos concedidos a Grecia para facilitar su recuperación. Se estudia utilizar el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (440.000 millones de euros) para recomprar un parte importante de la deuda griega y aliviar los intereses del rescate, que representan un 14% del gasto público griego, una cantidad que supera el doble de la media europea. Se teme que los cambios en las condiciones de los préstamos se interpreten como una forma de impago por las agencias de calificación.

Hace unos días, el Banco Central Europeo aceptó bonos portugueses como garantía para contrarrestar la drástica rebaja de Moody’s, que los había situado al nivel de los bonos basura. Se ha pedido que las agencias de calificación no evalúen a los países con planes de ayuda, pues las reducciones severas de su deuda podrían poner en peligro a la totalidad del sistema bancario europeo y provocar una catástrofe más grave que la quiebra de Lehman Brothers. En nuestro país, la Gran Recesión ha destruido algo más de tres millones de puestos de trabajo, las ayudas de Cáritas se han extendido a casi un millón de personas, el 25% de los niños vive en la pobreza, los desahucios se han multiplicado por cuatro y se ha un incrementado 5% la tasa de suicidios (aunque no se puede probar su relación con la crisis). Lo cierto es que hace un año la prima de riesgo española se hallaba en 170 puntos y, con ese pretexto, el gobierno de Rodríguez Zapatero aplicó unas reformas aberrantes, que castigaron a los sectores más débiles de la sociedad: asalariados, funcionarios, pensionistas, desempleados. Un año más tarde, la prima de riesgo se ha disparado hasta los 340 puntos y los analistas han advertido que si supera los 400 el rescate será inevitable. ¿Cuál será entonces la reacción de los españoles? ¿Se transformará la famosa indignación en insurrección? ¿Se producirán en las calles de Madrid, Barcelona o Valencia situaciones tan duras como las de Atenas, con manifestantes con pasamontañas y antidisturbios armados hasta los dientes, dispuestos a reprimir el descontento a sangre y fuego?
“Algo falla –señalan Daniel Manzano y Daniel Suárez- cuando las mayores dosis de restricción de las políticas presupuestarias que se suceden en los países cuestionados de la zona acaban siendo sistemáticamente insuficientes para calmar a los mercados” (El País, “Despropósitos”, suplemento de Negocios, 17-06-2011). ¿Por qué ha crecido de una forma tan alarmante la prima de riesgo española, si nuestra deuda sólo representa el 60% del PIB, mientras que la media europea es del 80% y la de Estados Unidos equivale al 102.6%? ¿Por qué se ha desmoronado Italia, si sus bancos han superado con nota las pruebas de resistencia? En el caso de España, la economía crece por debajo del 2% y la relación entre la deuda y el PIB ha pasado de un 36% en el 2007 a un previsible 72% en el 2012. En el caso de Italia, el PIB ha caído un 0’6% y las previsiones de crecimiento son desalentadoras. Miguel Fernández Ordoñez, presidente del Banco de España, afirma que “la prima de riesgo no tiene nada que ver con lo que hace cada país, sino con la incapacidad de Europa para gestionar la crisis”. Lo cierto es que se diagnostica sobre hechos, pero también sobre expectativas y las valoraciones proceden de las agencias de calificación. La cuestión es ¿quién controla a las agencias y de dónde procede su legitimidad? ¿Por qué tienen una influencia tan letal sobre gobiernos supuestamente democráticos y soberanos? Las agencias de calificación están controladas por empresas norteamericanas y europeas. El 60% de Fitch Ratings pertenece a la empresa francesa Fimalac, propiedad del multimillonario Marc Ladreit de Lachaniere, miembro del Grupo Bielderberg y caballero de la Gran Cruz de la Legión de Honor desde el 31 de diciembre del 2010. El Grupo Bielderberg es una conferencia anual que reúne a la élite del poder financiero y político para intercambiar opiniones, sin informar a la prensa ni a la opinión pública. Su falta de transparencia siempre ha despertado sospechas sobre el alcance de su poder e influencia. Hace poco, intentó lavar su imagen abriendo una página web con la lista de sus asistentes y un escueto comunicado sobre los temas tratados. La agencia Standard & Poor’s pertenece al grupo editorial estadounidense McGraw-Hill. La agencia Moody’s está repartida entre Berkshire Hathaway, la empresa del magnate norteamericano Warren Buffet y diferentes fondos de inversión de Estados Unidos, como Berkshire Hathaway y Capital World Investor.

La lucha de clases no es un anticuado concepto de un marxismo felizmente superado (sería mejor decir difamado, escarnecido y neutralizado). La lucha de clases es dolorosamente real. El mundo se mueve de acuerdo con los intereses de bancos, fondos de inversión, agencias de calificación y multinacionales que controlan hasta el precio de los alimentos. Los perdedores siempre son los mismos: los trabajadores, los desempleados, los inmigrantes, los menores, las mujeres, los discapacitados. En España, Izquierda Anticapitalista ha presentado una carta programática que incluye la reducción de la jornada laboral, la nacionalización de la banca y el sector energético, la creación de una Renta Básica de Ciudadanía y el reconocimiento del derecho de autodeterminación de Euskal Herria, Catalunya y Galicia. No creo que ningún país pueda acometer estas reformas sin una internacionalización de la izquierda. El modelo asambleario del 15-M no sirve para realizar objetivos tan ambiciosos. La democracia horizontal se convierte en parálisis cuando las metas son tan opuestas a la tendencia dominante. El 15-M no es un movimiento de izquierdas. La mayoría de los concentrados no habrían levantado la voz si la crisis no les hubiera afectado personalmente. “Siguen reunidos, pero ¿llegarán a alguna parte?” –se pregunta Fiona Maharg-Bravo-. El 15-M cuenta con amplias simpatías, “pero es difícil ver qué representa, excepto el descontento general. El movimiento posiblemente es demasiado disperso como para influir en el debate de las próximas elecciones generales” (El País, “¿Hacia dónde van los indignados?”, suplemento de Negocios, 17-06-2011). Nacionalizar la banca o el sector energético es inviable como medida nacional. Ningún país podría hacer algo semejante, sin sufrir un ataque especulativo de los mercados que hundiría su economía hasta niveles inconcebibles. Sólo el internacionalismo socialista puede frenar una economía globalizada, que ha condenado a mil millones de seres humanos a vivir en la pobreza absoluta, de los cuales el 70% son mujeres. De los cinco millones de niños que mueren de hambre en el mundo cada año, tres y medio son niñas, pues las madres casi siempre suelen conceder prioridad a la alimentación de los varones, de acuerdo con los prejuicios machistas que les han inculcado. No es cierto, sin embargo, que el hombre sea más productivo como trabajador. De hecho, la mujer africana realiza el 53% de la carga total del trabajo, remunerado y no remunerado. Como media trabajan 56 horas semanales, mientras que los hombres sólo trabajan 42.

No hay que resignarse. Es posible cambiar la dirección de la historia, pero exige una planificación rigurosa y un compromiso permanente. El primer paso es asumir que hay dos bandos: socialismo y capitalismo y escoger el espacio que cada uno desea ocupar y defender. La socialdemocracia ha perdido su credibilidad, limitándose a gestionar la economía de mercado, de acuerdo con los intereses de las oligarquías financieras. El capitalismo no acabará con la pobreza ni impulsará las libertades, pues su esencia consiste en propiciar la acumulación y en reprimir cualquier pretensión de igualdad o redistribución. No hay que ser pesimistas. No hay que caer en la tentación de pensar que el actual estado de cosas es irreversible, pues ese sentimiento forma parte del interés en conservar la desigualdad reinante. Hay que creer en un futuro diferente para que ese futuro se materialice. Pensar que es posible es una forma eficaz de ayudar a que sea posible. El socialismo –ya lo dijo Bertolt Brecht- “no es una locura, sino el fin de una locura”.


