lunes, 22 de diciembre de 2014

En la brecha del tiempo

 Inéditos en castellano de Hanna Arendt

Hanna Arendt, reflexiona más allá de la filosofía./eltiempo.com

Mas allá de la filosofía de Hanna Arendt.


Con esta edición titulada ‘Más allá de la filosofía’ pretendemos hacer accesibles… algunos artículos de Hannah Arendt y brindar, a través de estos, la posibilidad de conocer el importante papel que en sus reflexiones desempeñan la crisis de la cultura, la poesía, el arte y la narración literaria.
Al presentar una serie de textos redactados casi a lo largo de una vida, esta colección permite descubrir la articulación del estilo de su autora, la genealogía de algunos de sus conceptos más relevantes y de ciertos temas que atraviesan toda su obra. Además, las páginas que siguen a esta introducción proporcionan una nueva perspectiva sobre el pensamiento de Arendt, quien con su lectura atenta nos ofrece singulares enfoques sobre Bertolt Brecht, Hermann Broch, Nathalie Sarraute, Rainer Maria Rilke y, en general, sugiere cómo acercarse a determinadas figuras de la cultura del siglo XX.
“La palabra es la sombra de la acción” (Demócrito)
Esta recopilación está dividida en tres partes: la primera reúne, bajo el título de ‘La fragilidad de los asuntos humanos’, textos en torno a la función del arte y de la cultura en la estabilidad del mundo de los asuntos humanos y a su capacidad ‘poética’ de revelar y, al mismo tiempo, de remediar, la fragilidad que los caracteriza.
La segunda parte, ‘El enigma de las llamas. Algunas silhouettes’, agrupa artículos y reseñas siempre en torno a figuras que, ante la progresiva pérdida de mundo característica de la modernidad, se muestran más interesadas “en el enigma de las llamas que en el de las cenizas”. La expresión nos la sugiere la propia Arendt, quien en el intercambio epistolar con la escritora y amiga Mary McCarthy se refiere a sus retratos de ‘Hombres en tiempos de oscuridad’ en estos términos: “Yo creía que estaba dibujando silhouettes”.
Al delinear estas silhouettes, nos acerca a la luz de vidas y obras que ofrecieron reflejos de la llama que iluminó esos tiempos de oscuridad que les tocó vivir, aunque quizá esta solo brillara durante unos instantes. En algunos de los escritos incluidos en esta parte hallamos muestras de este modo de trazar característicamente arendtiano que sintetiza los rasgos esenciales de una obra o de un autor mientras perfila el contorno de un problema destacando el fondo sobre el cual se proyecta.
Cabe advertir, de todos modos, que con la silhouette Arendt no pretende ofrecer idealizaciones pedagógicamente diseñadas, o ‘vidas’ a la manera moralizante de Plutarco: escribe historias políticas ejemplares.

Finalmente, ‘Responder al tiempo’ agrupa algunos textos que permiten acercarse a la radicalidad con la que Arendt lee y analiza. En estos se aprecia cómo responde a las solicitaciones de su tiempo y de sus contemporáneos y cómo siempre muestra sin tapujos lo que en su opinión son auténticas insuficiencias de los textos comentados.
Basten como muestra las palabras escritas acerca de ‘Modern German Literature’ de Victor Lange: “No tendría mucho sentido hacer una reseña de una obra así de no ser por el peligro, esperemos que imaginario, de que acabe convertida en libro de texto (...) surtiría a los más endebles de un terrorífico arsenal de eslóganes baratos que no tienen la más mínima relación con los autores y las obras a los que hacen referencia”.
Los materiales aquí recogidos presentan un carácter heterogéneo: fueron escritos con distintos propósitos, en tiempos muy diversos, publicados en dos continentes y en dos lenguas distintas por una autora que no se cansó de insistir en que lo importante, lo verdaderamente esencial, es pensar a partir de la experiencia viva, de los acontecimientos, a los cuales el pensamiento debe mantenerse vinculado por ser estos los únicos indicadores para poder orientarse.
“… los dolores, sin embargo, dejemos estar: tanto hemos sufrido.
No (…) surge acción alguna desde el lamento helado” (Ilíada)
Así, en las páginas que siguen encontramos ejercicios de pensamiento, notas para conferencias, partes de libros, discursos de recepción de premios, obituarios y, en fin, reseñas de escritos de amigos –presentes o pasados– y de obras por las que no siente afinidad alguna.
En esta compilación no se recogen la totalidad de los artículos que Arendt escribió sobre temas de literatura, arte y cultura, sino solo los que no habían aparecido publicados hasta este momento en traducción castellana. Hemos optado por este criterio para no abundar inútilmente en el trabajo ya hecho y para no complicar más la ya complicada trayectoria de publicaciones de la obra arendtiana.
Sin embargo, por un criterio de coherencia con el contenido de la presente edición, hemos hecho dos excepciones por lo que respecta a ‘La permanencia del mundo y la obra de arte’ (en ‘La condición humana’ –Paidós–), cuya traducción reproducimos, y al ‘Discurso de recepción del premio Sonning’ (publicado como ‘Prólogo’ en ‘Responsabilidad y juicio’ –Paidós–), que traducimos de nuevo.

martes, 16 de diciembre de 2014

Revelaciones de la violencia política en Latinoamérica

Vía armada. Juan B. Yofre indaga sobre los mitos revolucionarios y el rol cubano-soviético

El Che y Fidel. El autor se pregunta si la partida del Che de Cuba fue parte de un pacto con Moscú./revista Ñ


Hoy, un cascote del muro de Berlín equivale a una pieza de museo… Y sigue siendo difícil explicarse cómo un Estado que quiso transformar el mundo y realizó proezas increíbles, terminó suicidándose. Acaso haga falta ese tipo de mirada, distante y con destino literalmente fatal, para encarar esta investigación sobre la génesis de una violencia política que quiso por la vía armada hacer la revolución, fracasó, instaló a la región en el corazón de la Guerra Fría y dio paso a una larga secuela de terror.
Fue Cuba. La infiltración cubano-soviética que dio origen a la violencia subversiva en Latinoamérica (Editorial Sudamericana) es el último trabajo del escritor, periodista, embajador y ex jefe de la SIDE, Juan Bautista Yofre. Tal como reza el título, no quedan dudas sobre la impronta que domina su contenido y la rotunda posición del autor en el tema. Con todo, más que por una postura ideológica determinada, que puede ser cuestionada, la investigación importa por exhumar, con lo inexorable de los documentos, un tema tan controversial y oscuro como ausente de debate. Al hurgar en los orígenes de esa violencia, Yofre cuestiona, salvo escasas excepciones, buena parte de lo conocido hasta la democracia de 1983, y aun después, lo que fue configurando una suerte de “relato” que terminó groseramente enfatizado en la última década.

