jueves, 31 de diciembre de 2009

¡Bienvenidos a El Año del Tigre!

¡Póngale sus colores favoritos y sus rayas, a el Tigre, para que en su Año se dé garra!



¡Feliz y próspero 2010!

Les desea

El Sueño del Perro: la Novela (des) esperada

sábado, 21 de noviembre de 2009

Caudillos ‘redux’

FALTAN TODAVÍA VARIOS MESES para que las celebraciones del Bicentenario invadan la vida de los latinoamericanos, pero ya podemos anticiparnos a la sensación de fracaso que habrá de sentirse donde haya gente sensata.

Por: Juan Gabriel Vásquez

No me refiero al fracaso de las celebraciones mismas: las celebraciones, puede uno suponer, serán un éxito. Las publicaciones que se hagan, las actividades culturales que se organicen, las previsibles manifestaciones de alegría colectiva que surjan por todas partes: todo eso saldrá muy bien. Pero alguien en algún momento tendrá que preguntarse si, teniendo en cuenta el momento actual de Latinoamérica, hay realmente algo que celebrar. ¿Adónde han llegado estas repúblicas nuestras en doscientos años de Independencia? Echen una mirada por la ventana y asústense: a Colombia y a Venezuela, los dos países que celebrarán con más intensidad, el Bicentenario los sorprende en el peor momento político de la historia. Nacidos hace doscientos años de la mano de ciertos caudillos, los dos están hoy sumidos de nuevo en el caudillismo: en eso, por lo menos, es como si nuestros países no se hubieran bajado en dos siglos de la bicicleta estática.

El caudillo, por supuesto, es nuestro producto más original: “La contribución más importante de América Latina a la ciencia política”, decía un periódico de Nueva York hace unos meses. Y para ser fieles a la tradición, nuestros dos países le dan la bienvenida al aniversario sumidos en una crisis caudillista que no se veía desde que Bolívar se disputaba con otros el liderazgo de estas repúblicas recién paridas. ¿En qué han cambiado las cosas desde la Independencia? Los caudillos de hace doscientos años eran aristócratas en su mayoría; los de ahora, el caballista de aquí y el chafarote de al lado, tienen todos los defectos de la caudillista aristocracia criolla y ninguna de sus virtudes. El mesianismo, el culto a la personalidad, el pisoteo sin complejos de la Constitución, la deliberada difuminación de las fronteras entre el líder y el Estado, la polarización intencional de sus sociedades, la criminalización de toda forma de disenso, el convencimiento de que no hay futuro en su ausencia, la manipulación de los sentimientos patrióticos: ¿suena familiar?

El de al lado ya modificó la Constitución para permitirse la reelección indefinida, e incluso anunció su intención de quedarse en el poder hasta 2021 o 2030 (se ve que está indeciso). El de aquí ha llegado a extremos inusuales para permitirse la segunda reelección, pero no tengo que señalarlos. Allá se compiló la infame Lista Tascón, un inventario de los votantes del referendo antichavista del 2004 que le ha servido al Gobierno para vengarse de mil maneras de la oposición. Aquí se graba ilegalmente a magistrados y periodistas. Ibsen Martínez me recordó el otro día lo que dijo el de allá durante la campaña de 2008: “Yo soy el único venezolano capaz de gobernar a Venezuela”. Y también: “Soy lo único que se interpone entre la paz y la guerra civil”. El de acá ha sido un poco más ambiguo: ya recuerdan ustedes la doctrina de la Hecatombe, célebre en el ámbito del Derecho Constitucional.

El Bicentenario debería darnos la oportunidad de escoger si queremos bajarnos de la bicicleta estática. O si queremos seguir así, pedaleando de la misma forma, doscientos años más.

fuente:elespectador.com

miércoles, 14 de octubre de 2009

Obama "Cause of Peace"

Premio a las promesas y las buenas intenciones









Por: Randy Alonso Falcón

El Comité que concede el Premio Nobel de la Paz acaba de anunciar su
sorpresivo veredicto. Hasta el propio galardonado se levantó
sobresaltado e incrédulo con la noticia. Con apenas nueve meses en el
poder y poco concreto que mostrar, Barack Obama se ha convertido en el
tercer presidente norteamericano que ha ganado el controvertido premio.

Los decisores ungieron a Obama con el galardón por su vocación a la
desnuclearizació n y el nuevo “clima que creó en las relaciones
internacionales” . Subrayaron su gestión de una “diplomacia
multilateral” y la ponderación del rol que cumplen instituciones
internacionales como Naciones Unidas.

Asimismo, manifestaron que Obama privilegia el “diálogo” y la
negociación como instrumentos de resolución de conflictos. ”Gracias
a la iniciativa de Obama Estados Unidos tiene un rol más constructivo
en el desafío por el cambio climático”, sostuvo el comité.

En su primera declaración, la Casa Blanca dijo que Obama está
“honrado” con la decisión del comité noruego de asignarle el Premio
Nobel de la Paz. La sede gubernamental norteamericana se manifestó
“completamente sorprendida” por la decisión.

El portavoz del gobierno, Robert Gibbs, fue el encargado de comunicar
al presidente la determinación del comité noruego, y dijo que Obama
“acepta con humildad el reconocimiento” .

Tras la sorpresa se han desatado las reacciones. Desde las amables
frases de los colegas mandatarios hasta los muchos cuestionamientos de
la comunidad internacional.

En Oslo, patria del galardón, a pesar de que la prudencia al comentar
las decisiones del Comité Nobel noruego forma parte de las buenas
maneras entre los políticos del país, las críticas han sido inmediatas.

