martes, 28 de junio de 2011

Intelectuales y artistas piden la reconstrucción de la izquierda en un manifiesto

El juez de la Audiencia Nacional. Baltasar Garzón, encabeza un grupo de una veintena de jueces, escritores, actores y otros profesionales del cine, el teatro y la música, que solicitan en un manifiesto reconstruir la izquierda y recuperar la ilusión frente a la imposición de los mercados
Baltasar Garzón encabeza el grupo de intelectuales.foto.fuente:noticiasterra.es

Un grupo de una veintena de intelectuales entre los que se encuentran jueces, escritores, músicos o actores firman un manifiesto titulado 'Una Ilusión Compartida' en el que piden una reconstrucción de la izquierda que la vuelva en una forma de política e ideología más reconocible y adaptada a este tiempo.

Además de Garzón, entre los firmantes del mismo destacan el exmagistrado del Supremo José Antonio Martín Pallín; el director de cine, Pedro Almodóvar; los cantantes Joaquín Sabina y Miguel Ríos; la actriz Pilar Bardem; los escritores Almudena Grandes, Juan José Millás o Luis García Montero.

El manifiesto del que se hace hoy eco eldiario Público, critica que el Gobierno del PSOE "ha sido incapaz de imaginar otra receta que la de aceptar las presiones antisociales y degradar los derechos públicos y las condiciones laborales mientras los mercados financieros imponen el desmantelamiento del Estado del bienestar en busca de unos beneficios desmesurados".

El texto recoge además buena parte de las peticiones del Movimiento 15-M, al cual menciona añadiendo que "es evidente que los resultados electorales han pasado una factura contundente al PSOE" pero "las otras alternativas a su izquierda no han llegado a recoger el voto ofendido por las medidas neoliberales y las deficiencias de una democracia imperfecta".

Y es que, según este manifiesto, "el descrédito de la política y las quejas asiduas sobre la corrupción de la vida democrática no pueden dejar indiferentes a las conciencias progresistas" porque "son muchas las personas que, desde diferentes perspectivas ideológicas, se han sentido indefensas en medio de esta crisis económica, social e institucional".

El manifiesto considera que "la izquierda tiene un problema más grave que el avance de las opciones reaccionarias en las últimas elecciones municipales" y "se trata de su falta de horizonte". Por eso se reclama una renovación de ideas y concluye con la petición del "esfuerzo de todos, porque nada está escrito y todo es posible", ya que "el mundo lo cambian quienes, desde los principios y el compromiso cívico, se niegan a la injusticia, rompen con la tentación del acomodo y se levantan y pelean dando sentido a la ilusión".

sábado, 25 de junio de 2011

Biblioteca indignada

El éxito de los libros de Stéphane Hessel fomenta la aparición de breves ensayos de debate político. Los títulos que proponen alternativas toman el relevo a los que llamaban a la movilización

Una manifestante con un libro protesta ante un mosso, el pasado 15 de junio frente a la Ciutadella. foto:Toni AlbirManifestantes del movimiento social ¡Indignaos! que puso a prueba la democracia en las calles de España.foto:elindignado.fuente:elperiodico.com

Y al tercer año de la crisis la indignación estalló. El libro del nonagenario Stéphane Hessel llegó justo a tiempo para convertirse en la bandera, o en la marca no registrada, de un movimiento social. Y, además, en la punta de lanza de un fenómeno editorial. Detrás han venido imitaciones y réplicas, pero también una segunda oportunidad para autores que llevan años ofreciendo propuestas y referentes ideológicos alternativos. Y una nueva generación de literatura de combate, panfletaria en el mejor sentido de la palabra.
Arcadi Oliveres, uno de los autores y oradores de referencia en estos días, reconoce que ¡ Indignaos! y la obra colectiva Reacciona, «aunque no son ensayos en profundidad han servido para provocar a la gente». Pero la biblioteca de referencia del movimiento 15-J es mucho más amplia. «Las movilizaciones han incorporado a viejos luchadores y –añade– a una mayoría de gente que está haciendo un curso intensivo de pedagogía política, como muchos jóvenes que han pasado de la Playstation a la manifestación».
Esta formación intensiva requiere más argumentos que lemas. Y precisamente los casos prácticos que Oliveres expone en sus conferencias y libros , los ejemplos didácticos y las cifras escandalosas, se han convertido en el arsenal básico de muchos debates. «Tiene un punto de maestro y también de gurú, en el sentido de prever tendencias. A principios del 2010, con Aturem la crisi , vimos que era el momento de no solo denunciar sino también aportar soluciones», explica su editora Rosa Rey. Angle Editorial lleva vendidos unos 25.000 ejemplares en catalán de los libros de Oliveres. El último, una versión actualizada, en bolsillo, de Un altre món. «En las conferencias de Arcadi –duce Rey– hay gente de 60 años y de 18, y es necesario explicar cosas que son muy complicadas, como qué relación hay entre cómo se jugó con las hipotecas en Estados Unidos y que a un funcionario le recorten el 5% el sueldo».
ACTIVOS Y ACTIVADOS / Esther Vivas, miembro del Centre d'Estudis sobre Moviments Socials de la Universitat Pompeu Fabra y coautora, junto con Josep Maria Antentas, de artículos recogidos en tres de los libros que aparecen estos días, coincide en que el movimiento del 15-M se suman «personas que vienen de una trayectoria larga de activismo en movimientos sociales y gente que hace su primera experiencia; hoy somos más que antes del 15-M». Esta nueva generación necesita «materiales de reflexión que ofrezcan respuestas a las preguntas que se plantean», explica Vivas. Una prueba es que las bibliotecas improvisadas o las charlas formativas no han faltado en ninguna acampada.
Coincide con ella Anna Monjo, directora de la editorial Icaria: «El malestar que ha cristalizado ante la evidencia de que los políticos no discuten de nuestros problemas ha llevado a las asambleas a gente joven a la que ves que les faltan referentes, que descubren allí que existe la banca ética, o la agricultura de proximidad, o el cooperativismo... » Para estos potenciales lectores es necesario, opina Monjo, «pasar de explicar las carencias del sistema a dejar claro que hay alternativas». Y para ello no bastan los breviarios de agitación, sino una auténtica biblioteca alternativa (70 libros al año publica Icaria).
El banco teórico del que bebe el movimiento del 15-M no ha salido de la nada. Su arsenal ideológico y práctico es el de los últimos 10 años de movimiento altermundialista, e incluso tiene antecedentes mucho más cercanos en movilizaciones como las de v de vivienda . Arcadi Oliveres va más allá y ve «una coherencia con los movimientos del no a la guerra, las protestas contra la cumbre europea del 2002, contra el Banco Mundial en el 2000, contra la deuda externa y a favor del 0,7% para la cooperación en los 80 y 90».
Sin embargo, no todos los temas de la izquierda alternativa de la última década están encima de la mesa con la misma intensidad. «El movimiento responde al malestar tras dos años de crisis con la clase política actual y con el sistema bancario», analiza Vivas. Dos temas, con capacidad además de conectar con sectores sociales que van más allá de las minorías militantes, centran la atención: «La demanda de profundizar en una democracia radical y la exigencia de responsabilidades a la banca y a la clase política».
Según Enrique Murillo, en cambio, el reto es encontrar nuevas voces no alineadas, y está en ello en su editorial Libros del Lince. «He evitado a la izquierda envarada. El discurso de la izquierda europea está muerto de inanición, hay que hacer algo crítico pero diferente. Mucha gente que no estaba en el sistema de partidos resulta que pensaba».