El socialismo sólo puede ser radical porque postula un cambio radical. La moderación no es un gesto de sensatez, sino de complicidad con las injusticias. “Moderado es interesante palabra –apuntó Ernesto Che Guevara-. Es la palabra que utilizan los explotadores para definir a quienes se pliegan a sus exigencias”. El capitalismo es una forma encubierta de genocidio. No me importa repetir una vez más las palabras de Jon Sobrino: “En el mundo actual, un niño que muere de hambre, muere asesinado”. Hay que defender el socialismo con convicción, con pasión, sin complejos ni vacilaciones. El socialismo puede librarnos de la miseria y de la alienación, de la explotación y del egoísmo individual. La revolución socialista no tiene plazos. Es un proceso sin fin, que coincide con el progreso de la humanidad hacia la dignidad y la libertad. Por eso es imparable, aunque a veces se demore o se entrometa la desesperanza. El socialismo es la aurora que se hace esperar, pero que al fin rebasa el horizonte y nos deslumbra a todos con su anhelada claridad.
fotos y fuente:intothewildunion.blogspot.com

martes, 28 de junio de 2011

Intelectuales y artistas piden la reconstrucción de la izquierda en un manifiesto

El juez de la Audiencia Nacional. Baltasar Garzón, encabeza un grupo de una veintena de jueces, escritores, actores y otros profesionales del cine, el teatro y la música, que solicitan en un manifiesto reconstruir la izquierda y recuperar la ilusión frente a la imposición de los mercados
Baltasar Garzón encabeza el grupo de intelectuales.foto.fuente:noticiasterra.es

Un grupo de una veintena de intelectuales entre los que se encuentran jueces, escritores, músicos o actores firman un manifiesto titulado 'Una Ilusión Compartida' en el que piden una reconstrucción de la izquierda que la vuelva en una forma de política e ideología más reconocible y adaptada a este tiempo.

Además de Garzón, entre los firmantes del mismo destacan el exmagistrado del Supremo José Antonio Martín Pallín; el director de cine, Pedro Almodóvar; los cantantes Joaquín Sabina y Miguel Ríos; la actriz Pilar Bardem; los escritores Almudena Grandes, Juan José Millás o Luis García Montero.

El manifiesto del que se hace hoy eco eldiario Público, critica que el Gobierno del PSOE "ha sido incapaz de imaginar otra receta que la de aceptar las presiones antisociales y degradar los derechos públicos y las condiciones laborales mientras los mercados financieros imponen el desmantelamiento del Estado del bienestar en busca de unos beneficios desmesurados".

El texto recoge además buena parte de las peticiones del Movimiento 15-M, al cual menciona añadiendo que "es evidente que los resultados electorales han pasado una factura contundente al PSOE" pero "las otras alternativas a su izquierda no han llegado a recoger el voto ofendido por las medidas neoliberales y las deficiencias de una democracia imperfecta".

Y es que, según este manifiesto, "el descrédito de la política y las quejas asiduas sobre la corrupción de la vida democrática no pueden dejar indiferentes a las conciencias progresistas" porque "son muchas las personas que, desde diferentes perspectivas ideológicas, se han sentido indefensas en medio de esta crisis económica, social e institucional".

El manifiesto considera que "la izquierda tiene un problema más grave que el avance de las opciones reaccionarias en las últimas elecciones municipales" y "se trata de su falta de horizonte". Por eso se reclama una renovación de ideas y concluye con la petición del "esfuerzo de todos, porque nada está escrito y todo es posible", ya que "el mundo lo cambian quienes, desde los principios y el compromiso cívico, se niegan a la injusticia, rompen con la tentación del acomodo y se levantan y pelean dando sentido a la ilusión".

sábado, 25 de junio de 2011

Biblioteca indignada

El éxito de los libros de Stéphane Hessel fomenta la aparición de breves ensayos de debate político. Los títulos que proponen alternativas toman el relevo a los que llamaban a la movilización

Una manifestante con un libro protesta ante un mosso, el pasado 15 de junio frente a la Ciutadella. foto:Toni AlbirManifestantes del movimiento social ¡Indignaos! que puso a prueba la democracia en las calles de España.foto:elindignado.fuente:elperiodico.com

Y al tercer año de la crisis la indignación estalló. El libro del nonagenario Stéphane Hessel llegó justo a tiempo para convertirse en la bandera, o en la marca no registrada, de un movimiento social. Y, además, en la punta de lanza de un fenómeno editorial. Detrás han venido imitaciones y réplicas, pero también una segunda oportunidad para autores que llevan años ofreciendo propuestas y referentes ideológicos alternativos. Y una nueva generación de literatura de combate, panfletaria en el mejor sentido de la palabra.
Arcadi Oliveres, uno de los autores y oradores de referencia en estos días, reconoce que ¡ Indignaos! y la obra colectiva Reacciona, «aunque no son ensayos en profundidad han servido para provocar a la gente». Pero la biblioteca de referencia del movimiento 15-J es mucho más amplia. «Las movilizaciones han incorporado a viejos luchadores y –añade– a una mayoría de gente que está haciendo un curso intensivo de pedagogía política, como muchos jóvenes que han pasado de la Playstation a la manifestación».
Esta formación intensiva requiere más argumentos que lemas. Y precisamente los casos prácticos que Oliveres expone en sus conferencias y libros , los ejemplos didácticos y las cifras escandalosas, se han convertido en el arsenal básico de muchos debates. «Tiene un punto de maestro y también de gurú, en el sentido de prever tendencias. A principios del 2010, con Aturem la crisi , vimos que era el momento de no solo denunciar sino también aportar soluciones», explica su editora Rosa Rey. Angle Editorial lleva vendidos unos 25.000 ejemplares en catalán de los libros de Oliveres. El último, una versión actualizada, en bolsillo, de Un altre món. «En las conferencias de Arcadi –duce Rey– hay gente de 60 años y de 18, y es necesario explicar cosas que son muy complicadas, como qué relación hay entre cómo se jugó con las hipotecas en Estados Unidos y que a un funcionario le recorten el 5% el sueldo».
ACTIVOS Y ACTIVADOS / Esther Vivas, miembro del Centre d'Estudis sobre Moviments Socials de la Universitat Pompeu Fabra y coautora, junto con Josep Maria Antentas, de artículos recogidos en tres de los libros que aparecen estos días, coincide en que el movimiento del 15-M se suman «personas que vienen de una trayectoria larga de activismo en movimientos sociales y gente que hace su primera experiencia; hoy somos más que antes del 15-M». Esta nueva generación necesita «materiales de reflexión que ofrezcan respuestas a las preguntas que se plantean», explica Vivas. Una prueba es que las bibliotecas improvisadas o las charlas formativas no han faltado en ninguna acampada.
Coincide con ella Anna Monjo, directora de la editorial Icaria: «El malestar que ha cristalizado ante la evidencia de que los políticos no discuten de nuestros problemas ha llevado a las asambleas a gente joven a la que ves que les faltan referentes, que descubren allí que existe la banca ética, o la agricultura de proximidad, o el cooperativismo... » Para estos potenciales lectores es necesario, opina Monjo, «pasar de explicar las carencias del sistema a dejar claro que hay alternativas». Y para ello no bastan los breviarios de agitación, sino una auténtica biblioteca alternativa (70 libros al año publica Icaria).
El banco teórico del que bebe el movimiento del 15-M no ha salido de la nada. Su arsenal ideológico y práctico es el de los últimos 10 años de movimiento altermundialista, e incluso tiene antecedentes mucho más cercanos en movilizaciones como las de v de vivienda . Arcadi Oliveres va más allá y ve «una coherencia con los movimientos del no a la guerra, las protestas contra la cumbre europea del 2002, contra el Banco Mundial en el 2000, contra la deuda externa y a favor del 0,7% para la cooperación en los 80 y 90».
Sin embargo, no todos los temas de la izquierda alternativa de la última década están encima de la mesa con la misma intensidad. «El movimiento responde al malestar tras dos años de crisis con la clase política actual y con el sistema bancario», analiza Vivas. Dos temas, con capacidad además de conectar con sectores sociales que van más allá de las minorías militantes, centran la atención: «La demanda de profundizar en una democracia radical y la exigencia de responsabilidades a la banca y a la clase política».
Según Enrique Murillo, en cambio, el reto es encontrar nuevas voces no alineadas, y está en ello en su editorial Libros del Lince. «He evitado a la izquierda envarada. El discurso de la izquierda europea está muerto de inanición, hay que hacer algo crítico pero diferente. Mucha gente que no estaba en el sistema de partidos resulta que pensaba».