“Estoy atónita. Sólo está empezando”, criticó la jefa de la oposición,
la conservadora Erna Solberg, subrayando la controversia por el poco
tiempo de presidencia que lleva el mandatario norteamericano.

Su colega Siv Jensen, del populista de derechas Partido del Progreso,
opinó: “Uno sólo puede premiar gestiones por la paz llevadas a cabo,
no esperanzas y expectativas” .

El portavoz de Aministía Internacional en Noruega, John Egen, apuntó
otro problema: “A fin de cuentas, Obama también es responsable de
liderar la guerra de Estados Unidos en Afganistán”.

Otros comentaristas calificaron la decisión del consejo de “inocente”
y señalaron que Obama, más que premios, necesita más resultados
políticos concretos.

En twitter, los internautas dicen que este es un Nobel preventivo:
Barack te lo llevas por adelantado, ahora ¡gánatelo!

Obama empezó a sacar a las tropas estadounidenses de Iraq, pero
Estados Unidos sigue empantanado en el frente afgano, donde la
situación se degrada rápidamente y están muriendo ahora más civiles que nunca.

Desde el 1 de enero al 30 de junio, se registraron 1.013 civiles
muertos, “comparados con los 818 del mismo período en 2008 y 684 en
2007?. Es decir, como la administració n Obama se ha decantado por la
escalada de la guerra y ha enviado más aviones y miles de soldados a
Afganistán, la cifra de muertos civiles se ha disparado hasta el 24%.

Las cifras de ataques aéreos tampoco recogen los cientos de hombres,
mujeres y niños que han muerto este año asesinados por los ataques con
misiles lanzados desde aviones teledirigidos Predator sobre la
frontera en las zonas tribales de Pakistán. La insurgencia contra los
ocupantes cuenta con el apoyo de la población étnica pastún de la
región. Como represalia, el ejército estadounidense está emprendiendo
una campaña sistemática de terror y asesinatos contra ellos.

También sus intentos de conciliación en Oriente Medio, que convirtió
en una de sus prioridades, están estancados. Las misiones de su
enviado especial George Mitchell para reavivar el proceso de paz
chocan con la negativa de Israel a cesar la colonización de los
territorios ocupados.

En la misma semana en la que se ha concedido a Obama el Premio Nobel
de la Paz, el Senado de Estados Unidos ha aprobado el presupuesto
militar más grande de la historia con 626 mil millones de dólares y
se ha conocido a través de la ABC News que las fuerzas militares
estadounidenses podrían estar acelerando los planes para un posible
ataque a instalaciones nucleares iraníes.

El Pentágono obtuvo recientemente la aprobación del Congreso para
asignar millones de dólares de los gastos de defensa al desarrollo de
una bomba destructora de búnkeres conocida como “Penetrador Masivo de
Artillería”. La bomba está diseñada para impactar en blancos
subterráneos de gran profundidad. Se dice que tendría poca utilidad en
las operaciones militares de Iraq o Afganistán, pero que sería ideal
para atacar instalaciones subterráneas iraníes.

El premio, que consiste en un millón de euros, una medalla y un
diploma, será entregado el 10 de diciembre en Oslo, en el aniversario
de la muerte del fundador, el industrial y filántropo sueco Alfred
Nobel. En esa fecha se estará desarrollando la Cumbre sobre el Clima
en Copenhague, a la cual Obama deberá llegar con algo más que
promesas. Las graves crisis que está viviendo la humanidad necesitan
de mucho más que buenas intenciones.

martes, 6 de octubre de 2009

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lunes, 28 de septiembre de 2009