Arengas, debates, razones y alternativas


¡COMPROMETEOS! / COMPROMETEU-VOS!
STÉPHANE HESSEL Y GILLES VANDERPOOTEN
El ¡Indignaos! del nonagenario Stéphane Hessel ofreció un eslogan inmejorable pero en el fondo, más allá de la llamada a la movilización, quedaba anclado en viejos referentes. En su nuevo libro, una conversación con el periodista Gilles Vanderpooten, que llegó ayer a las librerías, da un paso adelante: «Experimentemos, dirijamos la mutación, ecológica, solidaria, social, ética, económica y política, y tratemos de construir juntos un futuro sostenible».

REACCIONA
AA. VV.
Los grandes grupos editoriales (Planeta con Hessel, Santillana con este libro) fueron los primeros en romper el círculo más limitado del lector más militante. Coordinado por Rosa Maria Artal, Reacciona incluye textos de José Luis Sampedro, Federico Mayor Zaragoza, Baltasar Garzón, Juan Torres López, Àngels Martínez, Ignacio escolar, Carlos Martínez, Javier López Facal, Javier Pérez de Albéniz y Lourdes Lucía, con un prólogo de Hessel que proclama que este es «tiempo de accion, de participación, de no resignarse».

¿EL MEJOR DE LOS MUNDOS?
PASCUAL SERRANO
Uno de los tres primeros libros de la colección A Saco (Icaria) es ¿El mejor de los mundos?, de Pascual Serrano, uno de los creadores de la publicación electrónica Rebelión. «La mayoría de las personas de los países desarrollados están convencidas de que viven en el mejor sistema posible (...) La idea es mostrar las miserias, desmanes y aberraciones que el capitalismo ofrece como sinónimo de democracia, no con la intención de reformar el sistema o parchearlo sino de combatirlo, ya que es incompatible con el humanismo y la decencia».

ATUREM LA CRISI
ARCADI OLIVERES
Las conferencias de Arcadi Oliveres, presidente de Justícia i Pau, tienen diversas concreciones en forma de libro: en algunas pesa más la crítica al sistema, en otras la propuesta de alternativas, como sucede en este título publicado en enero del 2010, en un momentio en que el autor no se explicaba por qué no llegaba el estallido social que al final se ha producido. La vida editorial del libro es todo un termómetro social: una primera edición de 3.000 ejemplares fue pasando de boca en boca durante el 2010, y este año lleva ya dos reediciones.

LA VÍA
EDGAR MORIN
El veterano pensador francés Edgar Morin plantea en La vía. Para el futuro de la humanidad (Paidós) que el actual curso de la humanidad lleva a una sucesión de catástrofes y debe ser encauzado hacia una metamorfosis completa de nuestra sociedad «que impedirá que la humanidad sea esclavizada o destruida por la hipertrofia de los poderes que ella misma haya engendrado y no sea ya capaz de controlar». Morin vislumbra «una primavera que desea nacer» pero también una posible «edad de hielo» del espíritu que la puede aniquilar.

MANIFIESTO DE ECONOMISTAS ATERRADOS
ASKENAZY / COUTROT / ORLÉAN / STERDYNIAK
Al mismo tiempo que el primer libro de Hessel llegó a España el manifiesto de cuatro economistas franceses al que se han ido adhiriendo varios miles (Manifiesto de economistas aterrados, Barataria). Los autores denuncian que diez axiomas que justifican las políticas neoliberales (como que la UE defiende un modelo social europeo) son falsas, y proponen 22 medidas para hacerles frente (como mantener el gasto público e incluso aumentarlo en educación e investigación).