Arengas, debates, razones y alternativas


¡COMPROMETEOS! / COMPROMETEU-VOS!
STÉPHANE HESSEL Y GILLES VANDERPOOTEN
El ¡Indignaos! del nonagenario Stéphane Hessel ofreció un eslogan inmejorable pero en el fondo, más allá de la llamada a la movilización, quedaba anclado en viejos referentes. En su nuevo libro, una conversación con el periodista Gilles Vanderpooten, que llegó ayer a las librerías, da un paso adelante: «Experimentemos, dirijamos la mutación, ecológica, solidaria, social, ética, económica y política, y tratemos de construir juntos un futuro sostenible».

REACCIONA
AA. VV.
Los grandes grupos editoriales (Planeta con Hessel, Santillana con este libro) fueron los primeros en romper el círculo más limitado del lector más militante. Coordinado por Rosa Maria Artal, Reacciona incluye textos de José Luis Sampedro, Federico Mayor Zaragoza, Baltasar Garzón, Juan Torres López, Àngels Martínez, Ignacio escolar, Carlos Martínez, Javier López Facal, Javier Pérez de Albéniz y Lourdes Lucía, con un prólogo de Hessel que proclama que este es «tiempo de accion, de participación, de no resignarse».

¿EL MEJOR DE LOS MUNDOS?
PASCUAL SERRANO
Uno de los tres primeros libros de la colección A Saco (Icaria) es ¿El mejor de los mundos?, de Pascual Serrano, uno de los creadores de la publicación electrónica Rebelión. «La mayoría de las personas de los países desarrollados están convencidas de que viven en el mejor sistema posible (...) La idea es mostrar las miserias, desmanes y aberraciones que el capitalismo ofrece como sinónimo de democracia, no con la intención de reformar el sistema o parchearlo sino de combatirlo, ya que es incompatible con el humanismo y la decencia».

ATUREM LA CRISI
ARCADI OLIVERES
Las conferencias de Arcadi Oliveres, presidente de Justícia i Pau, tienen diversas concreciones en forma de libro: en algunas pesa más la crítica al sistema, en otras la propuesta de alternativas, como sucede en este título publicado en enero del 2010, en un momentio en que el autor no se explicaba por qué no llegaba el estallido social que al final se ha producido. La vida editorial del libro es todo un termómetro social: una primera edición de 3.000 ejemplares fue pasando de boca en boca durante el 2010, y este año lleva ya dos reediciones.

LA VÍA
EDGAR MORIN
El veterano pensador francés Edgar Morin plantea en La vía. Para el futuro de la humanidad (Paidós) que el actual curso de la humanidad lleva a una sucesión de catástrofes y debe ser encauzado hacia una metamorfosis completa de nuestra sociedad «que impedirá que la humanidad sea esclavizada o destruida por la hipertrofia de los poderes que ella misma haya engendrado y no sea ya capaz de controlar». Morin vislumbra «una primavera que desea nacer» pero también una posible «edad de hielo» del espíritu que la puede aniquilar.

MANIFIESTO DE ECONOMISTAS ATERRADOS
ASKENAZY / COUTROT / ORLÉAN / STERDYNIAK
Al mismo tiempo que el primer libro de Hessel llegó a España el manifiesto de cuatro economistas franceses al que se han ido adhiriendo varios miles (Manifiesto de economistas aterrados, Barataria). Los autores denuncian que diez axiomas que justifican las políticas neoliberales (como que la UE defiende un modelo social europeo) son falsas, y proponen 22 medidas para hacerles frente (como mantener el gasto público e incluso aumentarlo en educación e investigación).

SUS CRISIS, NUESTRAS SOLUCIONES
SUSAN GEORGE
En las librerías coinciden los nombres clásicos del movimiento altermundialista y nuevos planteamientos, todos ellos planteando críticas a fondo y alternativas radicales al capitalismo de mercado. Por su lado Sus crisis, nuestras soluciones, de Susan George (Icaria). Por el otro, Cuando nada vale nada, de Raj Patel (Lince): «Debemos ver, valorar y gestionar el mundo de un modo más democrático, y entender que la propiedad y el gobierno pueden ser mucho más flexibles de lo que creíamos».

ASÍ NO PODEMOS SEGUIR
PAUL GINSBORG
Recordémoslo: los impulsores de las acampadas fueron el grupo Democracia Real Ya. La crítica al funcionamiento de la democracia parlamentaria por «la corrupción, el poder excesivo de los partidos políticos y el desapego de los votantes hacia la política» y la defensa de nuevas formas de participación ciudadana es la tesis de Así no podemos seguir, de Paul Ginsborg (Lince). Democracia radical, coordinado por Ángel Calle (Icaria), expone casos de participación democrática «desde abajo», basados en los «vínculos sociales» y no en la autoriATERRADOS
ASKENAZY / COUTROT / ORLÉAN / STERDYNIAK
Al mismo tiempo que el primer libro de Hessel llegó a España el manifiesto de cuatro economistas franceses al que se han ido adhiriendo varios miles (Manifiesto de economistas aterrados, Barataria). Los autores denuncian que diez axiomas que justifican las políticas neoliberales (como que la UE defiende un modelo social europeo) son falsas, y proponen 22 medidas para hacerles frente (como mantener el gasto público e incluso aumentarlo en educación e investigación).

SUS CRISIS, NUESTRAS SOLUCIONES
SUSAN GEORGE
En las librerías coinciden los nombres clásicos del movimiento altermundialista y nuevos planteamientos, todos ellos planteando críticas a fondo y alternativas radicales al capitalismo de mercado. Por su lado Sus crisis, nuestras soluciones, de Susan George (Icaria). Por el otro, Cuando nada vale nada, de Raj Patel (Lince): «Debemos ver, valorar y gestionar el mundo de un modo más democrático, y entender que la propiedad y el gobierno pueden ser mucho más flexibles de lo que creíamos».

ASÍ NO PODEMOS SEGUIR
PAUL GINSBORG
Recordémoslo: los impulsores de las acampadas fueron el grupo Democracia Real Ya. La crítica al funcionamiento de la democracia parlamentaria por «la corrupción, el poder excesivo de los partidos políticos y el desapego de los votantes hacia la política» y la defensa de nuevas formas de participación ciudadana es la tesis de Así no podemos seguir, de Paul Ginsborg (Lince). Democracia radical, coordinado por Ángel Calle (Icaria), expone casos de participación democrática «desde abajo», basados en los «vínculos sociales» y no en la autoridad.

PEQUEÑO TRATADO DEL DECRECIMIENTO SERENO
SERGE LATOUCHE
Serge Latouche llenó el CCCB de Barcelona hace pocas semanas con su defensa de la filosofía del decrecimiento: la reducción del PIB no solo puede no ser negativa sino incluso resultar necesaria para mantener un mundo sostenible y positiva para un reparto más justo de la riqueza. En su Pequeño tratado (Icaria) resume las tesis que desarrolla más ampliamente en otros títulos. Otro teórico de la filosofía del decrecimiento, Nicolas Ridoux, expone sus planteamientos en Menos es más (Lince).

martes, 21 de junio de 2011

Bauman traslada el concepto de "daño colateral" a la sociedad moderna

El teórico de la llamada modernidad líquida advierte del detonador de efecto retardado que supone el crecimiento incesante de la desigualdad en el mundo
El filósofo polaco Zygmunt Bauman, creador del concepto Modernidad líquida.foto:Wikipedia.fuente:lavanguardia.com

El sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman traslada en su último libro el concepto de "daño colateral", normalmente aplicado a las consecuencias accidentales de las intervenciones militares, a las víctimas de una sociedad cada vez más globalizada.

En Collateral Damage: Social Inequalities in a global age (Ed. Polity, 182 páginas), el teórico de la llamada "modernidad líquida" advierte de la espoleta de efecto retardado que supone el crecimiento incesante de la desigualdad en el mundo y la ceguera al respecto de políticos y otros que prefieren mirar para otro lado.

El incremento de la desigualdad, cada vez más visible donde quiera que se mire, es considerado, explica Bauman, solo como un problema económico y cuando se discute, lo que ocurre rara vez, es únicamente por lo que puede suponer de amenaza para la ley y el orden y no por sus peligros a corto o medio plazo para el bienestar físico y la salud mental de la sociedad y la cohesión de sus miembros.

El sociólogo emérito de la Universidad de Leeds, en el Reino Unido, explica esa categoría de individuos que se denominan en inglés "underclass" o "infraclase", un concepto imaginado para designar a quienes ocupan el lugar más bajo en la escala de distribución social, un grupo sin valor de mercado ni función específica y sin derechos, a diferencia de las clases trabajadoras o profesionales.