El papel de La Habana

Dice el autor que este libro cierra un ciclo de investigaciones en torno a la violencia política durante los 60 y 70, abordados en textos anteriores, así como “el papel de La Habana en la fratricida guerra Argentina y latinoamericana”. En línea con aquellos trabajos, la información documentada vuelve a ser el arma elegida en la construcción de su pesquisa. Esta vez se trata de documentos hasta ahora desconocidos –que exhibe– básicamente de la Agencia de Inteligencia de la ex Checoslovaquia. Son unos quince mil folios que recorren prácticamente todo el libro, muy especialmente en el marco de la llamada “Operación Manuel”, montada tras la Crisis de los Misiles y basada en Praga, que empezó en 1962 a pedido de los cubanos.
Este esquema permitió a miembros de movimientos insurreccionales de la región, la entrada y salida secreta a y desde Cuba, donde recibían instrucción teórica y militar para instalar focos guerrilleros en sus países de origen. Hasta el 31 de mayo de 1968, última fecha mencionada, habían pasado de modo encubierto 1.017 latinoamericanos. Los archivos dan cuenta, con nombres reales o falsos, de las planas mayores de la guerrilla argentina.
El libro también incluye documentación de la ex Unión Soviética y de otros estados ya inexistentes; de la CIA y de dirigentes políticos y militares de EE.UU., Cuba y la Argentina. Se cita una abrumadora bibliografía especializada, así como información surgida de diálogos directos con “viejos militantes de la izquierda radicalizada. Aquella que prefirió el lenguaje de las armas”, escribe.
El trabajo abarca desde la huida de Fulgencio Batista y la casi simultánea entrada de Fidel Castro Ruz a La Habana, a comienzos de enero de 1959, hasta los umbrales del asalto militar de 1976 en la Argentina. En esos cortos 17 años tuvieron lugar acontecimientos que provocaron –aún constreñidos al marco de la Guerra Fría– un cambio de paradigma en el acontecer político, económico y militar internacional. Entre otros, el proceso de descolonización (y el nuevo concepto, “lucha por la liberación nacional”, hasta entonces desconocido en la izquierda y el establishment); la guerra de Vietnam y la crisis chino-soviética, que dividió al comunismo y sembró el “foquismo” armado, y una Guerra Fría que estuvo a punto de estallar y terminó marcando el destino de uno de los polos enfrentados.
No siempre de modo cronológico, el autor va revisando los sucesos y sus protagonistas regionales, sin olvidar la vigilia de Washington, sus presiones y actitudes. Construye así una radiografía minuciosa de la revolución cubana, la responsabilidad del Che en el llamado “paredón”, los lazos con Moscú y la influencia de Pekín, deserciones como la de Huber Matos o muertes misteriosas como la de Camilo Cienfuegos. No faltan los fracasos de la CIA o los intentos por matar a Castro, el papel de Kennedy en el fiasco de Playa Girón o los aviones espías U2 derribados. Se destacan los golpes militares, en la Argentina y en la región. También figuran las cartas de Juan Domingo Perón a Fidel Castro, su vínculo con el Che y las variadas posiciones del peronismo frente a la guerrilla. Hay numerosos perfiles (John William Cooke, Janio Quadros, Jorge Ricardo Masetti, etcétera) y no pocas anécdotas.

Muestras y preguntas

Yofre contrapone lo que hasta ahora se conoce, con lo que testimonian los papeles en su poder, lo que a veces ilumina dudas, en otras surgen contradicciones y en otras más aparecen nuevos interrogantes. Algunos ejemplos: *¿Pidió Fidel Castro los misiles soviéticos para defender a Cuba de una invasión? ¿O fue una maniobra de Moscú? El autor sostiene que fue una jugada de Nikita Kruschev, muy bien recibida por Castro. Cuando los misiles se fueron de Cuba, EE.UU. levantó los suyos de Italia y Turquía. El riesgo de invasión se disipó, pero la retirada soviética fue vivida en la isla como una “traición” a su revolución, ya que aparecía subordinada a otros intereses estratégicos de Moscú.
*No parece irrazonable que la inteligencia checoslovaca actuara bajo control de la KGB. Pero por lo menos la “Operación Manuel” se montó para la instrucción militar en Latinoamérica, con vistas a la lucha armada. ¿Cómo se compadece entonces con la coexistencia pacífica? Yofre entiende que el empeoramiento de la Guerra Fría y la presión china, que le disputaba a Moscú la hegemonía comunista y le desguazaba los “viejos” PP.CC., indujo al Kremlin a una suerte de “doble estándar”.
*¿Fue pactado el alejamiento del Che? ¿Con Castro, o con Castro y Moscú? Su renuncia a cargos y honores, incluida su nacionalidad cubana, ocurrida tras la debacle en el Congo, estalla en el marco de una crisis en la dirigencia cubana y fuertes desavenencias con Fidel. No casualmente a fines de 1966, un iracundo Leonid Brezhnev fustigaba el “foquismo” y el aventurerismo armado. Al parecer, tras una estadía en Praga, Guevara volvió clandestinamente a Cuba para preparar su cruzada en Bolivia, y pasó brevemente por la Argentina, su verdadera y final obsesión. Los archivos secretos nunca desclasificados (si es que existen) siguen enterrados en La Habana. Pero los indicios sugieren que Castro habría desaprobado otra intentona en la Argentina (en 1964 la Gendarmería había desbaratado la comandada por Jorge Ricardo Masetti), y habría consentido el escenario boliviano, un destino que el Che había descartado por inviable. Esta interpretación coincide con el dramático testimonio de Ciro Roberto Bustos ¹, quien tras 40 años rompió su silencio. Bustos, un mendocino incondicional elegido por Guevara, participó fusil en mano de las dos peripecias, y escribió que en Bolivia, “el Che fue abandonado”.
Saltando a la estructura de la obra, cabe señalarle al autor un énfasis innecesario en su posicionamiento político, máxime cuando su fuerza reside en la información documentada que posee. Hay, también, cierto exceso en los espacios que ocupa la “interna” cubana, y también la argentina, mientras algunos temas abordados parecen demandar una mayor contextualización, capaz de vencer el tiempo transcurrido o la cruda ignorancia de los hechos.
Con todo, la ambiciosa y exhaustiva investigación de Juan Bautista Yofre se compadece con una frase del gran historiador militar británico Antony Beevor: la historia nunca termina de estar del todo contada.
(1) El Che quiere verte. La historia jamás contada del Che en Bolivia (Vergara Bs.As. 2007)

viernes, 12 de diciembre de 2014

¿Quién traza los bordes globales?

Límites en desintegración. Según Sassen la esfera privada asume el poder Sobre las fronteras. Las ciudades y redes digitales desafían a los Estados Nación

Divisoria. Un piquete corta la avenida General Paz el lunes 17 de noviembre por falta de luz en la zona./revista Ñ
Saskia Sassen es reconocida en las áreas social, económica y política, así como en temas de globalización y estrategias urbanas.


Mi argumento es que lo que marca esta época no es tanto la apertura de las fronteras como el hecho de que lo global también se constituye en el interior de lo nacional y, por lo tanto, forma nuevas delimitaciones en el territorio nacional. La era actual no está signada sólo por alguna batalla entre lo global y lo nacional. Algunos componentes particulares del Estado han ganado poder porque han concretado la tarea de instrumentar políticas necesarias para una economía empresarial global. Un efecto es la privatización parcial del poder Ejecutivo y la disminución del poder de la Legislatura. Otro efecto es que las grandes empresas globales han obtenido derechos en la mayor parte del mundo, mientras que las firmas locales y los ciudadanos han perdido derechos.
Esas tendencias desestabilizan el sentido de la frontera tradicional y nos invitan a pensar en nuevos tipos de capacidades de demarcación. La pregunta, entonces, pasa a ser quién tiene el poder de establecer fronteras. No es sólo el Estado. De hecho, el propio Estado puede ser el lugar de lo global y la conformación de proyectos globales.
Aquí me concentro en la formación de alineaciones globales, en parte territoriales, que desintegran los territorios estatales nacionales y que, en segundo lugar, comienzan a incorporar las protecciones que comprendían antes los regímenes de fronteras. Así como el Estado ha tenido históricamente la capacidad de delimitar su territorio mediante instrumentos administrativos y legales, tiene también la capacidad de cambiar esos límites mediante, por ejemplo, la desregulación de sus fronteras para una apertura a empresas e inversiones extranjeras. Eso, a su vez, abre el territorio nacional a la inserción de una creciente cantidad de nuevos regímenes y espacios delimitados, muchos de ellos constituidos en un plano subnacional.