SUS CRISIS, NUESTRAS SOLUCIONES
SUSAN GEORGE
En las librerías coinciden los nombres clásicos del movimiento altermundialista y nuevos planteamientos, todos ellos planteando críticas a fondo y alternativas radicales al capitalismo de mercado. Por su lado Sus crisis, nuestras soluciones, de Susan George (Icaria). Por el otro, Cuando nada vale nada, de Raj Patel (Lince): «Debemos ver, valorar y gestionar el mundo de un modo más democrático, y entender que la propiedad y el gobierno pueden ser mucho más flexibles de lo que creíamos».

ASÍ NO PODEMOS SEGUIR
PAUL GINSBORG
Recordémoslo: los impulsores de las acampadas fueron el grupo Democracia Real Ya. La crítica al funcionamiento de la democracia parlamentaria por «la corrupción, el poder excesivo de los partidos políticos y el desapego de los votantes hacia la política» y la defensa de nuevas formas de participación ciudadana es la tesis de Así no podemos seguir, de Paul Ginsborg (Lince). Democracia radical, coordinado por Ángel Calle (Icaria), expone casos de participación democrática «desde abajo», basados en los «vínculos sociales» y no en la autoriATERRADOS
ASKENAZY / COUTROT / ORLÉAN / STERDYNIAK
Al mismo tiempo que el primer libro de Hessel llegó a España el manifiesto de cuatro economistas franceses al que se han ido adhiriendo varios miles (Manifiesto de economistas aterrados, Barataria). Los autores denuncian que diez axiomas que justifican las políticas neoliberales (como que la UE defiende un modelo social europeo) son falsas, y proponen 22 medidas para hacerles frente (como mantener el gasto público e incluso aumentarlo en educación e investigación).

SUS CRISIS, NUESTRAS SOLUCIONES
SUSAN GEORGE
En las librerías coinciden los nombres clásicos del movimiento altermundialista y nuevos planteamientos, todos ellos planteando críticas a fondo y alternativas radicales al capitalismo de mercado. Por su lado Sus crisis, nuestras soluciones, de Susan George (Icaria). Por el otro, Cuando nada vale nada, de Raj Patel (Lince): «Debemos ver, valorar y gestionar el mundo de un modo más democrático, y entender que la propiedad y el gobierno pueden ser mucho más flexibles de lo que creíamos».

ASÍ NO PODEMOS SEGUIR
PAUL GINSBORG
Recordémoslo: los impulsores de las acampadas fueron el grupo Democracia Real Ya. La crítica al funcionamiento de la democracia parlamentaria por «la corrupción, el poder excesivo de los partidos políticos y el desapego de los votantes hacia la política» y la defensa de nuevas formas de participación ciudadana es la tesis de Así no podemos seguir, de Paul Ginsborg (Lince). Democracia radical, coordinado por Ángel Calle (Icaria), expone casos de participación democrática «desde abajo», basados en los «vínculos sociales» y no en la autoridad.

PEQUEÑO TRATADO DEL DECRECIMIENTO SERENO
SERGE LATOUCHE
Serge Latouche llenó el CCCB de Barcelona hace pocas semanas con su defensa de la filosofía del decrecimiento: la reducción del PIB no solo puede no ser negativa sino incluso resultar necesaria para mantener un mundo sostenible y positiva para un reparto más justo de la riqueza. En su Pequeño tratado (Icaria) resume las tesis que desarrolla más ampliamente en otros títulos. Otro teórico de la filosofía del decrecimiento, Nicolas Ridoux, expone sus planteamientos en Menos es más (Lince).

martes, 21 de junio de 2011

Bauman traslada el concepto de "daño colateral" a la sociedad moderna

El teórico de la llamada modernidad líquida advierte del detonador de efecto retardado que supone el crecimiento incesante de la desigualdad en el mundo
El filósofo polaco Zygmunt Bauman, creador del concepto Modernidad líquida.foto:Wikipedia.fuente:lavanguardia.com

El sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman traslada en su último libro el concepto de "daño colateral", normalmente aplicado a las consecuencias accidentales de las intervenciones militares, a las víctimas de una sociedad cada vez más globalizada.

En Collateral Damage: Social Inequalities in a global age (Ed. Polity, 182 páginas), el teórico de la llamada "modernidad líquida" advierte de la espoleta de efecto retardado que supone el crecimiento incesante de la desigualdad en el mundo y la ceguera al respecto de políticos y otros que prefieren mirar para otro lado.

El incremento de la desigualdad, cada vez más visible donde quiera que se mire, es considerado, explica Bauman, solo como un problema económico y cuando se discute, lo que ocurre rara vez, es únicamente por lo que puede suponer de amenaza para la ley y el orden y no por sus peligros a corto o medio plazo para el bienestar físico y la salud mental de la sociedad y la cohesión de sus miembros.

El sociólogo emérito de la Universidad de Leeds, en el Reino Unido, explica esa categoría de individuos que se denominan en inglés "underclass" o "infraclase", un concepto imaginado para designar a quienes ocupan el lugar más bajo en la escala de distribución social, un grupo sin valor de mercado ni función específica y sin derechos, a diferencia de las clases trabajadoras o profesionales.