Pensar en términos de daños "colaterales" en una sociedad como la actual, movida solo por el más egoísta y desmedido afán de lucro, y en medio de una globalización que escapa a todo control es, según Bauman, asumir tácitamente una ya existente desigualdad de derechos y oportunidades y pensar que esos daños no son lo suficientemente importantes como para justificar los gastos de prevenirlos ni tenerlos en cuenta a la hora de planificar.

Asegura que el Estado providencia está siendo progresivamente capitidisminuido, cuando no directamente desmantelado, mientras que se eliminan una tras otra las reglas que antes limitaban los abusos del mercado.
Enfrentado a la vulnerabilidad e incertidumbre de la lógica o más bien falta de lógica del libre mercado, el Estado, según denuncia Bauman, simplemente "se lava las manos" y, sintiéndose impotente frente al capital y la especulación, encuentra otros tipos de vulnerabilidad a la que combatir para justificarse: las amenazas a la seguridad de las personas o a la propiedad.

La obsesión por la seguridad, visible en la constante instalación de videocámaras en lugares públicos y privados y la pujanza de las empresas dedicadas a proteger personas y propiedades, generan otro tipo de "daños colaterales" al erosionar continuamente la confianza que debe existir en una sociedad de individuos libres y fomentar una situación de continua sospecha.

Y lo que es más grave, en lugar de conseguir su objetivo de reducir la inseguridad ciudadana, no hace sino generar más miedo, ansiedad, hostilidad y agresión, explica Bauman, según el cual todo eso obedece a una razón bien clara y es que el fundamento de todo el poder político, como bien vio en su día el teórico del Estado totalitario Carl Schmitt, es precisamente la vulnerabilidad e inseguridad del individuo.

Pero Bauman no es con todo pesimista y piensa que, en la fase de globalización desenfrenada a la que se ha llegado, los factores esenciales de solidaridad humana que caracterizaron al Estado providencia requieren un marco institucional totalmente nuevo.

Un marco de creación de opinión y de formación de voluntades que supera a un país e incluso a un grupo de ellos, por lo que habría que llegar a instituciones universales, de las que el sociólogo reconoce que es imposible predecir de momento qué forma terminarán adoptando.

Lo claro para él es que el llamado Estado social, una de las grandes conquistas del pasado siglo, ha dejado de ser viable y solo lo que él llama un "planeta social", basado en organizaciones y asociaciones no gubernamentales que deberán actuar a escala universal, puede asumir las funciones que aquél ha venido cumpliendo con mayor o menor fortuna.

martes, 14 de junio de 2011

"El Che no consideraría verdaderas revoluciones las revueltas árabes"

Jon Lee Anderson, biógrafo del guerrillero, celebra la desclasificación íntegra de sus diarios de campaña en Sierra Maestra

Una mujer porta el retrato del Che durante una manifestación en Yemen contra el presidente Saleh.foto: Hani Mohammed
Ernesto Che Guevara llega en mulo al bohío donde les espera Fidel Castro, Celia Sánchez, Raúl Castro y Enrique Meneses para celebrar el almuerzo de Navidad, 25 Diciembre de 1957.foto:Enrique Meneses..fuente:elpais.com

Es un día de combate en Sierra Maestra. Ernesto Guevara está solo y huye al ser descubierto por guardias del dictador Batista. Esa misma noche, el guerrillero relata lo ocurrido en su cuaderno de campaña y concluye: "Sentí algo que nunca sentí: la necesidad de sobrevivir. Tendré que corregir eso la próxima vez". El episodio aparece en las pequeñas libretas de notas que el Che escribió durante su estancia en Sierra Maestra, a las que hasta ahora solo había tenido acceso completo el reportero Jon Lee Anderson para escribir Che Guevara. Una vida revolucionaria, considerada la mejor biografía sobre el mítico líder revolucionario. Hoy, coincidiendo con la celebración oficial del 83 aniversario de su nacimiento -en realidad nació un mes antes, pero su familia falseó la fecha porque fue concebido antes de que sus padres contrajeran matrimonio-, se publican por primera vez de forma íntegra con el título de Diario de un combatiente. "Son reveladoras, a pesar de que buena parte ya se conocía a través de otros textos. En ellas se puede ver cómo Ernesto Guevara se convirtió en el Che", explica Anderson por teléfono, celebrando la desclasificación de los apuntes.

Los diarios son una muestra sin precedentes de cómo se forja el guerrillero. Su obsesión por ser alguien que no teme a la muerte, de superar su naturaleza humana. "Un relato esclarecedor es el que cuenta cómo ejecuta personalmente al primer traidor, en el segundo mes de revolución, algo que no se supo hasta que se conocieron estas notas. Explica secamente cómo lo hizo, las últimas palabras del muerto y una única observación: esa noche no sintió asma", dice Anderson. La escritura es áspera, no hay intención literaria y algunos pasajes no tienen jugo histórico, pero su lectura resulta fascinante, asegura el biógrafo. "Los cuadernos son la materia prima que el Che utilizó para publicar años más tarde su famoso Pasajes de la guerra revolucionaria, un libro que elaboró de forma muy consciente, a modo de parábolas de la revolución, para fijar la crónica de los sucesos. Y es muy interesante ir de las notas al libro para ver cómo va extrayendo y limando esa materia prima".

No hay duda de que la experiencia directa del Che en Sierra Maestra despertará interés más allá de su valor como documento histórico. Allí donde hay un intento de desafío al statu quo, aparece la famosa fotografía que Korda le tomó en 1960, sea cual sea el origen del movimiento y el lugar del mundo en que se produzca. "Pero el mundo no es tan blanco ni tan negro como lo era en tiempos del Che y su postura sería muy compleja. Por ejemplo, no consideraría verdaderas revoluciones las revueltas en el mundo árabe porque las vería carentes de ideología. Por otro lado, en público se vería obligado a situarse en la crítica oficial al imperialismo estadounidense y a la intervención en Libia, pero en privado se sentiría incómodo con la corrupción y la manera de actuar de esos Gobiernos", reflexiona Jon Lee Anderson.

Aparte de un acercamiento a la figura del Che, los cuadernos ofrecen la apasionante crónica de cómo se fragua una revolución en dos años. "La etapa de Sierra Maestra fue crucial. En ese tiempo la guerrilla cuajó la revolución, adoptó una ideología y tomó el rumbo de la izquierda", subraya Anderson. Un proceso que se refleja en los diarios a través de sus comentarios sobre el día a día de la batalla, relatos de escaramuzas, observaciones sobre compañeros de lucha y recelos hacia algunos de ellos, incluido el propio Fidel Castro. "Algunas de estas notas resultan políticamente incorrectas y causaron indignación en algunas personas en Cuba cuando aparecieron en mi libro", recuerda Anderson. ¿Por eso han pasado tantos años escondidas en los archivos del Centro de Estudios Che Guevara en La Habana? Según los editores, tienen errores ortográficos e imprecisiones, lo que, unido a la falta de páginas importantes, había determinado que no se hubieran publicado de manera íntegra. Ahora, después de una "revisión exhaustiva", muchas han sido rectificadas.

El Che, una biografía a la altura del mito
Cuba publica el cuaderno inédito del Che en Sierra Maestra

viernes, 10 de junio de 2011

Aquellos muertos del junio aquel

El estudiantado ha sido un estado de ilustración y contestación, que aunque pasajero, siempre se ha ubicado en la primera línea. Tal vez por esto siempre ha sido confrontado con odio político y ajusticiamientos directos
foto.fuente.ELESPECTADOR.COM

Seis años después frente al pelotón de turno de los fusilamientos de la carrera séptima, miles de jóvenes habrían de recordar que en esta misma cuadra, de la calle principal de Bogotá, había caído, para morir, el hombre (Gaitán) que hoy queda sólo de nombre conmemorativo de gloria no alcanzada y frustración desangrada. Los miles de aquellos jóvenes llegaron en la mañana del miércoles 9 de junio de 1954, para sentarse, en orden y con la prudencia del momento, exactamente sobre el pavimento del punto en que se había visto durante cinco minutos, caer a Gaitán, recoger su cuerpo por un puñado de hombres, salir con el en andas, en torpe carrera hasta una pequeña clínica cercana, mientras la multitud creciente y arremolinada se concentraba sobre el cuerpo de quien alguien gritó -aún hoy sin certeza histórica- que había sido el gatillero magnicida. Estas calles que conforman el árbol caído de la carrera séptima de Bogotá en su espacio central, han servido de paredón extendido y de testigos de piedra desde hace un siglo -sin contar los ajusticiamientos de la colonia, la independencia y la naciente república. Hasta allí llegaron los miles de jóvenes de aquel miércoles, también para ser -objetivamente- fusilados.