Descomposición de la frontera

Los múltiples regímenes que constituyen la frontera como institución pueden agruparse, por un lado, en un aparato formalizado que es parte del sistema interestatal y, por el otro, en una disposición mucho menos formalizada de nuevos tipos de delimitaciones que residen en su mayor parte fuera del sistema interestatal. El primero reside en el cuerpo de regulaciones que cubre una variedad de flujos internacionales, flujos de diferentes tipos de mercancías, capital, personas, servicios e información. Esos múltiples regímenes tienden a unificarse en torno de: a) la autoridad unilateral del Estado para definir e imponer regulaciones, y b) la obligación del Estado de respetar y mantener las regulaciones producto del sistema internacional de tratados o de acuerdos bilaterales. El segundo gran componente, el nuevo tipo de dinámica de demarcación que surge fuera del marco del sistema interestatal, no necesariamente implica un cruce evidente de fronteras. Comprende dinámicas que surgen de acontecimientos contemporáneos, en especial los sistemas legales globales y una creciente variedad de dominios digitales interactivos relacionados.
Los sistemas legales globales no están centrados en la ley del Estado; vale decir, que debe diferenciárselos de la ley nacional e internacional. En cuanto a los dominios digitales interactivos globales, son en su mayor parte informales, por lo cual están fuera del sistema de tratados existente y con frecuencia incorporados en localidades subnacionales que forman parte de las redes transfronterizas. La formación de esos sistemas legales globales o de dominios interactivos relacionados de manera global supone una multiplicación de espacios delimitados. Pero la idea nacional de las fronteras como delimitadoras de dos estados territoriales soberanos no es lo que opera aquí. El establecimiento de demarcaciones opera a una escala trans o supranacional o en un plano subnacional. Por otra parte, si bien esos espacios pueden atravesar las fronteras nacionales, no necesariamente forman parte de los nuevos regímenes de fronteras abiertas centrados en estados como, por ejemplo, los del sistema global de comercio o la inmigración legal. En la medida en que son dominios globales limitados, implican una nueva instancia de la idea de fronteras.
A continuación examinaré brevemente algunas de las distinciones analíticas clave que podríamos usar para descomponer los regímenes de fronteras centrados en el Estado y para localizar un sitio determinado en una red global de espacios delimitados.

Regímenes de fronteras centrados en Estados: Localización de la frontera

Hoy observamos regímenes múltiples con localizaciones y contenido variables. Por ejemplo, los flujos transfronterizos de capital exigirán una secuencia de intervenciones que a) difiere de aquella para productos, y b) tiene lugares institucionales y geográficos muy diferentes. El cruce de la frontera geográfica forma parte del flujo transnacional de productos, pero no necesariamente de capital, excepto si se transporta dinero. Cada intervención de control fronterizo puede concebirse como un punto en una cadena de lugares. En el caso de los productos que se intercambian, podrían comprender una inspección prefronteriza o un punto de certificación. En el caso de los flujos de capital, la cadena de lugares comprenderá bancos, mercados bursátiles y redes electrónicas. La frontera geográfica es sólo un punto de la cadena. Los puntos institucionales de intervención de control fronterizo pueden formar largas cadenas en el interior del país.
Una imagen que podría usarse para plasmar ese concepto de múltiples lugares es que los sitios de imposición de los regímenes de fronteras van desde bancos hasta cuerpos. Cuando un banco ejecuta la más elemental transferencia de dinero a otro país, el banco es uno de los lugares de imposición del régimen fronterizo. Un producto certificado representa un caso en que el cruce de la frontera del propio objeto es uno de los lugares de imposición: el caso emblemático es un producto agrícola certificado. Pero también comprende el caso del turista con visa de turista y el del inmigrante con la certificación necesaria. En realidad, en el caso de la inmigración es el propio cuerpo del inmigrante el que es al mismo tiempo portador de buena parte del régimen y sitio crucial de la imposición; y en el caso de un inmigrante no autorizado es nuevamente el cuerpo del inmigrante el portador de la violación de la ley y del correspondiente castigo (detención o expulsión).
Un efecto directo de la globalización, en especial de la globalización económica empresarial, ha sido la generación de una creciente divergencia entre regímenes de fronteras diferentes. Así, el levantamiento de controles fronterizos a una creciente variedad de flujos de capital, servicios e información tiene lugar incluso mientras otros regímenes de fronteras mantienen la clausura y se fortalecen los impedimentos a los flujos transfronterizos, como en el caso de la migración de trabajadores de bajos ingresos. También observamos la construcción de “delimitaciones” específicas para contener y controlar flujos emergentes, a menudo estratégicos o especializados, que atraviesan las fronteras nacionales tradicionales, como pasa, por ejemplo, con los nuevos regímenes en el NAFTA y los GATT para la circulación transfronteriza de profesionales de alto nivel. Si antes esos profesionales podían formar parte del régimen general de inmigración de un país, ahora tenemos una creciente divergencia entre éste y el régimen especializado que gobierna a los profesionales.

Separación de la frontera de su marco nacional

Un componente en aumento del campo más amplio de fuerzas en el cual operan los estados en la actualidad es la proliferación de tipos especializados de autoridad privada. Comprenden la expansión de sistemas anteriores, tales como arbitraje comercial, a nuevos sectores económicos e incluyen nuevas formas de autoridad privada muy especializadas y orientadas a sectores económicos específicos, tales como el sistema de reglas que rige las operaciones internacionales de las grandes empresas de construcción e ingeniería. La proliferación de regímenes de autorregulación se hace especialmente evidente en sectores dominados por una escasa cantidad de firmas muy grandes.
Un resultado de aspectos clave de esas distintas tendencias es la aparición de un campo estratégico de operaciones que representa una desarticulación parcial de las operaciones de delimitación específicas del universo institucional mayor del Estado orientado a las agendas nacionales. Se trata de un campo muy enrarecido de transacciones transnacionales que apunta a abordar las nuevas condiciones que produce y exige la globalización económica. Las transacciones son estratégicas, atraviesan fronteras e implican interacciones específicas entre actores privados, y en ocasiones funcionarios u organismos gubernamentales. No comprenden al Estado como tal, como en los tratados internacionales. Estas transacciones consisten en las operaciones y objetivos de actores privados; en este caso, en su mayor parte firmas y mercados que buscan la globalización de sus operaciones. Son transacciones que atraviesan fronteras en el sentido de que se relacionan con los estándares y regulaciones impuestos a firmas y mercados que operan en el plano global, proceso en el cual esas transacciones impulsan la convergencia en el nivel de las leyes y regulaciones nacionales que apuntan a crear las condiciones necesarias para la globalización.
Dos características de ese campo de transacciones me llevan a plantear que podemos concebirlo como un espacio desarticulado que está en proceso de estructurarse. Una de esas características es que al tiempo que operan en medios familiares –el Estado y el sistema interestatal para funcionarios y organismos de gobiernos y el sistema supranacional y el “sector privado” para los actores económicos no estatales–, las prácticas de esos agentes constituyen un campo que integra espacios de territorio, autoridad y derechos en nuevos tipos de estructuras especializadas y de elevada particularización. El campo de prácticas que se constituye no puede confinarse al universo institucional del sistema interestatal. La segunda característica es la proliferación de reglas que comienzan a conformarse como sistemas especializados parciales de leyes. Aquí ingresamos en un nuevo dominio de autoridades privadas: fragmentadas, especializadas, cada vez más formalizadas pero que no traspasan la ley nacional. Las implicaciones de esa proliferación de sistemas de leyes especializados, en su mayor parte privados o supranacionales, consisten en que indican la desestabilización de la concepción convencional de las fronteras nacionales.
En las dos últimas décadas hemos observado una multiplicación de sistemas transnacionales que manifiestan una autonomía variable respecto de las leyes nacionales. Por un lado, hay sistemas de clara concentración en lo que emerge como dominio público transnacional. Por el otro, hay sistemas que son por completo autónomos y en su mayor parte privados. Algunos académicos ven en ese desarrollo la emergencia de una ley global. Podríamos pensarlo como un tipo de ley que se desarticula de los sistemas de leyes nacionales. En el centro de la idea de algo como una ley global reside la posibilidad de una ley que no se centre en la ley nacional, como pasa en la actualidad con el derecho internacional, y que vaya más allá del proyecto de armonizar las diferentes leyes nacionales, como pasa con buena parte del sistema supranacional desarrollado para abordar la globalización económica, los temas medioambientales y los derechos humanos. De hecho, en las últimas décadas hay un rápido crecimiento de esos sistemas autónomos y muy diferenciados de reglas, algunos relacionados con el sistema supranacional pero no centrados en la ley nacional, y otros privatizados y autónomos.
Esos y otros regímenes e instituciones transnacionales indican un desplazamiento de la autoridad de lo público a lo privado en lo que respecta a gobernar la economía global. Pero también muestran un desplazamiento de la capacidad para establecer normas, y en ese sentido plantean preguntas sobre los cambios en la relación entre la soberanía del Estado y el gobierno de los procesos económicos globales. El arbitraje comercial internacional es ante todo un sistema de justicia privado, las agencias de calificación crediticia son sistemas de portería privados, y la lex constructionis es un régimen de autorregulación en un amplio sector económico dominado por una cantidad limitada de grandes empresas. Junto con otras instituciones de ese tipo, han emergido como importantes mecanismos de gobierno cuya autoridad no se centra en el Estado. Cada uno es un sistema con fronteras, una condición clave para su efectividad y validez. Pero la capacidad de delimitación no forma parte de las fronteras nacionales del Estado.