Pensar en términos de daños "colaterales" en una sociedad como la actual, movida solo por el más egoísta y desmedido afán de lucro, y en medio de una globalización que escapa a todo control es, según Bauman, asumir tácitamente una ya existente desigualdad de derechos y oportunidades y pensar que esos daños no son lo suficientemente importantes como para justificar los gastos de prevenirlos ni tenerlos en cuenta a la hora de planificar.

Asegura que el Estado providencia está siendo progresivamente capitidisminuido, cuando no directamente desmantelado, mientras que se eliminan una tras otra las reglas que antes limitaban los abusos del mercado.
Enfrentado a la vulnerabilidad e incertidumbre de la lógica o más bien falta de lógica del libre mercado, el Estado, según denuncia Bauman, simplemente "se lava las manos" y, sintiéndose impotente frente al capital y la especulación, encuentra otros tipos de vulnerabilidad a la que combatir para justificarse: las amenazas a la seguridad de las personas o a la propiedad.

La obsesión por la seguridad, visible en la constante instalación de videocámaras en lugares públicos y privados y la pujanza de las empresas dedicadas a proteger personas y propiedades, generan otro tipo de "daños colaterales" al erosionar continuamente la confianza que debe existir en una sociedad de individuos libres y fomentar una situación de continua sospecha.

Y lo que es más grave, en lugar de conseguir su objetivo de reducir la inseguridad ciudadana, no hace sino generar más miedo, ansiedad, hostilidad y agresión, explica Bauman, según el cual todo eso obedece a una razón bien clara y es que el fundamento de todo el poder político, como bien vio en su día el teórico del Estado totalitario Carl Schmitt, es precisamente la vulnerabilidad e inseguridad del individuo.

Pero Bauman no es con todo pesimista y piensa que, en la fase de globalización desenfrenada a la que se ha llegado, los factores esenciales de solidaridad humana que caracterizaron al Estado providencia requieren un marco institucional totalmente nuevo.

Un marco de creación de opinión y de formación de voluntades que supera a un país e incluso a un grupo de ellos, por lo que habría que llegar a instituciones universales, de las que el sociólogo reconoce que es imposible predecir de momento qué forma terminarán adoptando.

Lo claro para él es que el llamado Estado social, una de las grandes conquistas del pasado siglo, ha dejado de ser viable y solo lo que él llama un "planeta social", basado en organizaciones y asociaciones no gubernamentales que deberán actuar a escala universal, puede asumir las funciones que aquél ha venido cumpliendo con mayor o menor fortuna.

martes, 14 de junio de 2011

"El Che no consideraría verdaderas revoluciones las revueltas árabes"

Jon Lee Anderson, biógrafo del guerrillero, celebra la desclasificación íntegra de sus diarios de campaña en Sierra Maestra

Una mujer porta el retrato del Che durante una manifestación en Yemen contra el presidente Saleh.foto: Hani Mohammed
Ernesto Che Guevara llega en mulo al bohío donde les espera Fidel Castro, Celia Sánchez, Raúl Castro y Enrique Meneses para celebrar el almuerzo de Navidad, 25 Diciembre de 1957.foto:Enrique Meneses..fuente:elpais.com

Es un día de combate en Sierra Maestra. Ernesto Guevara está solo y huye al ser descubierto por guardias del dictador Batista. Esa misma noche, el guerrillero relata lo ocurrido en su cuaderno de campaña y concluye: "Sentí algo que nunca sentí: la necesidad de sobrevivir. Tendré que corregir eso la próxima vez". El episodio aparece en las pequeñas libretas de notas que el Che escribió durante su estancia en Sierra Maestra, a las que hasta ahora solo había tenido acceso completo el reportero Jon Lee Anderson para escribir Che Guevara. Una vida revolucionaria, considerada la mejor biografía sobre el mítico líder revolucionario. Hoy, coincidiendo con la celebración oficial del 83 aniversario de su nacimiento -en realidad nació un mes antes, pero su familia falseó la fecha porque fue concebido antes de que sus padres contrajeran matrimonio-, se publican por primera vez de forma íntegra con el título de Diario de un combatiente. "Son reveladoras, a pesar de que buena parte ya se conocía a través de otros textos. En ellas se puede ver cómo Ernesto Guevara se convirtió en el Che", explica Anderson por teléfono, celebrando la desclasificación de los apuntes.

Los diarios son una muestra sin precedentes de cómo se forja el guerrillero. Su obsesión por ser alguien que no teme a la muerte, de superar su naturaleza humana. "Un relato esclarecedor es el que cuenta cómo ejecuta personalmente al primer traidor, en el segundo mes de revolución, algo que no se supo hasta que se conocieron estas notas. Explica secamente cómo lo hizo, las últimas palabras del muerto y una única observación: esa noche no sintió asma", dice Anderson. La escritura es áspera, no hay intención literaria y algunos pasajes no tienen jugo histórico, pero su lectura resulta fascinante, asegura el biógrafo. "Los cuadernos son la materia prima que el Che utilizó para publicar años más tarde su famoso Pasajes de la guerra revolucionaria, un libro que elaboró de forma muy consciente, a modo de parábolas de la revolución, para fijar la crónica de los sucesos. Y es muy interesante ir de las notas al libro para ver cómo va extrayendo y limando esa materia prima".