Venían marchando desde la ciudad blanca de la universidad nacional. Ciudadela que aún no tenía dos décadas de arquitectura viva y modernizadora, y donde la tarde anterior un policía había disparado su poderosa bala de fusil a la cabeza de Uriel Gutiérrez Restrepo, brillante estudiante de cuarto año de medicina y simultáneamente de segundo año de filosofía en el alma mater de Colombia (!). El cráneo de aquel cerebro había sido destrozado como una nuez, y la bala había llegado hasta el corazón de la universidad colombiana.

Uriel Gutiérrez y un grupo destacado de estudiantes habían salido el martes 8 de junio a conmemorar otra muerte notable cuasi-institucional: la del estudiante Gonzalo Bravo Pérez, muerto 25 años antes cuando asistía a una manifestación de protesta por otra matanza: la de las bananeras. Se podría seguir desenterrando la cadena de asesinatos de esta especie, de estudiantes y de tantas gentes del común y de los sectores nacientes de la clase media, hacia atrás del 8 de junio de 1954. Así mismo hacia adelante, hasta años recientes cuando los cuerpos, los nombres y los cadáveres se pierden entre las neblinas de los gases de asalto, revueltas en la confusión de la memoria por saturación. Uriel Gutiérrez es el nombre cimero de esta lista lapidaria, por múltiples razones, las más de razonables de parte de la juventud, y las más de tenebrosas de parte de los abaleadores, con o sin uniforme, en todo caso con licencia, legal o legitimada.

Al día siguiente -9 de junio-, después de contemplar el cadáver ilustre de Uriel Gutiérrez, en silencio pensante y de duelo, los estudiantes dejaron el catafalco en la universidad y salieron a pedir explicaciones, al gobierno militar, del por qué del ajusticiamiento, por parte de la policía -llamada en río revuelto -según se lee en la prensa de entonces- por un decano famoso por malos manejos, -como por costumbre inveterada-. La policía desoyó los pedidos de respeto de los soldados del ejército que estaban cuidando el orden en la universidad. ("Hechos confusos" como escriben los medios cuando se trata de los muertos de uno de los bandos en los que presionados, ellos mismos han divido las protestas y su represión sistemática).

Sentados en la calle matinal, en la primera marcha significativa y concentración masiva desde el 9 de abril, estudiantes y profesores de varias universidades ( Nacional, Javeriana, Libre, Externado, Andes, Gran Colombia, América, Colegio Mayor del Rosario), sin distingo de origen socioeconómico, esperaban franquear en paz a un pelotón de guerreros de origen campesino, que trajeados con los uniformes "de la ONU" recientemente habían combatido en Corea contra chinos y coreanos (de países) comunistas, lo que los justificaba patrióticamente, según el sentir oficialista.

Aquella línea de fuego de la calle 13 se trazó como un paralelo 38 de la guerra fría que ponía el rótulo de comunistas a todos los que quedasen del otro lado. Eran los años del comienzo enfatizado de la macartización aplicada en Colombia, en la que se señala y se persigue a todo lo que se mueva en la dirección "opuesta" del pensamiento.

La masa estudiantil pidió, por medio de sus voceros y abanderados, que se los dejara continuar hasta los estrados presidenciales del gobierno militar, donde les habían prometido escucharlos, especialmente a causa de la muerte por fusilamiento de Uriel Gutiérrez. Allí mismo sentados sobre el pavimento, ya histórico de sangre y fuego, había también estudiantes de colegio y jóvenes trabajadores que al final figurarían en la lista de los muertos. Los voceros dialogaban con sargentos y oficiales prepotentes que hacían gritos de las razones y veían "comunismo" -sin tener idea de sus principios- en todo lo que protestara. La marecha detenida se fue haciendo sentada que fue avanzando hacia atrás hasta el punto focal en que cayó Gaitán. Las fotografías históricas los muestran organizados y con la tranquilidad posible, esperando continuar la marcha y -sin saberlo- la historia. La sentada de cien metros de profundidad era la vanguardia de una marcha de miles, comprobadamente pacifista y decidida, que terminaba doce cuadras al norte, en la plazoleta de entrada de la plaza de matar toros. Esperaban, dialogaban y pensaban.

De pronto, descargas continuadas de fusilería rompieron -nuevamente en el tiempo- cualquier reinicio de diálogo. Antes de los disparos un grito militar ordenó ¡fuego! . Y el fuego se hizo muerte y habitó entre los jóvenes. En pocos segundos, la primera fila de parlamentarios del estudiantado cayó al suelo: unos por la descargas a diez metros, otros por el instinto, otros por el proverbial efecto dominó. Pronto la calle 13, en su cruce con la carrera 7a, se pobló de caídos amontonados y cubiertos solamente por sus vestidos de paño y por los cuerpos de unos y otros compañeros de marcha. Ah… y también por las banderas plegadas. El abanderado cayó y murió, la candidata al reinado estudiantil del carnaval, próximo a realizarse, cayó vestida con la elegancia femenina de aquellos tiempos. Los ordenados estudiantes que habían llegado hasta el cruce en perfectas filas e hileras, en presentación de corbata, como era de uso entonces, con sus miradas nobles, de penetrar futuros, muchos de gafas gruesas y otros de bigotes prematuros, cayeron todos en uno, agrupados por el fuego de los fusiles de un gobierno que se había posesionado 360 días antes con la frase promesera de NO MAS SANGRE, NO MAS DEPREDACIONES.

Tres minutos después, el silencio de muchos se mezclaba con los quejidos y pedidos de auxilio de otros muchos. Allí estaban tendidos y arracimados cientos de estudiantes de la primera línea del fuego que había sido la primera fila de la protesta. Del augusto frente que dos días antes llenaba las aulas preclaras de la universidad nacional. Quienes escuchaban admirados las cátedras inolvidables de profesores de eminencias conocidas; fungían de aprendices de laboratorios; entrenaban, para hacerse atletas, en la pista de carboncillo del estadio; charlaban en busca de conocimientos en los corrillos inolvidables, o se hacían novios en los prados abiertos de la gran aula abierta. Cayeron en el andén de la esquina del palacio de las comunicaciones, de un país en donde todo tiene un palacio -según un ensayista-, desde el presidente republicano hasta el colesterol, sin haber aún superado el castillaje medieval. Donde casi siempre se aplaza todo para el futuro, pero hoy se llega a aceptar que ya no hay un futuro, dominante y masivo, más allá del desempleo, la exclusión y los privilegios heredados o logrados por azares.

Con la descarga del miércoles 9 de junio cayó también un piloto militar peruano, Elmo Gómez Lucinch, quien huyendo de otra dictadura había llegado a la universidad nacional para cumplir sus sueños de estudiante. Otro de los jóvenes sacrificados fue Rafael Chávez Matallana, adolescente del colegio Virrey Solís. Y cayó también entre los muertos Hernán Ramírez, un trabajador de 15 años del restaurante del parque nacional, construido, como la ciudad blanca de la universidad, en el inicio de la administración de López Pumarejo, la de la revolución en marcha.

Como en un acto inmediato de relevo generacional los estudiantes del bachillerato en el colegio de roca Mayor de San Bartolomé, a 300 metros de la matanza, fueron echados por los curas jesuitas a la calle, sin siquiera llamar a sus familias. Algunos casi niños corrieron, con la osadía de la ingenuidad, hacia el punto del choque, entre retumbos de fusilería y gritos de confusión. Se tiraron al suelo a 150 metros y desde allí, protegidos por cuerpos adultos -vivos-, vieron la historia en la gran cercanía, entre silencios, gritos, gases y pavores crecientes. Muy poco entendían estos bartolinos de política estudiantil, pero varios de ellos, hijos de soldados de la república, habían sido instruidos sobre patrias, deberes, héroes, honores y simplezas de vida y muerte. Eran hijos de campesinos reclutados -y de allí urbanizados- que pujaban por un futuro para sus hijos al haberlos logrado matricular en el colegio de 400 años de donde habían salido varios estudiantes a integrar el ejército libertador de Bolívar. Con esta carga prematura de cultura y balas se apostaron pegados al mismo suelo donde, allá en el fondo, yacían los cuerpos que habían venido persiguiendo la verdad y la justicia y que fueron parados por la paz que ofrecía aquel gobierno hoy famoso -en verdades o en infundios- por varias matanzas de todo tipo. Estaban tirados los niños del bachillerato -significativamente- a la vera de la Casa del Florero. Fue su primer encuentro violento con los dos bandos que comenzaron a formar su conciencia estudiantil y política.