Historia oficial vs. historia real

Cristian Valencia
Estos son los agregadores que usted tiene disponibles para agregar el contenido de "Cristian Una cosa es lo que pasa y otra la que se escribe. Lo que nos dejamos meter como historia oficial es algo vergonzoso. El doble discurso institucional es el culpable de la bipolaridad de los colombianos. Recuerdo nada más cómo me enseñaron la historia cuando era niño. Un sartal de mentiras asépticas, llena de proclamas rimbombantes y discursos obsoletos que, estoy seguro, nada tuvieron que ver con la realidad. Jamás me enseñaron, por ejemplo, que la Guerra de los Mil Días fue producto de la encerrona política que hicieron conservadores y liberales contra los liberales radicales. Aquellos partidos políticos se unieron y prohibieron que los radicales lanzaran candidato a la Presidencia. Es decir, prohibieron las verdaderas ideas liberales en todo el país, prohibieron una manera de pensar, un partido político. Y fueron los liberales y conservadores de entonces quienes tuvieron la culpa del asesinato del general Uribe Uribe (de otros Uribe, aclaro).
Hagan el ejercicio de leer un texto de historia de Colombia para enseñanza media, es decir, los libros que educan a nuestros jóvenes. Lean la historia de los últimos 40 años, por ejemplo. ¿Dice acaso que el presidente Carlos Lleras Restrepo facilitó el fraude de las elecciones del 70? No habla de fraude, aunque la versión de casi todos los colombianos es esa: las elecciones del 70 se las robó Misael Pastrana Borrero. Esos deberían ser los términos de la historia escrita para que nuestros muchachos sepan en dónde están parados y tengan algún día una madurez política.
Luego pasa por el gobierno de López Michelsen como si nada: no menciona el escándalo de la hacienda La Libertad, una carretera mandada a hacer para favorecer el fundo de uno de sus hijos. Tampoco habla de la "ventanilla siniestra", aquella que admitía todos los dineros de dudosa reputación para "lavarlos" institucionalmente (¿recuerdan la bonanza marimbera?); ni menciona el Estado de Emergencia Económica en plena bonanza cafetera; y no recuerda que Alfonsito, cuando era chiquito, se apropió, con la venia de su padre presidente, de la famosa harinera Handel. ¿Qué podrá decir la historia oficial de colegios sobre Turbay? Nada que lo incomode, por supuesto: que le gustaba usar corbatín 'pepiado', tal vez. Con seguridad, el Estatuto de Seguridad fue una cosa necesarísima, y las torturas de las caballerizas del Cantón Norte jamás se presentaron.
De Belisario, que era poeta y que era tan humilde que a veces salía en un Renault 4, pero jamás dirán que bajo su mando (porque jamás aclaró que le hicieron un golpe de Estado), como comandante único de las Fuerzas Armadas, dirigió las acciones de la retoma del Palacio de Justicia, con las consecuencias que todos conocemos (¿por qué está preso el coronel Plazas y libres todos sus superiores, incluyendo a Belisario?). Y sigan haciendo cuentas de lo que falta: Gaviria, Barco, Samper, Pastrana.
Y frente a todas estas omisiones históricas me pregunto: ¿dónde están la Academia de Historia y todas las facultades de historia que tiene el país? Yo sí creo necesario el revisionismo de nuestra historia. De toda. Quisiera que esos libros que educan a los jóvenes hablaran de Chambacú, por ejemplo, y de todos los desfalcos hechos por algunos políticos; que hablen de tomas guerrilleras y masacres paramilitares, que hablen de los millones de campesinos desplazados: que hablen, en últimas, que hablen.
Pero eso será ciencia ficción, por supuesto. Ustedes y yo sabemos que no pasará, porque desmembraría para siempre la gallinita de los huevos de oro. Y porque habría que decir la verdad. Y la verdad es una cosa recontraturbia y cochina, que dista por leguas de ese discurso oficial tan limpio e inmaculado, que deja tan bien parados a nuestros 'prohombres' (quac).
¿Qué dirán los libros de texto para muchachos sobre el presidente Uribe?
cristianvalencia@yahoo.com

viernes, 25 de septiembre de 2009

La campaña del odio (I)


Por: Juan Gabriel Vásquez
FUE UN ESPECTÁCULO FASCINANte.
Mi viaje por tres ciudades de Estados Unidos coincidió con el punto más álgido de esta ola de Obamafobia —esta ola que, como tantas cosas en la política de ese país desmesurado, va mucho más allá de la política—, y lo que vi fue preocupante y vergonzoso, sí: pero fascinante. La reforma del sistema sanitario que Obama pretende sacar adelante ha servido de catalizador o aglutinador, pero sólo los más inocentes piensan que los manifestantes de la semana pasada en Nueva York y Washington, esos miles de inconformes que llegaron con imágenes y leyendas inverosímiles, están hablando realmente del sistema sanitario. Y no, no es así: lo que se puso en escena en Estados Unidos fue el diagnóstico, que para algunos no tuvo nada de sorprendente, de lo que Rush Limbaugh, el vocero mediático de la extrema derecha más hostil y peligrosa, ha llamado “las dos Américas”. Limbaugh, un maniqueo con carné, se refiere a la división eterna entre los Estados Unidos republicanos (creyentes, conservadores, decentes) y los demócratas (inmorales, ateos, liberales). Pero lo que se vio en esas manifestaciones fue incluso más allá: una especie de monstruo que llevaba dormido mucho tiempo y que ahora decidió despertar y salir a la superficie.
El mejor resumen del asunto está en las pancartas que llevaron los manifestantes, fotos o caricaturas en las que Obama tiene el bigote de Hitler, el turbante y la barba de Osama bin Laden o la vestimenta y los adornos de un africano primitivo, camisetas que piden la elección de Sarah Palin en 2012 o leyendas donde Obama es Satán: si las dos Américas existen, ésta ha transformado a Obama en un símbolo de sus miedos más irracionales, un malo de caricatura, una especie de Lex Luthor negro (y la raza, a pesar de lo que digan los voceros, está en el corazón del tema). Obama como Satán, sí, pero en otras pancartas era Obama como Anticristo, y en otras, Obama como Che Guevara: muchos de estos manifestantes pertenecen a la generación post-McCarthy para la cual no hay ningún mal en el mundo que no venga del socialismo. Una pancarta es la síntesis perfecta de dos épocas, cada una con su diablo particular: “Hay que impugnar al musulmán marxista”.
Son los Estados Unidos de la paranoia ultranacionalista, del fanatismo religioso, de la más pura irracionalidad, y Obama ha tratado de enfrentarlos con las mismas armas que esgrimió durante la campaña, cuando prometió que con él regresarían la razón y la urbanidad a Washington. Pero después de ocho años de George W. Bush, la urbanidad y la razón quedaron convertidas en lo que tal vez han sido siempre para todo un sector del electorado estadounidense: valores elitistas, cosas de universidades para ricos, ética de Ivy League. Es una verdadera paradoja: aquel Bush —hijo de una de las familias más adineradas del país, prácticamente dueño de todo un estado por su apellido y empresario egresado de Yale— era visto por su gente como un tipo campechano, “uno de nosotros”; Obama, nacido en la intemperie política de un padre keniata y una madre que no hubiera sobrevivido sin ayudas del gobierno, líder comunitario y abogado de derechos civiles, es percibido como un elitista detestable. La campaña de odio, en ese sentido, ha rendido sus frutos. Y esto no ha hecho más que empezar.

jueves, 24 de septiembre de 2009

El otoño del tirano

Por Eduardo García Aguilar
Cuando hace años se hablaba en coloquios universitarios de las novelas de dictadores hispanoamericanos como « Tirano banderas » de Valle Inclán, « Yo el supremo » de Augusta Roa Bastos, « El recurso del método » de Alejo Carpentier o « El otoño del patriarca » de Gabriel García Márquez, nunca pensamos que en Colombia uno de esos personajes pasados de moda se atornillaría en el poder, emulando a Cantinflas en la famosa película Su excelencia.