No hay duda de que la experiencia directa del Che en Sierra Maestra despertará interés más allá de su valor como documento histórico. Allí donde hay un intento de desafío al statu quo, aparece la famosa fotografía que Korda le tomó en 1960, sea cual sea el origen del movimiento y el lugar del mundo en que se produzca. "Pero el mundo no es tan blanco ni tan negro como lo era en tiempos del Che y su postura sería muy compleja. Por ejemplo, no consideraría verdaderas revoluciones las revueltas en el mundo árabe porque las vería carentes de ideología. Por otro lado, en público se vería obligado a situarse en la crítica oficial al imperialismo estadounidense y a la intervención en Libia, pero en privado se sentiría incómodo con la corrupción y la manera de actuar de esos Gobiernos", reflexiona Jon Lee Anderson.

Aparte de un acercamiento a la figura del Che, los cuadernos ofrecen la apasionante crónica de cómo se fragua una revolución en dos años. "La etapa de Sierra Maestra fue crucial. En ese tiempo la guerrilla cuajó la revolución, adoptó una ideología y tomó el rumbo de la izquierda", subraya Anderson. Un proceso que se refleja en los diarios a través de sus comentarios sobre el día a día de la batalla, relatos de escaramuzas, observaciones sobre compañeros de lucha y recelos hacia algunos de ellos, incluido el propio Fidel Castro. "Algunas de estas notas resultan políticamente incorrectas y causaron indignación en algunas personas en Cuba cuando aparecieron en mi libro", recuerda Anderson. ¿Por eso han pasado tantos años escondidas en los archivos del Centro de Estudios Che Guevara en La Habana? Según los editores, tienen errores ortográficos e imprecisiones, lo que, unido a la falta de páginas importantes, había determinado que no se hubieran publicado de manera íntegra. Ahora, después de una "revisión exhaustiva", muchas han sido rectificadas.

El Che, una biografía a la altura del mito
Cuba publica el cuaderno inédito del Che en Sierra Maestra

viernes, 10 de junio de 2011

Aquellos muertos del junio aquel

El estudiantado ha sido un estado de ilustración y contestación, que aunque pasajero, siempre se ha ubicado en la primera línea. Tal vez por esto siempre ha sido confrontado con odio político y ajusticiamientos directos
foto.fuente.ELESPECTADOR.COM

Seis años después frente al pelotón de turno de los fusilamientos de la carrera séptima, miles de jóvenes habrían de recordar que en esta misma cuadra, de la calle principal de Bogotá, había caído, para morir, el hombre (Gaitán) que hoy queda sólo de nombre conmemorativo de gloria no alcanzada y frustración desangrada. Los miles de aquellos jóvenes llegaron en la mañana del miércoles 9 de junio de 1954, para sentarse, en orden y con la prudencia del momento, exactamente sobre el pavimento del punto en que se había visto durante cinco minutos, caer a Gaitán, recoger su cuerpo por un puñado de hombres, salir con el en andas, en torpe carrera hasta una pequeña clínica cercana, mientras la multitud creciente y arremolinada se concentraba sobre el cuerpo de quien alguien gritó -aún hoy sin certeza histórica- que había sido el gatillero magnicida. Estas calles que conforman el árbol caído de la carrera séptima de Bogotá en su espacio central, han servido de paredón extendido y de testigos de piedra desde hace un siglo -sin contar los ajusticiamientos de la colonia, la independencia y la naciente república. Hasta allí llegaron los miles de jóvenes de aquel miércoles, también para ser -objetivamente- fusilados.

Venían marchando desde la ciudad blanca de la universidad nacional. Ciudadela que aún no tenía dos décadas de arquitectura viva y modernizadora, y donde la tarde anterior un policía había disparado su poderosa bala de fusil a la cabeza de Uriel Gutiérrez Restrepo, brillante estudiante de cuarto año de medicina y simultáneamente de segundo año de filosofía en el alma mater de Colombia (!). El cráneo de aquel cerebro había sido destrozado como una nuez, y la bala había llegado hasta el corazón de la universidad colombiana.

Uriel Gutiérrez y un grupo destacado de estudiantes habían salido el martes 8 de junio a conmemorar otra muerte notable cuasi-institucional: la del estudiante Gonzalo Bravo Pérez, muerto 25 años antes cuando asistía a una manifestación de protesta por otra matanza: la de las bananeras. Se podría seguir desenterrando la cadena de asesinatos de esta especie, de estudiantes y de tantas gentes del común y de los sectores nacientes de la clase media, hacia atrás del 8 de junio de 1954. Así mismo hacia adelante, hasta años recientes cuando los cuerpos, los nombres y los cadáveres se pierden entre las neblinas de los gases de asalto, revueltas en la confusión de la memoria por saturación. Uriel Gutiérrez es el nombre cimero de esta lista lapidaria, por múltiples razones, las más de razonables de parte de la juventud, y las más de tenebrosas de parte de los abaleadores, con o sin uniforme, en todo caso con licencia, legal o legitimada.

Al día siguiente -9 de junio-, después de contemplar el cadáver ilustre de Uriel Gutiérrez, en silencio pensante y de duelo, los estudiantes dejaron el catafalco en la universidad y salieron a pedir explicaciones, al gobierno militar, del por qué del ajusticiamiento, por parte de la policía -llamada en río revuelto -según se lee en la prensa de entonces- por un decano famoso por malos manejos, -como por costumbre inveterada-. La policía desoyó los pedidos de respeto de los soldados del ejército que estaban cuidando el orden en la universidad. ("Hechos confusos" como escriben los medios cuando se trata de los muertos de uno de los bandos en los que presionados, ellos mismos han divido las protestas y su represión sistemática).