Las horas siguientes, después del fusilamiento, hasta la celebración del primer año del gobierno militar -en realidad con tutelaje civil de élites- fueron de confusiones: reclamando, maldiciendo, buscando heridos, enterrando muertos, señalando culpables y escribiendo justificaciones. Todo se hacia desde las comunidades estudiantiles y sus familias, entre el terror y la ira, entre los periódicos partidistas y forzados al oficialismo; entre los ministerios militares con discursos de civilización cristiana y de patria, con señalamientos estúpidos como aquello de "agentes profesionales terroristas preparados en la cortina de hierro…". Manifestaciones de retórica previsible y lamentable de parte de los directorios bipartidistas -casi en la misma foto con los mismos personajes de sus declaraciones escuálidas cuando el asesinato de Gaitán-; de concientización sobre el significado real y trascendente de las balas contra los jóvenes. Era el momento de la postguerra hablada y de los duelos silenciosos.

Aquel día en que un teniente gritaba después del fusilamiento "yo les dije que dispararan al aire, ¡ no sean brutos!…" , los generales no alcanzaron a aplicar la cadena de respuestas que según uno de ellos iba de las palabras, a las mangueras, a los gases, a la culata… Pero fue también el día cuando un sargento (dicen que) dijo: "estos tipos lo que merecen es bala…". Tal vez sean los dos diferentes enfoques desde el ejército, cuando la guerra cursa por los equívocos de disparar a estudiantes inermes que además leen y dicen cosas inteligentes sobre mejorar sus vidas con las de todos.

Cuando el humo de las descargas amainó y la calle quedó desierta y militarizada, el país trató de compaginar un discurso que se ha reeditado según las épocas. El país lo leyó en las dos corrientes tradicionales de los diarios. Los liberales lloraban con lágrimas de liberales y los conservadores carraspeaban abogando por que las cosas se pusieran "al servicio del orden…". Esto se leía en las páginas autodenominadas editoriales, porque los periodistas sin privilegios, los que trabajaban en las calles vecinas a la matanza, fueron revisados, debieron pedir salvoconducto y hasta vieron llevar preso al director de uno de los periódicos y confiscado "El Espectador".

Hubo 500 detenidos. Como siempre -tal vez por tradición- se iniciaba una severa investigación apresando a los del mismo bando que durante toda la historia ha puesto la inmensa mayoría de los presos y los muertos. Se apresó a académicos de izquierda como Luis Carlos Pérez, Alfonso Romero Buj y Juan Francisco Mújica; a un ex-alcalde de Bogotá y, casi en el aeropuerto de Techo, a Gerardo Molina quien llegaba de una especie de exilio en París. Entre el medio millar, muy significativo para la población de entonces, se buscaba a los "agitadores profesionales", a los "comunistas inconfesables", a los "agentes de Rusia" y a quienes, según la salmodia eterna, sólo pretendían interrumpir el periodo de tierra prometida de paz-justicia-y-libertad, lema-proclama del gobierno cívico-militar, que por ahora estaba aún atravesando su mar rojo. En la cacería de brujas distractora, el general Ordóñez, director del temible SIC, acusó a la estudiante Lina Flor Ospina de haber venido de Belgrado a organizar actividades comunistas. Se les buscaba por prontuarios o fotografías de "se busca". "…se decomisaron afiches y papeles para iniciar la investigación…" (El Tiempo).

Al día siguiente, con premura y eficiencias poco corrientes en circunstancias de vía contraria, el ministro de la guerra declaró que "ya están identificados los peces gordos con inconfesables propósitos extremistas para los cuales el castigo será ejemplar".

Entre las chapucerías de las especulaciones, sobre qué disparó la matanza, se dijo que un disparo había salido del American Club, situado en la esquina del terror. Y que de las azoteas del palacio de las comunicaciones se asomaban miembros de la policía. Tejido ornamental histórico si se tiene en cuenta que la policía había matado a Uriel Gutiérrez el día anterior ante la mirada del ejército. Los citados hechos confusos del eufemismo mediático que no hacen sino aclarar que frente al patetismo de los cadáveres de los manifestantes, siempre existen las fantasías casuísticas que no pueden traslapar el trasfondo de las certezas.

La investigación -según este modelo- se inició inmediatamente después del balance caliente de la descarga. Cuando los estudiantes de las filas sentadas cien metros más atrás, se levantaron y salieron en estampida por la Avenida Jiménez, los guerreros de Corea, fusil en guardia, los persiguieron, a través de 300 metros, como a presas de caza, o en el mejor de los casos, como a redivivos fantasmas de guerra. Es impensable que después de acribillar a las primeras filas, el pelotón de veteranos de una guerra asiática -desde entonces de las guerras globalizadas- se diera a perseguir a estudiantes inermes que habían dejado regados sus libros y se aflojaban el nudo de la corbata para poder respirar entre los gases y el terror. Es un absurdo militar y una vergüenza histórica.

Como también se dio un hito histórico de valentía y heroísmo, cuando los propios estudiantes sobrevivientes recogieron, frente al pelotón de fusilamiento, a sus compañeros caídos y llevándolos con impotencia y amor solidario, los fueron atendiendo y dolorosamente fueron encontrando los muertos in situ, y ordenando el transporte de los heridos más graves, como Álvaro Gutiérrez Góngora, estudiante de quinto año de medicina de la nacional quien cayó con la bandera -así mismo nacional- que portaba en la primera fila. Murió en brazos del decano de su facultad.

En ese entonces, como siempre después de los entierros, de las persecuciones y de las amenazas, "la situación quedó controlada y el país continuó en calma", según la declaración oficial nacionalizada. La severa investigación, polvorienta y macilenta, debe hoy continuar en algún laberinto de anaqueles, papeles y carpetas del caso. Pero en todo caso la severa investigación se inició desde los cuarteles y desde las mazmorras del entonces tenebroso servicio de inteligencia (SIC), abuelo del actual DAS.

Abel Naranjo Villegas, primer rector nombrado después del fusilamiento, inició su propuesta de dirección rectoral pidiendo "carta blanca para perseguir al macarthysmo" que corría en arroyos crecientes por el campus de la universidad. Demostración clara de que los sucesos de aquel junio y muchos del antes y del después, han sido también consecuencia de la estigmatización de la protesta y la contestación, que ha apuntado al seno de la comunidad más ilustrada, lúcida y digna. (Aunque sus periferias actuales hayan perdido estas fortalezas por razones de desgaste histórico y degradación de la acción directa).

La élite dirigente cumplió con la costumbre histórica de pregonar buenos augurios, y así se registró -en tono elegíaco y no exento de predictibilidad- en el editorial de El Tiempo del 10 de junio, la fecha de la mayoría de los entierros: "…mas los colombianos no serán inferiores a su destino, asi tengan que vivir etapas de tan inolvidable dolor e impredecible horror como la que ayer ha enlutecido (sic) una vez más a la republica".

Durante las horas vertiginosas de la tragedia y las reacciones inmediatas, el comité de carnaval de la universidad se convirtió en su mayoría en la Federación Nacional de Estudiantes. Allí figuraban futuros dirigentes políticos del liberalismo, lo que se puede interpretar como una nueva etapa del intento de la juventud por su participación política, emergida en esta ocasión del seno del estudiantado abaleado durante dos jornadas fundacionales de aquel junio traumático y ya casi olvidado.

La tragedia nacional quedó desplegada en muchas páginas de los periódicos liberales. Allí llaman ineludiblemente la atención algunas noticias que quedan en la imaginación literaria: alza en el impuesto de degüello a la carne enlatada, y, como en el 9 de abril, se desarrolla con éxito una feria ganadera. En la cultura aparece "Siervo sin tierra" de Eduardo Caballero Calderón.