Formaciones digitales de los débiles

El acceso público a Internet ha permitido un nuevo tipo de política transnacional que puede pasar por encima de la política interestatal y constituir su propio espacio delimitado específico. El hecho de que personas y organizaciones con escasos recursos puedan participar de redes electrónicas globales señala la posibilidad de un marcado crecimiento de la política transnacional a cargo de actores que no son Estados. Eso produce un tipo específico de red global centrada en múltiples lugares pero conectada digitalmente a una escala mayor que la local, que en muchas instancias alcanza una escala global. Lo que me interesa especialmente aquí es que a través de Internet, las iniciativas localizadas pueden convertirse en parte de redes transnacionales, y que de estar sometidas a leyes nacionales/locales específicas pueden pasar a un plano global en el cual esas leyes dejan de ser operativas en tanto que lo que rige es la presencia colectiva de la cantidad de que se trate de diferentes localidades nacionales comprendidas en la red global. Una pregunta que eso plantea es qué tipo de “territorio” se constituye a través de esa red global de múltiples localidades.
Esas formas de activismo contribuyen de múltiples formas mínimas a una incipiente desarticulación de la autoridad exclusiva –incluida la autoridad simbólica– sobre el territorio y la población que tradicionalmente relacionamos con el Estado nacional. Esa desarticulación de la autoridad del Estado nacional bien puede ocurrir cuando las personas involucradas no necesariamente problematizan la cuestión de la nacionalidad o de la identidad nacional. Puede tratarse de una desarticulación de facto de la autoridad formal, que no se predique sobre el rechazo consciente de lo nacional. Es probable que entre las instancias más estratégicas de esa desarticulación se cuente la ciudad global, que opera como plataforma parcialmente desnacionalizada para el capital global y, al mismo tiempo, emerge como lugar clave de concentración de una enorme variedad de personas de todo el mundo. La creciente intensidad de las transacciones entre esas ciudades crea una geografía transnacional estratégica que en parte sortea los estados nacionales. Las nuevas tecnologías de red fortalecen aún más esas transacciones, ya se trate de transferencias electrónicas de servicios especializados entre firmas o de comunicaciones vía Internet entre los miembros de grupos de interés y diásporas en el mundo.
Las nuevas tecnologías de red han ampliado esas posibilidades y, en cierta medida, han proporcionado a los activistas el vehículo esencial necesario para el resultado. Sin embargo, la tecnología en sí no podría haber producido el resultado. La posibilidad de que ciudades y redes digitales globales emerjan como hitos de esos tipos de espacios transfronterizos es resultado de una compleja combinación de desarrollos institucionales, entre los cuales tal vez sean centrales la globalización –como infraestructura y como imaginario– y el régimen internacional de derechos humanos. Han contribuido a crear aperturas operativas formales e informales para que actores no estatales ingresen a ámbitos internacionales que alguna vez fueron de dominio exclusivo de los Estados nacionales. Varios hechos, con frecuencia muy menores, indican que el Estado ya no es el sujeto exclusivo del derecho internacional ni el único actor en las relaciones internacionales. Otros actores –desde ONG y pueblos originarios hasta inmigrantes y refugiados que se convierten en sujetos de fallos en decisiones de derechos humanos– emergen cada vez más como sujetos del derecho internacional y actores en las relaciones internacionales. Esos actores no estatales, por lo tanto, pueden cobrar visibilidad como individuos y como colectividades, y salir así de la invisibilidad de la pertenencia colectiva a un Estado Nación representado exclusivamente por la autoridad soberana.
Esa compleja imbricación de lo digital y lo no digital conlleva una desestabilización de las anteriores jerarquías de escala y reposicionamientos de escala a menudo drásticos, las cuales, a su vez, desestabilizan el sentido de las fronteras convencionales. Funciona en por lo menos dos niveles, uno político-administrativo; el otro, más teórico, a través de la reconstitución de las territorialidades. A medida que la escala nacional pierde importancia junto con la pérdida de componentes clave de la autoridad formal del Estado, otras escalas cobran una importancia estratégica, en especial las escalas subnacionales como la ciudad global y las escalas supranacionales como los mercados globales. Las jerarquías anteriores, que datan del período que presenció el ascenso del estado-nación, continúan operando, y son las organizadas en términos de dimensión institucional y función territorial: de lo internacional hasta lo nacional, lo regional, lo urbano, lo local. La dinámica actual de reposicionamiento atraviesa la dimensión institucional y las delimitaciones institucionales de territorio producto de la formación de estados nacionales. Eso no significa que las viejas jerarquías desaparecen, sino que distintas prácticas y disposiciones institucionales producen un reposicionamiento de por lo menos algunas de las viejas jerarquías de escalas. Las nuevas escalas con frecuencia pueden imponerse a las anteriores.
Esas transformaciones de los componentes de las relaciones internacionales y la desestabilización de las jerarquías de escala anteriores también pueden, de forma más teórica, producir nuevos tipos de territorio. Más precisamente, son territorialidades porque conllevan marcos subjetivos, operativos o políticos específicos que pueden formalizarse o seguir siendo informales. Por ejemplo, buena parte de lo que podríamos seguir experimentando como lo “local” (un edificio de oficinas, una casa o una institución en nuestro barrio o en el centro de la ciudad) es en realidad algo que prefiero pensar como un microentorno con alcance global debido a que tiene un profundo trabajo de Internet. Ese micromedio es en muchos sentidos una entidad localizada, pero también forma parte de las redes digitales globales que le dan un amplio alcance inmediato. Seguir pensándolo como algo simplemente local no es muy útil. Lo más importante es que la yuxtaposición entre la condición de ser una materialidad situada y tener alcance global, plasma la imbricación de lo digital y lo no digital e ilustra la falta de adecuación de una lectura puramente tecnológica de las propiedades técnicas de la digitalización, lo cual podría llevarnos a plantear la neutralización de la delimitación espacial de aquello que precisamente posibilita la condición de ser una entidad con alcance global.
Más información en los textos de S. Sassen: Territorio, autoridad y derechos (Katz); “When Territory Deborders Territoriality” (www.tandfonline.com/doi/pdf/10.1080/21622671.2013.769895); “Land Grabs Today: Feeding the Disassembling of National Territory” (www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/14747731.2013.760927). En 2015 publicará en la Argentina el libro Expulsiones: brutalidad y complejidad en la economía global (Katz)
© Saskia Sassen. Traducción: Joaquín Ibarburu

viernes, 28 de noviembre de 2014

Álvaro Gómez Hurtado

Nota de Aporrea: Consideramos importante hacer público el texto de un artículo escrito por un muy respetado periodista colombiano sobre el padre del senador colombiano que propuso la invocación de la Carta Democrática en la hermana Republica. Creemos que no es parte de una campaña de descrédito ya que fue escrito hace mas de 5 años, pero seguramente ayudara a que nos hagamos una idea de la casta política con la que se identifica su hijo...de todas formas Gloria Gaitan ha hecho públicos datos mucho mas repulsivos sobre la naturaleza del padre y del hijo

 

Álvaro Gómez Hurtado, político colombiano asesinado.

Como cada vez que hay muerto grande en Colombia, amigos y enemigos coinciden: «¡Qué bueno era!».

Pero de esas necrologías corteses está hecha en buena parte la falsificación de nuestra historia, que nos impide comprenderla. Por eso ahora, ante el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado, me permito discrepar de esa unanimidad hipócrita que llora su cadáver. Creo que hacerlo es, además, respetar la verdadera dimensión histórica del personaje, que antes de muerto grande fue un vivo grande: pero no ese cruce improbable de Montesquieu, Leonardo y la madre Teresa que pinta en estos días la prensa, sino uno de los políticos más nefastos y dañinos que se hayan visto en esta tierra de políticos dañinos y nefastos que es la nuestra.