Sentados en la calle matinal, en la primera marcha significativa y concentración masiva desde el 9 de abril, estudiantes y profesores de varias universidades ( Nacional, Javeriana, Libre, Externado, Andes, Gran Colombia, América, Colegio Mayor del Rosario), sin distingo de origen socioeconómico, esperaban franquear en paz a un pelotón de guerreros de origen campesino, que trajeados con los uniformes "de la ONU" recientemente habían combatido en Corea contra chinos y coreanos (de países) comunistas, lo que los justificaba patrióticamente, según el sentir oficialista.

Aquella línea de fuego de la calle 13 se trazó como un paralelo 38 de la guerra fría que ponía el rótulo de comunistas a todos los que quedasen del otro lado. Eran los años del comienzo enfatizado de la macartización aplicada en Colombia, en la que se señala y se persigue a todo lo que se mueva en la dirección "opuesta" del pensamiento.

La masa estudiantil pidió, por medio de sus voceros y abanderados, que se los dejara continuar hasta los estrados presidenciales del gobierno militar, donde les habían prometido escucharlos, especialmente a causa de la muerte por fusilamiento de Uriel Gutiérrez. Allí mismo sentados sobre el pavimento, ya histórico de sangre y fuego, había también estudiantes de colegio y jóvenes trabajadores que al final figurarían en la lista de los muertos. Los voceros dialogaban con sargentos y oficiales prepotentes que hacían gritos de las razones y veían "comunismo" -sin tener idea de sus principios- en todo lo que protestara. La marecha detenida se fue haciendo sentada que fue avanzando hacia atrás hasta el punto focal en que cayó Gaitán. Las fotografías históricas los muestran organizados y con la tranquilidad posible, esperando continuar la marcha y -sin saberlo- la historia. La sentada de cien metros de profundidad era la vanguardia de una marcha de miles, comprobadamente pacifista y decidida, que terminaba doce cuadras al norte, en la plazoleta de entrada de la plaza de matar toros. Esperaban, dialogaban y pensaban.

De pronto, descargas continuadas de fusilería rompieron -nuevamente en el tiempo- cualquier reinicio de diálogo. Antes de los disparos un grito militar ordenó ¡fuego! . Y el fuego se hizo muerte y habitó entre los jóvenes. En pocos segundos, la primera fila de parlamentarios del estudiantado cayó al suelo: unos por la descargas a diez metros, otros por el instinto, otros por el proverbial efecto dominó. Pronto la calle 13, en su cruce con la carrera 7a, se pobló de caídos amontonados y cubiertos solamente por sus vestidos de paño y por los cuerpos de unos y otros compañeros de marcha. Ah… y también por las banderas plegadas. El abanderado cayó y murió, la candidata al reinado estudiantil del carnaval, próximo a realizarse, cayó vestida con la elegancia femenina de aquellos tiempos. Los ordenados estudiantes que habían llegado hasta el cruce en perfectas filas e hileras, en presentación de corbata, como era de uso entonces, con sus miradas nobles, de penetrar futuros, muchos de gafas gruesas y otros de bigotes prematuros, cayeron todos en uno, agrupados por el fuego de los fusiles de un gobierno que se había posesionado 360 días antes con la frase promesera de NO MAS SANGRE, NO MAS DEPREDACIONES.

Tres minutos después, el silencio de muchos se mezclaba con los quejidos y pedidos de auxilio de otros muchos. Allí estaban tendidos y arracimados cientos de estudiantes de la primera línea del fuego que había sido la primera fila de la protesta. Del augusto frente que dos días antes llenaba las aulas preclaras de la universidad nacional. Quienes escuchaban admirados las cátedras inolvidables de profesores de eminencias conocidas; fungían de aprendices de laboratorios; entrenaban, para hacerse atletas, en la pista de carboncillo del estadio; charlaban en busca de conocimientos en los corrillos inolvidables, o se hacían novios en los prados abiertos de la gran aula abierta. Cayeron en el andén de la esquina del palacio de las comunicaciones, de un país en donde todo tiene un palacio -según un ensayista-, desde el presidente republicano hasta el colesterol, sin haber aún superado el castillaje medieval. Donde casi siempre se aplaza todo para el futuro, pero hoy se llega a aceptar que ya no hay un futuro, dominante y masivo, más allá del desempleo, la exclusión y los privilegios heredados o logrados por azares.

Con la descarga del miércoles 9 de junio cayó también un piloto militar peruano, Elmo Gómez Lucinch, quien huyendo de otra dictadura había llegado a la universidad nacional para cumplir sus sueños de estudiante. Otro de los jóvenes sacrificados fue Rafael Chávez Matallana, adolescente del colegio Virrey Solís. Y cayó también entre los muertos Hernán Ramírez, un trabajador de 15 años del restaurante del parque nacional, construido, como la ciudad blanca de la universidad, en el inicio de la administración de López Pumarejo, la de la revolución en marcha.