Hoy, a 57 años académicos, mientras la empresa privada invade la universidad pública, y a 20 años de constitución esperanzadora, pasan millones de gentes indiferentes -de la masa de millones que se dicen "los buenos somos más…"- bajo una placa de piedra, mimetizada en el muro de piedra del palacio que fue de los correos y hoy es de las tecnologías, las comunicaciones -y de las licitaciones de televisión. La placa, muda como "la piedra que ya lo sabe todo" (William Ospina), conserva en letra sencilla, con perfiles consagratorios, los nombres de los muertos de aquel miércoles de junio. Muertos que habían caído cuando iban marchando hacia un futuro de profesionales conscientes y presentes, cuando aún había empleo para los profesionales, y cuando los de la Universidad Nacional eran el ejemplo honorífico de la nación. Lista cimera de una muy larga lista que ya ameritaría un muro de mármol negro y eterno, como por ejemplo el de los soldados caídos en Viet Nam, muertos así mismo disparando contra lo que genérica y geográficamente se denomina un país comunista, "defendiendo la democracia…". Guerra contra Viet Nam -también globalizada- que fue combatida en las calles por cientos de miles de estudiantes en todo el mundo, durante una década, después de los muertos de la calle 13 de Bogotá, que estaban defendiendo el inicio de la democracia que aún no se ha podido erigir cabalmente en Colombia, llamada con doble sentido "la democracia mas vieja de Latinoamérica".

Aquí están, estos son, los que cayeron frente al pelotón, sin una segunda oportunidad:

URIEL GUTIERREZ

ÁLVARO GUTTIÉRREZ GÓNGORA

HERNANDO OSPINA LÓPEZ

JAIME PACHECO MORA

HUGO-LÉON VELÁSQUEZ

HERNANDO MORALES

ELMO GÓMEZ LUCINCH

JAIME MOORE RAMÍREZ

RAFEL CHÁVEZ MATALLANA

CARLOS JULIO GRISALES

HERNÁN RAMÍREZ HENAO

lunes, 30 de mayo de 2011

Trotski sigue dando que hablar

Dos biografías de más de 600 páginas sobre el líder político y teórico marxista permiten debatir sobre su obra y figura. Una de ellas, del británico Service, muy publicitada, oscila entre el examen poco sofisticado y el silencio interesado
Trotsky. Service detalla la vida del revolucionario, centrándose en cuestiones secundarias para la historiografía tradicional.foto.fuente:Revista Ñ

A los centenares de ensayos e investigaciones acerca de la vida, las ideas y la obra del líder político y teórico marxista revolucionario ruso León Trotski, se han sumado recientemente nuevos aportes, que plantean la posibilidad de volver sobre viejas cuestiones y promover nuevas reflexiones. Sólo entre 2009-2010 aparecieron tres extensos libros sobre este tema. Dos de ellos son biografías completas, de más de seiscientas páginas cada una: Trotski. Revolucionario sin fronteras , del francés Jean-Jacques Marie; y Trotski. Una biografía , del británico Robert Service. Asimismo, El caso León Trotsky. Informe de las audiencias sobre los cargos hechos en su contra en los Procesos de Moscú , hasta entonces inexistente en idioma español, fue publicado por el Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones "León Trotsky" y el Instituto de Pensamiento Socialista de Buenos Aires, como parte de su ambiciosa empresa de reedición de las obras de dicha figura.

El libro de Service, el más promocionado de todos, viene siendo respaldado en ciertos ámbitos periodísticos y académicos, por representar una corriente historiográfica hoy muy en boga, básicamente hostil a la revolución rusa, entre cuyos representantes se cuentan Orlando Figes, Richard Pipes, Geoffrey Swain e Ian Thatcher. Conviene pues detenerse en un examen específico y riguroso de dicha obra.

Como miembro de la British Academy y catedrático de Historia Rusa en la Universidad de Oxford, Service viene dedicándose al pasado soviético y, en menor medida, al despliegue de la experiencia comunista a nivel internacional, desde hace más de treinta años. En la última década se han traducido al castellano algunos de sus más importantes y voluminosos libros, como Historia de Rusia en el siglo XX (2000), Rusia: experimento con un pueblo (2004) y Camaradas: breve historia del comunismo (2009), y su trilogía biográfica, formada por Lenin (2001), Stalin (2006) y el texto en cuestión, Trotski (2010). La principal novedad de esta obra es la consulta de las cartas, informes y documentos depositados en los archivos de la Hoover Institution (Universidad de Stanford), vinculados al propio Trotski, a sus seguidores o a los procesos en los que estuvo involucrado; a ello, se le suma la revisión de los papeles, mayoritariamente ya explorados por otros investigadores, guardados en la Universidad de Harvard y en el Archivo Estatal Ruso de Historia Social y Política.

Service ofrece un relato detallado de la vida del revolucionario ruso, que se centra en algunas cuestiones consideradas secundarias por la historiografía tradicional. Lo distintivo es el peso que el autor le confiere a los rasgos más íntimos del personaje, intentando desbrozar sus rasgos psicológicos, carácter, hábitos y la relación con sus familiares, amigos y colaboradores.

La imagen personal de Trotski que se desprende del libro de Service, más allá de conceder que era fascinante y excepcional, es básicamente condenada. En el retrato se señalan su enorme cultura e inteligencia, su extraordinario talento como orador y escritor, su energía y capacidad de trabajo, así como su valentía y compromiso con su causa. Pero la lista de defectos es abrumadora: vanidad, autocomplacencia, arrogancia, soberbia, hipocresía, demagogia, cinismo, doble moral, torpeza en las tácticas políticas, brutalidad en el trato a sus enemigos de clase. Se plantea que fue ingrato con su padre, abandonó fríamente a su primera mujer, fue desaprensivo frente a la precaria situación de su hija Zina antes de su suicidio y hasta irresponsable frente a su hijo Lev (en cuya muerte participaron los dispositivos criminales de Stalin).

En algunos tramos, el libro asume un sesgo psicológico superficial que dificulta el estudio de la complejidad de los dramas históricos en los que Trotski participó. La dimensión social pasa a segundo plano ante la descripción superficial de una serie de intrigas políticas. Los colectivos "masas", "proletariado", "burguesía" o "burocracia" (casi siempre puestos así, entre comillas, pues parece que al autor no le consta su existencia), no cobran vida en los grandes eventos, sino como invocación de los propios individuos bajo análisis.

Todo tiende a quedar subordinado a la reconstrucción de trifulcas por el prestigio y el control de aparatos de poder o a la enumeración de disputas de palacio entre elites e individuos. Por ejemplo, con gran esmero, Service logró convertir la breve descripción de las apasionantes convulsiones históricas en las que el biografiado intervino (revoluciones de 1905 y 1917, guerra civil, luchas con la naciente burocracia soviética), en relatos apocados y monótonos.

Esta apatía se complementa con un examen poco sofisticado acerca del complejo mundo de las ideologías en juego. El libro no ofrece los aportes que puede brindar una biografía político-intelectual, lo cual es una paradoja, pues el personaje que debía estudiarse descolló políticamente en el plano de las ideas. Más aún, Service ostenta una mezcla de incomprensión y desinterés por el universo conceptual del socialismo marxista. Cuando alude a éste como filosofía, teoría e ideología en su versión rusa y en boca de sus actores, tiende a presentárselos al lector como un compendio de dogmas esotéricos.

Trotski realizó varios aportes al pensamiento socialista: desde análisis políticos en sus múltiples temporalidades y dimensiones hasta incursiones en el ensayo historiográfico, económico, sociológico, filosófico y la crítica literaria. No obstante, casi ninguno de sus textos es valorado por Service objetivamente en cualquiera de los sentidos posibles, más allá del conocido juicio de su versatilidad y belleza estética (que reconoce en Mi vida e Historia de la Revolución Rusa ). En general, se sirve de pocas palabras para condenarlos, ya sea por su insubstancialidad, o por su falta de rigor o de basamento empírico, o por su tergiversación de la realidad.

Un puñado de oraciones ramplonas le alcanzan para referirse a una de las principales contribuciones de Trotski al pensamiento marxista: su concepción de la revolución permanente y el papel conductor de la clase obrera en el proceso histórico de los países económicamente atrasados (sintetizada en la obra homónima de 1930, pero ya esbozada un cuarto de siglo antes).