Nefasto, por violento. Acaba de perecer víctima de la violencia, que condenamos todos. ¿Todos? No: él no. Durante toda su larguísima vida política -50 años- Álvaro Gómez Hurtado fue un tozudo predicador de la violencia como instrumento de la política. Empezó con sus arrebatos juveniles a favor de «la acción intrépida y el atentado personal» , persistió en su madurez con la incitación al aniquilamiento físico de las «repúblicas independientes» , se empecinaba todavía en su vejez con el embeleco de que había que «tumbar el régimen» .Hace apenas un par de años se definió a sí mismo, sin arrepentimiento, como «un soldado de primera línea» .Pues nunca pudo aprender nada del hecho de que esa violencia que predicaba y practicaba hubiera resultado siempre contraproducente para sus propios fines.

De la guerra contra los liberales, el incendio de sus periódicos y de las casas de sus jefes, no salió la victoria de sus ideas, sino el derrocamiento del gobierno de su padre. El bombardeo de la “republicas independientes” expandió rápidamente la guerrilla al país entero, en vez de eliminarla. Y el régimen no ha caído, sino que el mismo Álvaro Gómez Hurtado está muerto.

La violencia que propugnó no soluciona los problemas, sino que los agrava.

Violento desde el poder. Porque si bien se presentaba últimamente (ya lo había hecho antes: casi en cada oportunidad electoral)como un adversario del régimen, su biografía ilustra todo lo contrario. Salvo en los cuatro años de su exilio bajo la dictadura de Rojas, toda la larguísima carrera política de Álvaro Gómez Hurtado se desarrolla desde el poder. El de su padre primero, de quien fue la «eminencia gris». y luego, derrotado muchas veces en sus aspiraciones presidenciales (bajo diversos nombres y diversas banderas: Álvaro Gómez Hurtado, el Salvador Nacional, bandera azul, bandera de cuadritos, bandera de arco iris), desde el poder de sus adversarios, a quienes, en vez de oponerse, prefirió siempre extorsionar para sacarles «cuotas» .Cuotas para mantener su ficción de ser periodista independiente» (la Operación K para financiar su diario El Siglo, la concesión del Noticiero 24 Horas en la televisión del Estado) y cuotas burocráticas para sostener su farsa de ser un «parlamentario independiente», como lo decía todavía, sin sonrojo, en recientísima entrevista: ministros ( en el gobierno actual todavía ), directores de instituto, gobernadores, telegrafistas, barrenderos embajadores. El mismo fue embajador varias veces: de Ospina, de Barco en los Estados Unidos, de Gaviria en Francia (sin contar la “palomitas” en la ONU). y senador toda la vida, y jefe hereditario de medio Partido Conservador desde los 30 años, y designado a la presidencia y presidente de la Asamblea Constituyente.

La simple enumeración de los cargos públicos ocupados por Álvaro Gómez Hurtado coparía entera esta columna, y basta para demoler su desfachatada pretensión de haber sido «la oposición al régimen» .El régimen era é1. Y de su corrupción -evidente- carga él con buena parte de la responsabilidad.
Porque una «oposición» que consiste simplemente en extorsionar al poder para poder participar en él, no sólo no ayuda a depurar la podredumbre, sino que contribuye a aumentarla.

Cabrían más cosas. ¿Servidor público? El propio Gómez resumió su tarea como embajador en Francia diciendo que le había servido «para ir mucho a la ópera». ¿Patriota? Su desprecio por el país -desprecio racial, cultural, político, y hasta físico- se resume en una anécdota: invitado, en tiempos del «proceso de paz» de Betancur, a entrevistarse con la guerrilla en Casa Verde en la Uribe para discutir sobre la paz, se negó con desdén: «No está uno para ponerse a visitar lejanías». Porque Colombia le quedaba muy lejos.

Que lo lloren sus deudos. Pero que no vengan a llorar ahora, al amparo de su muerte violenta, a tratar de convencemos de que Álvaro Gómez Hurtado era un héroe.

ANTONIO CABALLERO
NOVIEMBRE 6 DE 1995

sábado, 22 de noviembre de 2014

Fotos inéditas de Ernesto "Che" Guevara publicadas tras su muerte

Son publicadas por familiares de un misionero español que predicó en la ciudad boliviana de Sucre


"Mi tío las trajo cuando vino para la boda de mis padres, que se casaron a finales de noviembre de 1967", relata Imanol Arteaga, sobrino del misionero Luis Cuartero Lapieza, que durante "once o doce años" predicó en la ciudad boliviana de Sucre.
"Lo que me importaba de esas fotos es que eran de mi tío, su valor sentimental", afirmó, antes de asegurar que "ahora me doy cuenta de que tienen un valor histórico", aunque no piensa desprenderse de ellas.
Casi cincuenta años han tenido que pasar para que vean la luz  fotos de Ernesto "Che" Guevara, tomadas tras su muerte y llegadas a España por medio de un misionero, cuya familia ha guardado estos clichés realizados por un periodista de la AFP.

Hutten, que murió en 2012, "nos dijo que había enviado cuatro o cinco carretes a la AFP en París" del cadáver del Che, relata Sylvain Estibal, responsable de fotografía de AFP para Europa y África. 

Sin embargo, cuando Hutten pasó por París unos meses después de la muerte del Che constató que "sólo había unas pocas fotos de su reportaje. Dónde fueron a parar el resto sigue siendo un misterio", añadió Estibal.

Arteaga ni siquiera había pensado en hacer públicas las fotos entregadas a su tío, hasta que habló con unos reporteros de un periódico local, El Heraldo de Aragón, que se pusieron en contacto con él por otro asunto. Estos periodistas incluso le ayudaron a hablar con un experto que le aseguró que el papel en que están positivadas dejó de fabricarse hace tiempo, confirmando la época en que se hicieron.
"Mi tía y mi madre me cuentan que se las dio un periodista francés", relata Arteaga, ahora depositario de los ocho clichés en blanco y negro, que su tío, al que estaba muy unido, trajo de Bolivia.

El Che fue capturado el 8 de octubre de 1967 y ejecutado al día siguiente antes de ser sepultado a escondidas por los militares bolivianos la madrugada del 11 junto a otros seis guerrilleros.

Intrigado por estas instantáneas, Arteaga inició entonces una pequeña investigación empezando por su origen: "un periodista francés". En un buscador de internet, "puse +periodista francés Che muerto+ y salió Hutten y unas fotos que son clavadas a las que tenía yo", explica.

Este concejal, que aún se emociona cuando recuerda a su tío, asegura que "en los últimos 14 años" hasta su muerte "hablábamos todos los días", pero que nunca le preguntó por esas fotos o su autoría. "Las fotos es una de esas conversaciones que se me quedó en el tintero", concluyó.

Las fotos parecen corresponder a distintos momentos ya que en unas aparece el cuerpo del famoso médico argentino, convertido en mito revolucionario, vestido con una cazadora abierta, mientras en otras parece sin la chaqueta y dispuesto para ser mostrado.



También hay una foto de una compañera del Che en Bolivia, Tamara Bunke, alias Tania, y otra que supuestamente muestra su cádaver en una camilla, con una camiseta y la cara manchadas.

"Si le pidió (al misionero) que trajera las fotos sería porque era el único europeo que en ese momento se iba" de Bolivia, por si él mismo tenía algún problema para sacarlas, considera Arteaga.