En Colombia la figura del patriarca fueteador y moralista que gobierna desde hace casi una década y espera todavía seguir en el trono, ha llevado al extremo el aspecto cómico de la figura patriarcal, infalible y energúmena, tramposa y arbitraria, con una larguísima nariz de Pinocho, frente a la que todos se hincan con servilismo, desde oligarcas bogotanos y manzanillos provincianos, hasta ministros, empresarios nacionales o extranjeros y líderes políticos por igual.

Durante décadas se dijo que Colombia era uno de los pocos países latinoamericanos con una democracia sólida que había resistido a la tentación dictatorial, donde los mandatarios por muy amantes del poder que fueran se eclipsaban mansos al concluir sus periodos, como una cuestion de honor personal que ninguno hasta ahora había osado violar.

Se podía estar en desacuerdo con esos personajes de la oligarquía colombiana que se sucedían uno tras otro en el poder, pero al menos debíamos reconocer que tenían cierta dignidad intelectual y decencia y que, como juristas que eran en su mayoría, consideraban un acto de honradez mínima respetar la Constitución y las Leyes y cumplir el precepto de que las reglas de juego no se cambian para beneficio personal y mucho menos por medio del cohecho y la compra de las conciencias de los congresistas.

A lo largo del siglo el Congreso estuvo compuesto en gran parte por personas que representaban ideas políticas claras, a veces atroces, por supuesto, y los debates tenían una mínima altura como lo pude constatar varias veces al entrar allí para mirar desde la barrera las discusiones de las comisiones. La palabra « padre de la patria » podría ser ridícula, pero los hombres del sistema que llegaban al Congreso a nombre de los partidos tradicionales eran relativamente respetados porque se destacaban en algo, en la elocuencia o en los conocimientos técnicos y pese a que contribuían a la perpetuación de la injusticia, los considerábamos interlocutores lúcidos en tiempos de guerra fría mundial.

Nada de eso ocurre ahora : al mismo tiempo que el patriarca llegó con las votaciones milagrosas que le arreglaban en muchas regiones del país las fuerzas oscuras que lo consideraban su representante y salvador, el Congreso se llenó de delincuentes de la peor laya que llegaron al extremo de recibir con honores en el recinto sagrado de las leyes a los peores genocidas y criminales que haya jamás producido el país en su larguísima historia de violencia. Ese día se entronizaron los hornos crematorios, las motosierras y las fosas comunes como las verdaderas hacedoras de la ley cantada en los himnos y simbolizada en la posición hierática de héroes nacionales como Nariño, Santander y Bolívar.

Un Congreso de bandidos perseguidos en su mayoría por la justicia se encargó de cambiar las reglas del juego para imponer la primera reelección de la figura del patriarca y otro Congreso de igual laya se ha encargado de repetirnos la dosis con un cinismo increíble, donde ministros turbios descuartizan la separación de los poderes usando métodos prohibidos. Ni en la más mala película de ficción hubiéramos imaginado el rumbo que terminó por seguir el país a comienzos del siglo XXI, acostumbrado ya al parecer a los sermones diarios del caudillo, a sus discursos cantinflescos para defender a los peores delincuentes o guardar silencio ante los crímenes más espantosos de sus amigos y valedores, que como las ejecuciones extrajudiciales, la coacción multitudinaria del voto y el espionaje al estilo soviético parecen para él pecados ínfimos o calumnias de izquierdistas.

Hace poco un ex presidente mexicano dijo que la impunidad es necesaria para que funcione el sistema político, lo que en su enormidad cantinflesca puede aplicarse perfectamente a lo ocurrido en Colombia: se cambia la Constitución para beneficio propio y no pasa nada , se compran las conciencias y no pasa nada, se concentran las tierras del país en unas cuantas manos ensagrentadas y no pasa nada, se enriquecen milagrosamente los miembros de la corte palaciega y no pasa nada, millones de colombianos son desplazados y no pasa nada, delincuentes son nombrados en los puestos diplomáticos y no pasa nada, miles de desaparecidos reposan en las fosas comunes y no pasa nada, se bombardea un país extranjero y no pasa nada, se graba ilegalmente a opositores, magistrados, periodistas y politicos y no pasa nada, casi todos los miembros del Congreso están siendo procesados y no pasa nada, todos están pendientes día y noche de los humores del patriarca y no pasa nada.

Si Tirano Banderas dice que de noche hace día, todos se inclinan y aceptan ; si dice que la luna es el sol, bajan la cerviz ; si amanece de mal humor, todos en palacio esperan a que se le pase la furia ; si regaña a los periodistas porque le hacen preguntas incómodas, los áulicos ríen. El caudillo habla de patriotismo, pero ha sido como ninguno el más servil ante los poderes de Washington ; el señor presidente reza y se persigna todas las mañanas, pero calla ante los delitos atroces de lesa humanidad.