Como en un acto inmediato de relevo generacional los estudiantes del bachillerato en el colegio de roca Mayor de San Bartolomé, a 300 metros de la matanza, fueron echados por los curas jesuitas a la calle, sin siquiera llamar a sus familias. Algunos casi niños corrieron, con la osadía de la ingenuidad, hacia el punto del choque, entre retumbos de fusilería y gritos de confusión. Se tiraron al suelo a 150 metros y desde allí, protegidos por cuerpos adultos -vivos-, vieron la historia en la gran cercanía, entre silencios, gritos, gases y pavores crecientes. Muy poco entendían estos bartolinos de política estudiantil, pero varios de ellos, hijos de soldados de la república, habían sido instruidos sobre patrias, deberes, héroes, honores y simplezas de vida y muerte. Eran hijos de campesinos reclutados -y de allí urbanizados- que pujaban por un futuro para sus hijos al haberlos logrado matricular en el colegio de 400 años de donde habían salido varios estudiantes a integrar el ejército libertador de Bolívar. Con esta carga prematura de cultura y balas se apostaron pegados al mismo suelo donde, allá en el fondo, yacían los cuerpos que habían venido persiguiendo la verdad y la justicia y que fueron parados por la paz que ofrecía aquel gobierno hoy famoso -en verdades o en infundios- por varias matanzas de todo tipo. Estaban tirados los niños del bachillerato -significativamente- a la vera de la Casa del Florero. Fue su primer encuentro violento con los dos bandos que comenzaron a formar su conciencia estudiantil y política.

Las horas siguientes, después del fusilamiento, hasta la celebración del primer año del gobierno militar -en realidad con tutelaje civil de élites- fueron de confusiones: reclamando, maldiciendo, buscando heridos, enterrando muertos, señalando culpables y escribiendo justificaciones. Todo se hacia desde las comunidades estudiantiles y sus familias, entre el terror y la ira, entre los periódicos partidistas y forzados al oficialismo; entre los ministerios militares con discursos de civilización cristiana y de patria, con señalamientos estúpidos como aquello de "agentes profesionales terroristas preparados en la cortina de hierro…". Manifestaciones de retórica previsible y lamentable de parte de los directorios bipartidistas -casi en la misma foto con los mismos personajes de sus declaraciones escuálidas cuando el asesinato de Gaitán-; de concientización sobre el significado real y trascendente de las balas contra los jóvenes. Era el momento de la postguerra hablada y de los duelos silenciosos.

Aquel día en que un teniente gritaba después del fusilamiento "yo les dije que dispararan al aire, ¡ no sean brutos!…" , los generales no alcanzaron a aplicar la cadena de respuestas que según uno de ellos iba de las palabras, a las mangueras, a los gases, a la culata… Pero fue también el día cuando un sargento (dicen que) dijo: "estos tipos lo que merecen es bala…". Tal vez sean los dos diferentes enfoques desde el ejército, cuando la guerra cursa por los equívocos de disparar a estudiantes inermes que además leen y dicen cosas inteligentes sobre mejorar sus vidas con las de todos.

Cuando el humo de las descargas amainó y la calle quedó desierta y militarizada, el país trató de compaginar un discurso que se ha reeditado según las épocas. El país lo leyó en las dos corrientes tradicionales de los diarios. Los liberales lloraban con lágrimas de liberales y los conservadores carraspeaban abogando por que las cosas se pusieran "al servicio del orden…". Esto se leía en las páginas autodenominadas editoriales, porque los periodistas sin privilegios, los que trabajaban en las calles vecinas a la matanza, fueron revisados, debieron pedir salvoconducto y hasta vieron llevar preso al director de uno de los periódicos y confiscado "El Espectador".

Hubo 500 detenidos. Como siempre -tal vez por tradición- se iniciaba una severa investigación apresando a los del mismo bando que durante toda la historia ha puesto la inmensa mayoría de los presos y los muertos. Se apresó a académicos de izquierda como Luis Carlos Pérez, Alfonso Romero Buj y Juan Francisco Mújica; a un ex-alcalde de Bogotá y, casi en el aeropuerto de Techo, a Gerardo Molina quien llegaba de una especie de exilio en París. Entre el medio millar, muy significativo para la población de entonces, se buscaba a los "agitadores profesionales", a los "comunistas inconfesables", a los "agentes de Rusia" y a quienes, según la salmodia eterna, sólo pretendían interrumpir el periodo de tierra prometida de paz-justicia-y-libertad, lema-proclama del gobierno cívico-militar, que por ahora estaba aún atravesando su mar rojo. En la cacería de brujas distractora, el general Ordóñez, director del temible SIC, acusó a la estudiante Lina Flor Ospina de haber venido de Belgrado a organizar actividades comunistas. Se les buscaba por prontuarios o fotografías de "se busca". "…se decomisaron afiches y papeles para iniciar la investigación…" (El Tiempo).

Al día siguiente, con premura y eficiencias poco corrientes en circunstancias de vía contraria, el ministro de la guerra declaró que "ya están identificados los peces gordos con inconfesables propósitos extremistas para los cuales el castigo será ejemplar".

Entre las chapucerías de las especulaciones, sobre qué disparó la matanza, se dijo que un disparo había salido del American Club, situado en la esquina del terror. Y que de las azoteas del palacio de las comunicaciones se asomaban miembros de la policía. Tejido ornamental histórico si se tiene en cuenta que la policía había matado a Uriel Gutiérrez el día anterior ante la mirada del ejército. Los citados hechos confusos del eufemismo mediático que no hacen sino aclarar que frente al patetismo de los cadáveres de los manifestantes, siempre existen las fantasías casuísticas que no pueden traslapar el trasfondo de las certezas.