 Che, la sospecha confirmada 

Documentos. Una biografía ratifica el papel protagónico de la CIA en la muerte de Guevara
Exhibición. Luego de matarlo, lo llevaron a Valle Grande y lo mostraron en una conferencia de prensa.
El ‘Che’ tiene entre 25 y 30 años. Es un hombre de aproximadamente 1,80 metros de alto y alrededor de 75 kilos. Es más bien bajo, fornido y fuerte, que magro y fibroso. Tiene cabello castaño y lleva barba y bigote (…) El otro rasgo físico notable del ‘Che’ es su suciedad. Odia bañarse y nunca lo hace. Es mugriento, incluso para los estándares bastante bajos de pulcritud que rigen en las fuerzas de Castro en Sierra Maestra (...) El ‘Che’ es bastante intelectual para ser un ‘latino’”, se lee en uno de los documentos de la CIA, recopilado por los abogados estadounidenses Michael Ratner y Michael Smith en su último libro Quién mato al Che, cómo logró la CIA desvincularse del asesinato , editado recientemente (Planeta y Paidós). Michael Smith vino a Buenos Aires a presentar el libro y entonces contó en esta entrevista cómo nació la idea de esta publicación cuando llegaron a sus manos documentos de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos en los que se demuestra que fue la CIA la que dio la orden de asesinar al Che en Bolivia.
–¿Cuáles fueron las principales motivaciones para escribir este libro?
–Cuando recibimos los documentos y los leímos, así como la bibliografía y las biografías sobre el Che, nos dimos cuenta de que aunque sospechábamos, como la gente de la Argentina y Cuba, que la CIA lo había asesinado, hasta que escribimos el libro no se podía demostrar. Estos documentos prueban que el gobierno de Estados Unidos, especialmente la CIA, junto al Estado cliente de la dictadura militar de Bolivia, asesinaron al Che. Veintiún hombres de los 23 líderes del Ejército boliviano fueron entrenados en la Escuela de las Américas en Panamá. La Revolución Cubana devolvió la propiedad de la tierra al pueblo y fue el Che Guevara quien escribió la primera reforma agraria. Antes de la Revolución, un típico campesino vivía en una choza, trabajaba sólo por temporada, era analfabeto y siempre estaba enfermo. En represalia, el gobierno de Estados Unidos comenzó con el bloqueo y aquellos países que no estuvieron de acuerdo con el aislamiento a Cuba pagaron un precio muy alto: cinco gobiernos democráticos fueron derrocados, primero en Bolivia, después en Brasil, luego en Uruguay, en Chile y en la Argentina y las dictaduras que les siguieron fueron respaldadas por Estados Unidos.
–¿Cómo consiguieron los documentos?
–Los conseguimos porque Michael Ratner los solicitó en 1990 en virtud de la Ley de Libertad de Información, cuya premisa era que los documentos producidos por un gobierno democrático les pertenecían al pueblo. Al tiempo le llegó a Michael una caja enorme de documentos del FBI, de la CIA, del Departamento de Defensa y de la Casa Blanca. Publicamos este libro en inglés hace 3 años. Y ahora se tradujo al castellano.
–El prólogo del libro es de Ricardo Alarcón, que hasta el año pasado fue el presidente del Parlamento Cubano, ¿llegó el libro a manos de Fidel o Raúl Castro?

–Estoy seguro de eso. Debby (mi mujer) y yo conocemos a Ricardo, nos encontramos con él el año pasado cuando todavía era el presidente del parlamento. Entonces el gobierno cubano tradujo este libro y ahora está haciendo una edición económica para el pueblo.
–Ustedes dicen en el libro que desde que fue creada la CIA en 1947 actúa como una organización paramilitar y que el gobierno de Estados Unidos estuvo involucrado en otros asesinatos de líderes políticos en los 50 y 60. ¿Cómo lo demostraron?
–Cuando la CIA fue creada, su tarea era la de proporcionar servicios de inteligencia al presidente. Un año después, en 1948, su misión cambió totalmente cuando se le permitió realizar muchas operaciones ilegales, que tenían que ser realizadas en secreto porque justamente estaban fuera de la ley. Debían hacerlo de una manera en que la CIA pudiera luego negarlas, y lo hicieron a partir de la negación plausible que es un concepto orwelliano para mentir. En 1975, el senador Frank Church le preguntó a Richard Helms, que era el líder de la CIA en ese momento, si alguna vez le habían informado al presidente sobre lo que habían hecho y Helms le dijo: ‘No, no queremos ponerlo en ninguna situación embarazosa’. Entonces tenían cierta autonomía para actuar. En cuanto a los asesinatos, nos basamos en el libro de William Bloom Matar la esperanza , en el que se relata que desde 1948 hasta 1967, cuando asesinaron al Che, la CIA mató o intentó matar a líderes de 19 países.
–En los documentos que ustedes reproducen hay una extensa descripción del Che que demuestra la mirada que la CIA tenía sobre él...
–Cuando el Che estuvo en Sierra Maestra, un infiltrado de la CIA estuvo con él en el campamento por una semana y luego escribió un reporte que está entre los documentos: dijo que el Che apestaba, que fumaba grandes cigarros, que todas las noches les leía a sus hombres y que parecía demasiado inteligente para ser latino.
–¿En qué medida fueron útiles las biografías ya escritas sobre el Che?
–La biografía que ha sido de mayor ayuda para nosotros fue un libro escrito por un ex diplomático estadounidense llamado Foz Buterfly Ryan que fue profesor en la Universidad de Georgetown en Washington y que tenía muchas conexiones con muchos miembros del Senado y del Congreso y que pudo recibir muchísimos documentos que luego nosotros utilizamos. Su conclusión fue que Estados Unidos quería al Che muerto y que se regocijaron con este asesinato, pero se mantuvieron al margen como Poncio Pilato. Creo que su libro fue excelente y lo agradecemos, pero creemos que no entiende de manera completa el proyecto del imperialismo estadounidense, la venalidad de la CIA. Otras biografías como las de Taibo, Castañeda y Jon Lee Anderson fueron de gran ayuda.
–Ustedes dicen también que el interés de Estados Unidos era que no se propagara la revolución en América Latina, por eso la muerte del Che Guevara era uno de los “intereses de Seguridad Nacional” clave para los Estados Unidos.
–Históricamente la CIA ha estado cercana a los intereses estadounidenses, especialmente sobre el petróleo. En los documentos se lee cómo Walt William Rostow, uno de los asesores más cercanos al presidente Lyndon Johnson, le escribió una carta y le dijo: ‘Las tropas que entrenamos fueron quienes capturaron al Che Guevara’. Luego de que mataron al Che, lo llevaron a Valle Grande y pusieron su cuerpo en el piso, en el sótano de un hospital y lo exhibieron para una conferencia de prensa, lo llevaron atado al ala de un helicóptero. Luego le cortaron las manos y las llevaron a Virginia, a la sede central de la CIA, para analizar sus huellas dactilares y se las comparó con las que tenía la Agencia de Inteligencia, que habían sido proporcionadas por el gobierno argentino. Rostow –con papel membretado de la Casa Blanca– le escribió otra carta al presidente Johnson en la que le decía que no había ninguna duda de que el Che Guevara estaba muerto. Félix Rodríguez, otro agente de la CIA, fue quien localizó al Che en Bolivia y quien trasmitió la orden de matarlo. Sin embargo, dijo ‘no pude hacer nada, no lo pude impedir’, lo cual es ridículo porque él era el oficial con mayor rango, el gobierno boliviano era un cliente del gobierno estadounidense. Esta historia de que Estados Unidos no pudo hacer nada para evitar el asesinato fue justamente el pretexto que movilizó la publicación de este libro, porque era ampliamente aceptada en algunos círculos, incluso en espacios de izquierda.

  Smith/ Ratner

Smith escribió “Notebook of a Sixties Lawyer: An Unrepentant Memoir” y “Lawyers You’ll Like: Putting Human Rights First”. Ratner es presidente del Center for Constitutional Rights (Smith también es miembro); ex presidente del National Lawyers Guild y autor de “Hell No, Your Right to Dissent in Twenty-First-Century America”, escrito con M. Ratner Kunstler.