Ni Valle Inclán en España, ni Augusto Roa Bastos al describir el delirio del dictador paraguayo Francia, ni Martin Luis Guzmán en México, ni García Márquez al contarnos los delirios del patriarca caribeño, ni Carpentier, ni Rómulo Gallegos, ni el biógrafo de Francisco Franco, ni quienes en América Latina abordaron el tema, imaginaron que seguiría vivo y coleando al concluir la primera década del siglo XXI en Colombia. Pensábamos que todo eso era pasado de moda, reminiscencias de viejos liberales artríticos, pero nada, ahora debemos pellizcarnos para creerlo, en nuestro país estamos viviendo dentro de una novela de tiranuelos hispanoamericanos y nuestro personaje de marras supera con creces a sus variados y vistosos modelos.

domingo, 23 de agosto de 2009

"Revolución o muerte": análisis de las fotos más famosas del Che


DE KORDA A LA MUERTE Su imagen más conocida por todos y otra posterior a la ráfaga de ametralladora que terminó con su vida, ejes de este análisis.
Sólo el escritor, psicoanalista, historiador y biógrafo del Che, Pacho O'Donnell, se explaya en el video de esta nota sobre las dos fotos mayores de Guevara, la clásica y archiconocida toma de Korda en Cuba y la que el boliviano Freddy Alborta le toma ya muerto y con los ojos abiertos, tras su caída final en La Higuera, Bolivia, en octubre de 1967. El carácter expansivo de O'Donnell y la gigantesca base de datos que almacena en su memoria tras la escritura de Che. La vida por un mundo mejor, lo muestran en condiciones de ahondar en casi cualquier detalle de la trayectoria guevarista. En su ensayo biográfico sobre el guerrillero nacido en Rosario, publicado en 2003, reeditado y traducido a diversos idiomas, se emplea a fondo en una reconstrucción minuciosa de esa trayectoria física, ideológica y afectiva, evidenciando las virtudes más admiradas del Che, pero también lo que considera sus errores y sus contradicciones. "Me pongo muy mal cuando veo la famosa foto de su cadáver en La Higuera —decía tiempo atrás a Clarín Carlos 'Calica' Ferrer, cordobés inefable que compartió andanzas con el Che desde los primeros años hasta la juventud y amigo para siempre—. Me indigno al ver el estado en que estaba y cómo lo habían matado. Como lo habían asesinado. Pero por otro lado, me consuelo pensando que su nombre ha pasado a la eternidad, y que es admirado por los jóvenes, que son las mentes más puras." Admirador de la revolución cubana, Calica le dice a Ñ que ha escuchado una grabación del propio Korda acerca de su famosa foto del Che en La Habana, donde admite que es gracias a un ilustre fotógrafo italiano que él empieza a valorarla, luego de que el visitante al ver la imagen en el estudio le advierte que allí tiene una gran foto. "Así nace la foto de Korda", afirma Ferrer, mientras O'Donnell refiere aspectos distintos de su origen. Además de ampliar algunos factores estéticos de esa foto-ícono en el video registrado en la apacible amplitud de su editorial especializada en fotografía, Sara Facio comentó fuera de cámara que mucha gente se pregunta por qué prácticamente todas las fotos de Guevara son en blanco y negro. "Primero, se tomaban muchas fotos en blanco y negro en esas décadas, y segundo, el revelado color era un proceso secreto, por lo cual había que mandarlo a hacer sólo a determinados centros, principalmente EE.UU. No parecía lo más viable estando en la Sierra Maestra, ni en Cuba en general." Las imágenes del video también aportan una nueva sucesión de tomas donde cobra contundencia adicional la fotogenia en cuestión del Che, otra arma que sin lugar a dudas supo hacer valer.