La investigación -según este modelo- se inició inmediatamente después del balance caliente de la descarga. Cuando los estudiantes de las filas sentadas cien metros más atrás, se levantaron y salieron en estampida por la Avenida Jiménez, los guerreros de Corea, fusil en guardia, los persiguieron, a través de 300 metros, como a presas de caza, o en el mejor de los casos, como a redivivos fantasmas de guerra. Es impensable que después de acribillar a las primeras filas, el pelotón de veteranos de una guerra asiática -desde entonces de las guerras globalizadas- se diera a perseguir a estudiantes inermes que habían dejado regados sus libros y se aflojaban el nudo de la corbata para poder respirar entre los gases y el terror. Es un absurdo militar y una vergüenza histórica.

Como también se dio un hito histórico de valentía y heroísmo, cuando los propios estudiantes sobrevivientes recogieron, frente al pelotón de fusilamiento, a sus compañeros caídos y llevándolos con impotencia y amor solidario, los fueron atendiendo y dolorosamente fueron encontrando los muertos in situ, y ordenando el transporte de los heridos más graves, como Álvaro Gutiérrez Góngora, estudiante de quinto año de medicina de la nacional quien cayó con la bandera -así mismo nacional- que portaba en la primera fila. Murió en brazos del decano de su facultad.

En ese entonces, como siempre después de los entierros, de las persecuciones y de las amenazas, "la situación quedó controlada y el país continuó en calma", según la declaración oficial nacionalizada. La severa investigación, polvorienta y macilenta, debe hoy continuar en algún laberinto de anaqueles, papeles y carpetas del caso. Pero en todo caso la severa investigación se inició desde los cuarteles y desde las mazmorras del entonces tenebroso servicio de inteligencia (SIC), abuelo del actual DAS.

Abel Naranjo Villegas, primer rector nombrado después del fusilamiento, inició su propuesta de dirección rectoral pidiendo "carta blanca para perseguir al macarthysmo" que corría en arroyos crecientes por el campus de la universidad. Demostración clara de que los sucesos de aquel junio y muchos del antes y del después, han sido también consecuencia de la estigmatización de la protesta y la contestación, que ha apuntado al seno de la comunidad más ilustrada, lúcida y digna. (Aunque sus periferias actuales hayan perdido estas fortalezas por razones de desgaste histórico y degradación de la acción directa).

La élite dirigente cumplió con la costumbre histórica de pregonar buenos augurios, y así se registró -en tono elegíaco y no exento de predictibilidad- en el editorial de El Tiempo del 10 de junio, la fecha de la mayoría de los entierros: "…mas los colombianos no serán inferiores a su destino, asi tengan que vivir etapas de tan inolvidable dolor e impredecible horror como la que ayer ha enlutecido (sic) una vez más a la republica".

Durante las horas vertiginosas de la tragedia y las reacciones inmediatas, el comité de carnaval de la universidad se convirtió en su mayoría en la Federación Nacional de Estudiantes. Allí figuraban futuros dirigentes políticos del liberalismo, lo que se puede interpretar como una nueva etapa del intento de la juventud por su participación política, emergida en esta ocasión del seno del estudiantado abaleado durante dos jornadas fundacionales de aquel junio traumático y ya casi olvidado.

La tragedia nacional quedó desplegada en muchas páginas de los periódicos liberales. Allí llaman ineludiblemente la atención algunas noticias que quedan en la imaginación literaria: alza en el impuesto de degüello a la carne enlatada, y, como en el 9 de abril, se desarrolla con éxito una feria ganadera. En la cultura aparece "Siervo sin tierra" de Eduardo Caballero Calderón.

Hoy, a 57 años académicos, mientras la empresa privada invade la universidad pública, y a 20 años de constitución esperanzadora, pasan millones de gentes indiferentes -de la masa de millones que se dicen "los buenos somos más…"- bajo una placa de piedra, mimetizada en el muro de piedra del palacio que fue de los correos y hoy es de las tecnologías, las comunicaciones -y de las licitaciones de televisión. La placa, muda como "la piedra que ya lo sabe todo" (William Ospina), conserva en letra sencilla, con perfiles consagratorios, los nombres de los muertos de aquel miércoles de junio. Muertos que habían caído cuando iban marchando hacia un futuro de profesionales conscientes y presentes, cuando aún había empleo para los profesionales, y cuando los de la Universidad Nacional eran el ejemplo honorífico de la nación. Lista cimera de una muy larga lista que ya ameritaría un muro de mármol negro y eterno, como por ejemplo el de los soldados caídos en Viet Nam, muertos así mismo disparando contra lo que genérica y geográficamente se denomina un país comunista, "defendiendo la democracia…". Guerra contra Viet Nam -también globalizada- que fue combatida en las calles por cientos de miles de estudiantes en todo el mundo, durante una década, después de los muertos de la calle 13 de Bogotá, que estaban defendiendo el inicio de la democracia que aún no se ha podido erigir cabalmente en Colombia, llamada con doble sentido "la democracia mas vieja de Latinoamérica".

Aquí están, estos son, los que cayeron frente al pelotón, sin una segunda oportunidad:

URIEL GUTIERREZ

ÁLVARO GUTTIÉRREZ GÓNGORA

HERNANDO OSPINA LÓPEZ

JAIME PACHECO MORA

HUGO-LÉON VELÁSQUEZ

HERNANDO MORALES

ELMO GÓMEZ LUCINCH

JAIME MOORE RAMÍREZ

RAFEL CHÁVEZ MATALLANA

CARLOS JULIO GRISALES

HERNÁN RAMÍREZ HENAO