Fuentes: Fotos: AFP. Texto: Gabriel Rubio. Elespectador.com. Ines Hayes: revista Ñ

martes, 28 de octubre de 2014

México: protestas y cartas contra el poder

Intelectuales hacen oír su dolor en todo el mundo por la desaparición de 43 estudiantes

 Aparición con vida. Como en otras épocas, en México piden por la vida de los estudiantes secuestrados por policías y narcotraficantes./revista Ñ
La comunidad de Iguala se moviliza por los estudiantes desaparecidos sin ningún desaliento./revista Ñ


"Todo el país será una fosa común”, dolorida e impotente la cuentista y novelista mexicana Ana García Bergua dijo lo que nadie quería oír ni saber. Lo que se teme. Esa desazón recorre México y no sólo lastima dentro de sus bordes sino que va clavando aguijones en muchos rincones del mundo donde se comparte esta desgracia. A lo lejos, pero se comparte. Y así fue también que los círculos de intelectuales y de académicos de toda América y también de Europa firman declaraciones, mandan cartas y publican sus opiniones para que la desaparición de los 43 estudiantes de magisterio en el estado de Guerrero no quede en el olvido. Para que los gobiernos sepan que a esas fosas también pueden ir ellos. El país entero.
“Me parece absolutamente vergonzoso y de una grosería inaceptable poner todas esas fotografías con las caras de los muchachos como si fueran delincuentes. Los andan buscando hasta por debajo de los camiones. Cuando en realidad los mataron. Lo más obvio es que van a aparecer en una fosa”, decía con un enojo triste la escritora Margo Glantz al Diario de Cohauila.
El sábado pasado, el estadounidense Noam Chomsky fue entrevistado públicamente en la feria del Libro de El Zócalo de Ciudad de México por Paco Ignacio Taibo II y Fabrizio Mejía Madrid. Ante la situación que vive el país, el lingüista dijo: “hay un cómplice en estos problemas que tiene México. Ese cómplice son los Estados Unidos. En tanto que la mayor parte del consumo de la droga que se produce o que pasa por el país termina en Estados Unidos, al mismo tiempo lo que Estados Unidos da a cambio a México son las armas con las que el pueblo mexicano se está matando entre sí. Estados Unidos tiene una gran responsabilidad. Si a eso le aunamos las políticas suicidas que los gobernantes mexicanos están ejerciendo y las reformas suicidas que están realizando los gobernantes mexicanos nos encontramos frente a un enorme problema.
Está circulando por la web una carta que se puede firmar en http://ayotzinapasomostodos.wordpress.com/ Desde la Comunidad Académica Internacional de más de 60 países y 500 universidades, centros de investigación y organizaciones de la sociedad civil, y con el apoyo hasta ahora de más de 7.500 personas –cifra en aumento constante– se envía esta carta urgente y abierta para que la noticia se sepa y no quede nadie indiferente. Además de Chomsky también adhieren Judith Butler y Elena Poniatowska y se suman las firmas de Laura Malosetti Costa, Eduardo Buscaglia, Andrea Giunta, Francine Masiello, Gabriela Polit, Rita Laura Segato y Gareth Williams, entre muchos otros. Los que firman exigen la “renuncia inmediata” del gobernador de Guerrero, Angel Aguirre Rivero, de su procurador Iñaki Blanco Cabrera y de todos los policías y miembros del Ejército que hayan sabido, encubierto o participado en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Y señalan que la realidad que México ha mostrado al mundo es decepcionante: “El caso de Iguala, sumado a muchos otros sucesos en los últimos meses, ha dejado claro que no se puede hablar ya de criminales comunes sino de la criminalidad de representantes del gobierno tanto local como estatal y federal, que por acción u omisión permitieron que esto ocurriera y ahora no parecen hacer lo necesario para resolverlo y restaurar la confianza en ese mismo gobierno”.
El escritor de Culiacán Elmer Mendoza argumenta, enérgico, ante el Diario de Cohauila: “A los responsables, encabezados por el presidente Enrique Peña Nieto, les digo que esto no puede ocurrir. Si aspiramos a ser un país civilizado, que tenga leyes respetables, no pueden pasar estas cosas”, dice el autor especialista en lo que se dado en llamar la narcoliteratura y autor de El misterio de la orquídea calavera . “No podemos permitir que asesinen a nuestros estudiantes, a nuestra juventud, porque estamos rompiendo cadenas y eso no es justo, no es normal y tampoco es humano. Tenemos que conseguir ser otro país, un país donde los sueños sean posibles”, concluyó Elmer.
“México se ha convertido en una tumba sin nombre donde caen todas las víctimas y los desaparecidos”, concluye la carta que firman Elena Poniatowska, Juan Villoro, Gael García, Paco Ignacio Taibo II, John Ackerman, Liliana Felipe, Dolores Heredia, entre otras personalidades que suman una larga lista y que se publicó el miércoles en el diario La Jornada. En las principales ciudades del mundo hubo manifestaciones de reclamos al gobierno mexicano y de solidaridad con los desaparecidos y sus familias. En la embajada de México en Buenos Aires, unas 200 personas se solidarizaron con los normalistas al grito de: “¡Aparición con vida de los 43 compañeros!”. Los gritos rebotaban en las puertas de la sede diplomática.
La semana pasada en la revista Ñ la antropóloga Rossana Reguillo publicó una nota bajo el título “Otra vez se toca el fondo de un horror que despelleja”, concluía con dolor y bronca: “Seguimos acumulando muertes. Sí, hemos venido tocando fondo muchas veces, pero Ayotzinapa desnuda sin clemencia, la relación descompuesta, podrida, vergonzosa entre los distintos poderes propietarios: estado, gobierno, poder económico, partidos, fuerzas de seguridad”.

lunes, 27 de octubre de 2014

Batalla del feminismo y el sujeto neoliberal

Nancy Fraser. El gran desafío del feminismo sigue siendo la paridad, dice la ensayista y asegura que América Latina dinamiza la lucha por los derechos

Protesta. Marcha en Jujuy por la libertad de Romina Tejerina (Télam/Raúl Ferrari)./revista Ñ
 