viernes, 21 de agosto de 2009

Defensa de la palabra


por Eduardo Galeano

1.
Uno escribe a partir de una necesidad de comunicación y de comunión con los demás, para denunciar lo que duele y compartir lo que da alegría. Uno escribe contra la propia soledad y la soledad de los otros. Uno supone que la literatura transmite conocimiento y actúa sobre el lenguaje y la conducta de quien la recibe; que nos ayuda a conocernos mejor para salvarnos juntos. Pero "los demás" y "los otros" son términos demasiado vagos; y en tiempos de crisis, tiempos de definición, la ambigüedad puede parecerse demasiado a la mentira. Uno escribe, en realidad, para la gente con cuya suerte, o mala suerte, uno se siente identificado, los malcomidos, los maldormidos, los rebeldes y los humillados de esta tierra, y la mayoría de ellos no sabe leer. Entre la minoría que sabe, ¿cuántos disponen de dinero para comprar libros? ¿Se resuelve esta contradicción proclamando que uno escribe para esa cómoda abstracción llamada "masa"?
2.
No hemos nacido en la luna, no habitamos el séptimo cielo. Tenemos la dicha y la desgracia de pertenecer a una región atormentada del mundo, América Latina, y de vivir un tiempo histórico que golpea duro. Las contradicciones de la sociedad de clases son, aquí, más feroces que en los países ricos. La miseria masiva es el precio que los países pobres pagan para que el seis por ciento de la población mundial pueda consumir impunemente la mitad de la riqueza que el mundo entero genera. Es mucho mayor la distancia, el abismo que en América Latina se abre entre el bienestar de pocos y la desgracia de muchos; y son más salvajes los métodos necesarios para salvaguardar esa distancia.
El desarrollo de una industria restrictiva y dependiente, que aterrizó sobre las viejas estructuras agrarias y mineras sin alterar sus deformaciones esenciales, ha agudizado las contradicciones sociales en lugar de aliviarlas. La habilidad de los políticos tradicionales, expertos en las artes de la seducción y la estafa, resulta hoy insuficiente, anticuada, inútil; el juego populista que permitía otorgar para manipular ya no es posible, o revela su peligroso doble filo. Las clases y los países dominantes recurren a la maquinaria represiva. ¿De qué otra manera podría sobrevivir sin cambios un sistema social cada vez más parecida a un campo de concentración? ¿Cómo mantener a raya, sin alambradas de púas, a la reciente legión de los malditos? En la medida en que el sistema se siente amenazado por el desarrollo sin tregua de la desocupación, la pobreza y las tensiones sociales y políticas derivadas, se abrevia el espacio disponible para la simulación y los buenos modales: en los suburbios del mundo el sistema revela su verdadero rostro.
¿Por qué no reconocer un cierto mérito de sinceridad en las dictaduras que oprimen, hoy por hoy, a la mayoría de nuestros países? La libertad de los negocios implica, en tiempos de crisis, la prisión de las personas.
Los científicos latinoamericanos emigran, los laboratorios y las universidades no tienen recursos, el "know how" industrial es siempre extranjero y se paga carísimo, pero ¿por qué no reconocer un cierto mérito de creatividad en el desarrollo de una tecnología del terror? América Latina está haciendo inspirados aportes universales en cuanto al desarrollo de métodos de torturas, técnicas del asesinato de personas e ideas, cultivo del silencio, multiplicació n de la impotencia y siembra del miedo.
Quienes queremos trabajar por una literatura que ayude a revelar la voz de los que no tienen voz, ¿cómo podemos actuar en el marco de esta realidad? ¿Podemos hacernos oír en medio de una cultura sorda y muda? Las nuestras son repúblicas del silencio. La pequeña libertad del escritor, ¿no es a veces la prueba de su fracaso? ¿Hasta dónde y hasta quiénes podemos llegar?
Hermosa tarea la de anunciar el mundo de los justos y los libres; digna función la de negar el sistema del hambre y de las jaulas visibles o invisibles. Pero, ¿a cuántos metros tenemos la frontera? ¿Hasta dónde otorgan permiso los dueños del poder?
3.
Mucho se ha discutido en torno de las formas directas de censura bajo los diversos regímenes sociales y políticos que en el mundo son o han sido, la prohibición de libros y periódicos incómodos o peligrosos y el destino de destierro, cárcel o fosa de algunos escritores y periodistas. Pero la censura indirecta actúa de un modo más sutil. No por menos aparente es menos real. Poco se habla de ella; sin embargo, en América Latina es la que más profundamente define el carácter opresor y excluyente del sistema que la mayoría de nuestros países padece. ¿En qué consiste esta censura que nunca osa decir su nombre? Consiste en que no viaja el barco porque no hay agua en el mar: si un cinco por ciento de la población latinoamericana puede comprar refrigeradores, ¿qué porcentaje puede comprar libros? ¿Y qué porcentaje puede leerlos, sentir su necesidad, recibir su influencia?
Los escritores latinoamericanos, asalariados de una industria de la cultura que sirve al consumo de una elite ilustrada, provenimos de una minoría y escribimos para ella. Esta es la situación objetiva de los escritores cuya obra confirma la desigualdad social y la ideología dominante; y es también la situación objetiva de quienes pretendemos romper con ellas. Estamos bloqueados, en gran medida, por las reglas de juego de la realidad en la que actuamos.
El orden social vigente pervierte o aniquila la capacidad creadora de la inmensa mayoría de los hombres y reduce la posibilidad de la creación – antigua respuesta al dolor humano y a la certidumbre de la muerte – al ejercicio profesional de un puñado de especialistas. ¿Cuántos somos, en América Latina, esos "especialistas"? ¿Para quiénes escribimos, a quiénes llegamos? ¿Cuál es nuestro público real? Desconfiemos de los aplausos. A veces nos felicitan quienes nos consideran inocuos.
4.
Uno escribe para despistar a la muerte y estrangular los fantasmas que por dentro lo acosan; pero lo que uno escribe puede ser históricamente útil sólo cuando de alguna manera coincide con la necesidad colectiva de conquista de la identidad.
Esto, creo, quisiera uno: que al decir: "Así soy" y ofrecerse, el escritor pudiera ayudar a muchos a tomar conciencia de lo que son. Como medio de revelación de la identidad colectiva, el arte debería ser considerado un artículo de primera necesidad y no un lujo. Pero en América Latina el acceso a los productos de arte y cultura está vedado a la inmensa mayoría.