Hay negligencia por desentrañar tanto los orígenes de dicha teoría (anclados en una discusión dentro de la socialdemocracia alemana y rusa, que parece ignorarse, pues va mucho más allá de la conocida influencia de Parvus y conducen a los propios Marx, Engels, Kautsky, Mehring, Riazanov y Luxemburgo), como sus implicaciones para la reconstrucción del pensamiento estratégico de Trotski. Por otra parte, son de una liviandad exasperante las escasas referencias respecto a la naturaleza del "gran debate", desplegado en 1924-1926 entre éste último y los partidarios del "socialismo en un solo país" (Stalin y Bujarin). Lo mismo ocurre con los análisis y pronósticos que Trotski hizo sobre los problemas de la revolución china, los peligros del triunfo del nazismo, el exterminio de los judíos, el estallido de una nueva guerra mundial, los frentes populares (particularmente en la guerra civil española) o, más importante aún, la burocratización del estado soviético.

En el libro se articula una caracterización global que es indispensable discutir. El autor ya la había presentado en sus obras anteriores, ubicándolo, en un tronco común con la historiografía sobre la experiencia de la Revolución de Octubre antes aludida. Según Service, el bolchevismo fue una peculiar y quizás distorsionada interpretación y aplicación de las ideas marxistas al suelo ruso. Su resultado fue una revolución-conquista del poder, entendido como un acontecimiento más bien vacío de toda legitimidad popular y democrática, pues habría derrocado a un gobierno provisional que, si el lector se deja llevar por las bucólicas pinceladas de Service, bien hubiera merecido una mayor oportunidad histórica, dadas sus aparentes credenciales republicanas.

El autor advierte que lo que acabó moldeándose fue un despotismo totalitario, que no debió esperar al ascenso de Stalin para su desenvolvimiento, pues ya estaba inscrito en las raíces mismas del diagrama político pergeñado por Lenin (hay una manía casi infantil de siempre encontrar "terror" allí donde se planteaba la ineluctabilidad de la "dictadura del proletariado"). Se nos informa que Trotski compartía puntos comunes con aquella perversa matriz, sólo que disponía de libreto propio hasta 1917.

Desde ese entonces, fue un convencido aplicador de aquel sueño inevitablemente mutado en pesadilla, del que sólo comenzó a esbozar planteos críticos cinco o seis años después, al ser marginado de la toma de decisiones. Pero ya no pudo impedir que el sistema dictatorial en manos del más astuto Stalin lo derrotara, arrojándolo a la marginalidad y exterminándolo, con el beneficio, entonces, de otorgarle una imagen heroica que lo liberara de su responsabilidad en la creación del monstruoso experimento autoritario.

Service quiere justificar esta explicación y, en particular, ayudar a desmontar todo "falso retrato", rompiendo el halo de simpatía que rodea a Trotski en la memoria colectiva. Asegura que antes de ser reprimidos, él y sus seguidores fueron parte del terrorismo de estado soviético. En definitiva: Trotski no fue una alternativa, sino una variante de un fallido y trágico experimento histórico; el estalinismo fue la continuación, realista y natural, del proceso iniciado en 1917, y no su negación burocrática, contrarrevolucionaria y antisocialista, como afirma el trotskismo.

Desde Service, la lucha de esta corriente (presentada como un itinerario de ilusiones, insensateces y necedades) y el intento de aniquilación por el estalinismo devienen en accidentes históricos inexplicables. Se acaban borrando y confundiendo los límites entre víctimas y verdugos. Aquí no hay ingenuidad: el objetivo es el de pulverizar la posibilidad de toda crítica de izquierda marxista al estalinismo.

Lo notable es que la mayor parte de las afirmaciones de Service acerca de las supuestas concepciones de Trotski a favor del terror de estado como política estratégica (y no de autodefensa) se hacen sólo con frases de ocasión de éste y con datos imprecisos sobre los hechos. Quedan desestimadas las tendencias históricamente violentas de la sociedad rusa y europea en el contexto de la gran guerra de 1914-1918 (también de todos los grandes procesos de revolución, contrarrevolución y guerra en la historia mundial) y empequeñecida la brutalidad de las acciones clasistas de los ejércitos blancos y extranjeros. De este modo, este elemento nodal en la argumentación de Service, queda neutralizado por esa anemia empírica e indolencia interpretativa.

Esta operación, antes que impulsar, obstaculiza el legítimo ejercicio de reflexión que le presenta a la propia tradición teórica y política generada por la revolución y por el mismo Trotski para dar cuenta de los fenómenos ocurridos desde los momentos posteriores a la toma del poder: la tendencia al cercenamiento de la democracia obrera y la vitalidad de los soviets , la uniformización política o la creciente sustitución de la clase por el partido, que los bolcheviques pusieron provisoriamente en práctica a fin de asegurar la existencia del régimen y sostener un inminente proceso revolucionario mundial (que finalmente no triunfó), y que de medidas de excepción devinieron en permanentes.

En cambio, el volumen de Service termina gobernado por el juego de corroborar, y de sancionar, cuán lejos se hallaba Trotski del universo liberal-republicano y del orden capitalista. Se asombra e inquieta al comprobar "hasta qué punto (Trotski) era hostil a las ideas e instituciones de la democracia liberal" y tenía "la aguja del compás fija en la perspectiva del comunismo revolucionario".

Es obvio: el personaje histórico en cuestión, precisamente, era marxista. No había que esperar a leer más de 600 páginas para enterarse de ello. ¿Para qué juzgar exclusivamente al biografiado según convicciones extrañas a él, en vez de contrastar la eventual correspondencia o distancia entre sus ideas y las de la tradición ideológico-política en la que se inspiraba o entre aquellas y sus efectivos comportamientos y conductas? Como puede advertirse, el libro no se caracteriza por su originalidad conceptual ni por la proposición de planteos disruptivos. El uso de nuevas fuentes primarias y el exhaustivo relato condujo al autor al mismo lugar al que ya habían llegado hace mucho decenas de historiadores anticomunistas, liberales y conservadores (y ex estalinistas).

La finalidad parece ser la de interpelar a un lector no muy especializado en la materia, el cual no debería estar desprevenido de las intenciones ideológicas del investigador británico, convenientemente revestidas de desapasionada "objetividad histórica".

miércoles, 9 de febrero de 2011

Publicado en japonés un libro con las reflexiones de Fidel Castro

Más de una veintena de artículos escritos por el ex presidente cubano Fidel Castro fueron traducidos al japonés para el libro "Fidel dice", presentado hoy en la Embajada de Cuba en Tokio

El ex presidente cubano Fidel Castro en una de sus últimas apariciones públicas pronunciando un discurso el 28 de septiembre de 2010, en La Habana.foto: EFE.fuente:lainformación.com

Más de una veintena de artículos escritos por el ex presidente cubano Fidel Castro fueron traducidos al japonés para el libro "Fidel dice", presentado hoy en la Embajada de Cuba en Tokio.

La obra, a cargo de la editorial japonesa Seidosha, recoge 22 artículos del líder de la Revolución Cubana, con temas desde la política al deporte, que fueron publicados en las páginas del diario oficial Granma entre marzo de 2009 y septiembre de 2010.

"Ésta es la primera vez que se publican en Japón las reflexiones del comandante jefe (Fidel Castro) en forma de libro", dijo hoy el embajador de Cuba en Tokio, José Fernández de Cossío, durante la presentación.

La recopilación de las reflexiones del octogenario líder, que gobernó Cuba tras el triunfo de la revolución en 1959 hasta 2008, incluye, entre otros, comentarios sobre los movimientos de izquierda y los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y Bolivia, Evo Morales.

El libro también recoge la visión antiimperialista de Castro y sus críticas a Estados Unidos, además de sus reflexiones sobre el medio ambiente y el origen de las guerras contemporáneas, entre otros temas, según explicó el embajador cubano.

Maiko Imaoka, representante de la editorial japonesa, destacó que, más allá de la visión tradicional que Japón tiene de la isla caribeña, el libro plasma "la posición de Cuba sobre el mundo globalizado".

Imaoka también precisó que "Fidel dice" incluye comentarios sobre el béisbol, deporte popular en Cuba y Japón, así como las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos sobre las ciudades niponas de Hiroshima y Nagasaki al final de la II Guerra Mundial (1939-45).