Nancy Fraser, activista estadounidense del feminismo.
Nancy Fraser, figura clave del feminismo, heredera de la teoría crítica y profesora de teoría política y social en la New School for Social Research de Nueva York, es ante todo una pensadora del presente. De visita en Buenos Aires, invitada por la Universidad de San Martín, la intelectual habló no sólo del futuro posible del feminismo sino de la igualdad y de los derechos humanos, hoy amenazados en gran parte del mundo.
–En su último libro “Fortunas del feminismo” usted presenta una cronología del feminismo del siglo XX dividida en tres fases. Redistribución, reconocimiento... ¿Cómo fue el desarrollo de estas dos primeras fases?
 –En primer lugar, se trata de un diagnóstico: ¿qué ha fallado en el feminismo? Me refiero en su mayor parte al feminismo del Norte global. Hacia finales de los sesenta y en los setenta hubo un feminismo que se generó en diálogo estrecho con la Nueva Izquierda, en parte dentro de las tradiciones socialista y marxista. Se estaba desarrollando una poderosa crítica feminista del androcentrismo de la sociedad capitalista con su división fundamental entre el trabajo productivo pago y el trabajo reproductivo no pago. Al mismo tiempo, estos movimientos estaban también tratando de ampliar la agenda política de la izquierda, más allá de los temas de la clase y la economía, para incluir violencia de género, libertad reproductiva, y todas las formas, digamos, de silenciamiento cultural de las mujeres. Este feminismo, podríamos decir usando un lenguaje que no estaba disponible en aquella época pero que desarrollé más tarde, ya estaba integrando cuestiones de distribución y de reconocimiento. Sin embargo, luego la agenda del feminismo se estrechó a preocupaciones de reconocimiento, y la crítica del capitalismo y su economía política fue abandonada o quedó muy subordinada. Y esto fue parte de un cambio en la cultura política de EE.UU.: volvía a imponerse la normal hegemonía del liberalismo, lo que es siempre la mentalidad por defecto en EE.UU., con su individualismo, su talento meritocrático. Entonces, en un segundo período tenemos este feminismo liberal. Y al mismo tiempo, en la universidad, se afianzó el feminismo cultural del posestructuralismo, de las políticas de la identidad. Surgió entonces un tipo de alianza impía entre capitalismo y el posestructuralismo, un giro hacia una política centrada en el reconocimiento. Creo que eso es lo que salió mal, porque esto ocurrió en el exacto momento en que necesitábamos una crítica feminista de la economía política del neoliberalismo.
–¿Y cuál sería la tercera fase de este proceso?
 –La tercera fase sigue en marcha. Pero permítame matizar este punto: cuando escribí la introducción a Fortunas del feminismo fue en el momento de lo que parecía una crisis mayor del neoliberalismo, en la crisis financiera de 2008. Pensé entonces que el neoliberalismo podía estar entrando en una crisis profunda, a punto de convertirse en una tercera cosa. Esto no ocurrió. De modo que hoy tendría que modificar esta idea de que estamos en una tercera fase genuinamente definida; no creo que así sea, seguimos luchando en la fase neoliberal. Sin embargo, lo que digo allí acerca de aquello en lo que un feminismo debería convertirse sigue siendo correcto: debe combinar la crítica de la economía política, que yo llamo “redistribución”, con una crítica del orden androcéntrico y sexista, el “reconocimiento”, más una crítica. Este es un tercer elemento nuevo, de la organización o de la institución de un espacio político, tanto en la arena nacional como también globalmente, lo que tiene que ver con cuestiones de la voz y de la representación. Representación en instituciones formales pero también en espacios informales de opinión pública de la sociedad civil. La idea sería que necesitamos una política feminista que combine redistribución, reconocimiento y representación.
–Usted propone, en este contexto, el concepto de “paridad de participación”. ¿Hasta qué punto esta idea sobrepasa la clásica de igualdad? 
–La paridad participatoria es un modo específico de interpretar la idea de igualdad, que es un concepto muy discutido, con numerosas interpretaciones opuestas. Está la idea liberal de la meritocracia (cada uno llega hasta donde sus talentos lo lleven). Está la del intercambio en el mercado, que también es una interpretación de la igualdad. Están los derechos políticos formales e igualitarios. Lo que yo estoy diciendo con la idea de paridad de participación es que todas las otras interpretaciones resultan demasiado estrechas. Y mi idea es que la paridad de participación es una interpretación radicalmente democrática de la igualdad, en lugar de una interpretación liberal de la igualdad. Este concepto se ha expandido y se ha profundizado. Se aplica cada vez a más áreas de la vida, no sólo a la esfera legal, no sólo a la esfera política, también a la esfera económica, la familia, la sociedad civil. De modo que no queda satisfecha con los meros derechos formales en el papel, sino con las condiciones materiales efectivas requeridas por la gente para realmente interactuar como pares o como iguales en la sociedad.
–¿Hay aún una dimensión utópica en esta igualdad, como la escuela de Frankfurt lo pensaba para toda crítica de la sociedad?
 –Realmente creo que uno nunca consigue un cambio genuinamente transformador sin una dimensión utópica. Sin embargo, la dimensión utópica es difícil de defender en lo filosófico. Porque siempre hay un elemento de especificidad y de deseo que escapa a lo racional. Esto siempre viene de la experiencia de desear algo más allá de lo que está dado, aun cuando haya dificultad en decir qué es lo que puede ser eso más allá. Creo que en la teoría crítica necesitamos varios elementos diferentes: un diagnóstico muy claro y racional de cómo funciona la sociedad presente, cuáles son los mecanismos por los que la desigualdad, la opresión, la dominación son generados, necesitamos un diagnóstico muy claro de la esfera civil y política, qué están haciendo los movimientos sociales, si están pensando correctamente para enfrentar la crisis. Todo esto es un tipo de racionalidad. Pero también necesitamos una teoría normativa, como la paridad participativa en tanto modo de imaginar cómo sería una sociedad más igualitaria. Y, al mismo tiempo, necesitamos una sensibilidad para este elemento utópico transracional de deseo.
–En su libro “Escalas de justicia”, usted se refiere a la perspectiva crítica de Hannah Arendt acerca de un posible régimen internacional de derechos humanos. ¿Hay forma de mejorar el accionar de estas instituciones?
 –Creo que todo el movimiento de lo que hoy llamamos el régimen de los derechos humanos, o los regímenes en plural, son muy importantes a nivel histórico, y sin embargo tienen algunas ambivalencias, algunas limitaciones. Creo que el lado positivo es bastante obvio; quisiera enfocarme entonces en las ambivalencias y en las limitaciones. Un punto es que, de alguna manera, la idea de los derechos humanos está sustituyendo esos tipos de utopía que mencionábamos antes, pero son demasiado débiles como utopía. No es suficiente como visión de una buena sociedad. Está demasiado enfocada en la justicia legal, judicializa, es un poco demasiado moralizante, no es una visión política genuina. Un segundo punto sería que existe un cierto tipo de justicia de los vencedores en los derechos humanos; alguien decía hace poco: ¿a quién procesamos en las violaciones de los derechos humanos internacionales? En su mayoría: a malvados hombres negros en países pobres. No procesamos a criminales de guerra estadounidenses, y tampoco lo haremos si no es través de una gran transformación. Además, tenemos esta importante crítica feminista de los derechos humanos: la de un cierto tipo de androcentrismo, estar demasiado enfocados en la violencia perpetrada por los gobiernos en contra de los individuos. Sin la presión de los movimientos sociales, que se movilizan desde abajo, algo falta: no se puede dejar estas cosas únicamente en manos de los jueces. Tiene que haber un diálogo constante entre las cortes internacionales y los movimientos de la sociedad civil para asegurar una comprensión completa y amplia de los derechos humanos.
–Al recibir el Doctor Honoris Causa de la Universidad de San Martín, usted habló de las limitaciones de la crítica que ejerce el feminismo y el papel dinamizador de América Latina. ¿En dónde reside esta diferencia?
 –Creo que la tendencia histórica en el feminismo y otras corrientes del Sur global es mirar hacia el Norte, como si nosotros fuéramos los expertos y productores de las teorías que ustedes adoptan, pero creo que nosotros en el Norte global hoy en día estamos en un verdadero impasse, creo que estamos estancados. Tanto políticamente como en el nivel de la imaginación. No tenemos ninguna oposición movilizada real contra el neoliberalismo, con orientación programática. Todo el mundo odia a los neoliberales, pero se trata de una oposición desmoralizada, dispersa, fragmentada, sin proyecto contrahegemónico. Y hemos tenido protestas explosivas, como Occupy o los Indignados en Europa. Estas protestas explotan pero se disuelven y desaparecen sin dejar ninguna organización, pensamiento programático, ni proyecto para seguir luchando contra la globalización. Todos los partidos políticos oficiales son básicamente una versión u otra del neoliberalismo. Creo que en Latinoamérica, a pesar de las diferencias entre los países, a pesar de las dificultades aquí o allá, al menos se está articulando desde una posición de poder oficial una oposición al neoliberalismo. Al menos está la idea de desarrollar una alternativa contrahegemónica. Es lo que nos falta en Europa y Estados Unidos.
–¿Cuál es el rol de la emancipación en esta oposición al neoliberalismo? 
–No podemos pensar esta crisis simplemente como una crisis económica y financiera. También tenemos una muy profunda crisis ecológica, tenemos una crisis política, una crisis de la imaginación, y hasta se podría llamar una crisis de emancipación. De modo que se trata de una crisis multidimensional. Karl Polanyi, al escribir acerca de las crisis de 1930 y el auge de los fascismos durante la Segunda Guerra Mundial en su libro La gran transformación , también tuvo una crisis multidimensional que era más amplia que la idea marxista. Sin embargo, quisiera decir entre paréntesis, que yo no renuncio a la idea de Marx, sólo quiero situarla en una perspectiva más amplia. Polanyi entendió el surgimiento del fascismo y el colapso de toda la civilización en la Segunda Guerra como algo puesto en movimiento por una loca idea del siglo XIX: que la sociedad podía estar organizada alrededor de un mercado autorregulado. Toda la sociedad civil y las ideas éticas debían ser puestas de lado frente a esta autorregulación. Esa idea destructiva terminó amenazando toda la organización social. Ese mercado no regulado estaba destruyendo también la naturaleza. De modo que las luchas sociales no eran una lucha de clases como lo pensaba Marx, sino que se trataba de una lucha entre las fuerzas que querían expandir el mercado y aquellas que querían proteger la sociedad y la naturaleza frente al mercado. Pero hay algo erróneo allí, la lucha social no tiene dos caras, tiene al menos tres. Ese valioso panorama deja afuera, en el siglo XIX, a la lucha mundial para abolir la esclavitud, las luchas por la emancipación de las mujeres, las luchas anticoloniales, estas no son luchas a favor del mercado o a favor de la protección de la sociedad, son luchas, tal como yo digo, por la emancipación. De modo que tenemos que pensar en un triple movimiento, y una vez que uno introduce esta idea, tenemos todas estas complejas posibilidades de dos contra uno: ¿qué versión de la emancipación? ¿Es la versión que está del lado del mercado o estará del lado de la protección social? Para mí esta fue una forma de analizar esas problemáticas liaisons dangereuses del feminismo con el mercado. Esto es importante: cuando los movimientos sociales se alían con el mercado, abandonan la idea de la protección social. Necesitamos una nueva alianza: protección social y emancipación.