Para los pueblos cuya identidad ha sido rota por las sucesivas culturas de conquista, y cuya explotación despiadada sirve al funcionamiento de la maquinaria del capitalismo mundial, el sistema genera una "cultura de masas". Cultura para masas, debería decirse, definición más adecuada de este arte degradado de circulación masiva que manipula las conciencias, oculta la realidad y aplasta la imaginación creadora. No sirve, por cierto, a la revelación de la identidad, sino que es un medio de borrarla o deformarla, para imponer modos de vida y pautas de consumo que se difunden masivamente a través de los medios de comunicación. Se llama "cultura nacional" a la cultura de la clase dominante, que vive una vida importada y se limita a copiar, con torpeza y mal gusto, a la llamada "cultura universal", o lo que por ella entienden quienes la confunden con la cultura de los países dominantes. En nuestro tiempo, era de los mercados múltiples y las corporaciones multinacionales, se ha internacionalizado la economía y también la cultura, la "cultura de masas", gracias al desarrollo acelerado y la difusión masiva de los medios. Los centros de poder nos exportan máquinas y patentes y también ideología. Si en América Latina está reservado a pocos el goce de los bienes terrenales, es preciso que la mayoría se resigne a consumir fantasías. Se vende ilusiones de riqueza a los pobres y de libertad a los oprimidos, sueños de triunfo para los vencidos y de poder para los débiles. No hace falta saber leer para consumir las apelaciones simbólicas que la televisión, la radio y el cine difunden para justificar la organización desigual del mundo. Para perpetuar el estado de cosas vigente en estas tierras donde cada minuto muere un niño de enfermedad o de hambre, es preciso que nos miremos a nosotros mismos con los ojos de quien nos oprime. Se domestica a la gente para que acepte "este" orden como el orden "natural" y por lo tanto eterno; y se identifica al sistema con la patria, de modo que el enemigo del régimen resulta ser un traidor o un agente foráneo. Se santifica la ley de la selva, que es la ley del sistema, para que los pueblos derrotados acepten su suerte como un destino; falsificando el pasado se escamotean las verdaderas causas del fracaso histórico de América Latina, cuya pobreza ha alimentado siempre la riqueza ajena: en la pantalla chica y en la pantalla grande gana el mejor, y el mejor es el más fuerte. El derroche, el exhibicionismo y la falta de escrúpulos no producen asco, sino admiración; todo puede ser comprado, vendido, alquilado, consumido, sin exceptuar el alma. Se atribuye a un cigarrillo, a un automóvil, a una botella de whisky o a un reloj, propiedades mágicas: otorgan personalidad, hacen triunfar en la vida, dan felicidad o éxito. A la proliferación de héroes y modelos extranjeros, corresponde el fetichismo de las marcas y las modas de los países ricos. Las fotonovelas y los teleteatros locales transcurren en un limbo de cursilería, al margen de los problemas sociales y políticos reales de cada país; y las series importadas venden democracia occidental y cristiana junto con violencia y salsa de tomates.
5.
En estas tierras de jóvenes, jóvenes que se multiplican sin cesar y que no encuentran empleo, el tic-tac de la bomba de tiempo obliga a los que mandan a dormir con un solo ojo. Los múltiples métodos de alienación cultural, máquinas de dopar y de castrar, cobran una importancia cada vez mayor. Las fórmulas de esterilizació n de las conciencias se ensayan con más éxito que los planes de control de la natalidad.
La mejor manera de colonizar una conciencia consiste en suprimirla. En este sentido también opera, deliberadamente o no, la importación de una falsa contracultura que encuentra eco creciente en las nuevas generaciones de algunos países latinoamericanos. Los países que no abren a los muchachos opciones de participación política – por la petrificación de sus estructuras o por sus asfixiantes mecanismos de represión – ofrecen los terrenos mejor abonados para la proliferación de una presunta "cultura de protesta", venida de afuera, subproducto de la sociedad del ocio y el despilfarro, que se proyecta hacia todas las clases sociales a partir del anti-convencionalis mo postizo de las clases parasitarias.
Los hábitos y símbolos de la revuelta juvenil de los años sesenta en Estados Unidos y en Europa, nacidos de una reacción contra la uniformidad del consumo, son ahora objeto de producción en serie. La ropa con diseños psicodélicos se vende al grito de "¡Libérate!"; la música, los posters, los peinados y los vestidos que reproducen los modelos estéticos de la alucinación por las drogas, son volcados en escala industrial sobre el Tercer Mundo. Junto con los símbolos, coloridos y simpáticos, se ofrece pasajes al limbo a los jóvenes que quieren huir del infierno. Se invita a las nuevas generaciones a abandonar la historia, que duele, para viajar al Nirvana. Al incorporarse a esta "cultura de la droga", ciertos sectores juveniles latinoamericanos realizan la ilusión de reproducir el modo de vida de sus equivalentes metropolitanos.
Originada en el inconformismo de grupos marginales de la sociedad industrial alienada, esta falsa contra-cultura nada tiene que ver con nuestras necesidades reales de identidad y destino: brinda aventuras para paralíticos; genera resignación, egoísmo, incomunicació n; deja intacta la realidad pero cambia su imagen; promete amor sin dolor y paz sin guerra. Además, al convertir a las sensaciones en artículos de consumo, encaja perfectamente con la "ideología de supermercado" que difunden los medios masivos de comunicación. Si el fetichismo de los autos y las heladeras no resulta suficiente para apagar la angustia y calmar la ansiedad, es posible comprar paz, intensidad y alegría en el supermercado clandestino.
6.
Encender conciencias, revelar la realidad: ¿Puede la literatura reivindicar mejor función en estos tiempos y estas tierras nuestras? La cultura del sistema, cultura de los sucedáneos de la vida, enmascara la realidad y anestesia la conciencia. Pero, ¿qué puede un escritor, por mucho que arda su fueguito, contra el engranaje ideológico de la mentira y el conformismo?
Si la sociedad tiende a organizarse de tal modo que nadie se encuentra con nadie, y a reducir las relaciones humanas al juego siniestro de la competencia y
el consumo – hombres solos usándose entre sí y aplastándose los unos a los otros -¿qué papel puede cumplir una literatura del vínculo fraternal y la participación solidaria? Hemos llegado a un punto en el que nombrar las cosas implica denunciarlas: ¿ante quiénes, para quiénes?
7.
Nuestro propio destino de escritores latinoamericanos está ligado a la necesidad de transformaciones sociales profundas. Narrar es darse: parece obvio que la literatura, como tentativa de comunicación plena, continuará bloqueada de antemano mientras existan la miseria y el analfabetismo y los dueños del poder sigan realizando impunemente su proyecto de imbecilizació n colectiva a través de los medios masivos de comunicación.
No comparto la actitud de quienes reivindican para los escritores un privilegio de libertad al margen de la libertad de los demás trabajadores. Grandes cambios, hondos cambios de estructura serán necesarios en nuestros países para que los escritores podamos llegar más allá de las ciudadelas cerradas de las élites y para que podamos expresarnos sin mordazas visibles o invisibles. Dentro de una sociedad presa, la literatura libre sólo puede existir como denuncia y esperanza.
En el mismo sentido, creo que sería un sueño de una noche de verano suponer que por vías exclusivamente culturales podría llegar a liberarse la potencia creadora del pueblo, desde temprano adormecida por las duras condiciones materiales y las exigencias de la vida. ¿Cuántos talentos se extinguen, en América Latina, antes de que puedan llegar a manifestarse? ¿Cuántos escritores y artistas no llegan ni siquiera a enterarse de que lo son?
8.
Por otra parte, ¿puede realizarse cabalmente una cultura nacional en países donde las bases materiales del poder no son nacionales, o dependen de centros extranjeros? Si esto no es posible, ¿qué sentido tiene escribir? No hay un "grado cero" de la cultura, así como no existe un "grado cero" de la historia.
Si reconocemos una inevitable continuidad entre la etapa del dominio y la etapa de la liberación en cualquier proceso de desarrollo social, ¿por qué negar la importancia de la literatura y su posible función revolucionaria en la exploración, revelación y difusión de nuestra verdadera identidad o de su proyecto? El opresor quiere que el espejo no devuelva al oprimido más que una mancha de azogue. ¿Qué proceso de cambio puede impulsar un pueblo que no sabe quién es, ni de dónde viene? Si no sabe quién es, ¿cómo puede saber lo que merece ser? ¿No puede la literatura ayudar, directa o indirectamente, a esa revelación? En gran medida, pienso, la posibilidad del aporte depende del grado de intensidad de la comunidad del escritor con las raíces, los andares y el destino de su pueblo. También de su sensibilidad para percibir el latido, el sonido y el ritmo de la auténtica contra-cultura en ascenso. Muchas veces lo que se considera "incultura" contiene semillas o frutos de "otra" cultura, que enfrenta a la cultura dominante y no tiene sus valores ni su retórica. Se la suele menospreciar, por error, como a una mera repetición degradada de los productos "cultos" de la élite o de los modelos culturales que el sistema fabrica en serie, pero a menudo es más reveladora y valiosa una crónica popular que una novela "profesional", y el pulso de la vida real se siente con más fuerza en ciertas coplas anónimas del cancionero nacional que en muchos libros de poesía escritos en el código de los iniciados; los testimonios de la gente que de mil modos expresa sus lastimaduras y sus esperanzas frecuentemente resultan más elocuentes y bellos que las obras escritas "en nombre del pueblo".
Nuestra auténtica identidad colectiva nace del pasado y se nutre de él – huellas sobre las que caminan nuestros pies, pasos que presienten nuestros andares de ahora – pero no se cristaliza en la nostalgia. No vamos a encontrar, por cierto, nuestro escondido rostro en la perpetuación artificial de trajes, costumbres y objetos típicos que los turistas exigen a los pueblos vencidos. Somos lo que hacemos, y sobre todo lo que hacemos para cambiar lo que somos: nuestra identidad reside en la acción y en la lucha. Por eso la revelación de lo que somos implica la denuncia de lo que nos impide ser lo que podemos ser. Nos definimos a partir del desafío y por oposición al obstáculo.
Una literatura nacida del proceso de crisis y de cambio y metida a fondo en el riesgo y la aventura de su tiempo, bien puede ayudar a crear los símbolos de la realidad nueva y quizás alumbre, si el talento no falta y el coraje tampoco, las señales del camino.
No es inútil cantar al dolor y la hermosura de haber nacido en América.
9.
No siempre los datos de tiraje o venta dan la medida de la resonancia de un libro. A veces la obra escrita irradia una influencia mucho mayor que su difusión aparente; a veces responde con años de anticipación a las preguntas y necesidades colectivas, si el creador ha sabido vivirlas previamente como dudas y desgarramientos dentro de sí. La obra brota de la conciencia herida del escritor y se proyecta al mundo: el acto de creación es un acto de solidaridad que no siempre cumple su destino en vida de quien lo realiza.
10.
No comparto la actitud de los escritores que se atribuyen privilegios divinos no otorgados al común de los mortales, ni la actitud de quienes se golpean el pecho y rasgan sus vestiduras clamando el perdón público por vivir al servicio de una vocación inútil. Ni tan dioses ni tan insectos. La conciencia de nuestras imitaciones no es una conciencia de impotencia: la literatura, una forma de la acción, no tiene poderes sobrenaturales, pero el escritor puede ser un poquito mago cuando consigue que sobrevivan, a través de su obra, personas y experiencias que valen la pena. Si lo que escribe no es leído impunemente y cambia o alimenta, en alguna medida, la conciencia de quien lee, bien puede un escritor reivindicar su parte en el proceso de cambio: sin soberbia ni falsa humildad, y sabiéndose padecido de algo mucho más vasto.
Me parece coherente que renieguen de la palabra quienes cultivan el monólogo con sus propias sombras y laberintos sin fin; pero la palabra tiene sentido para quienes queremos celebrar y compartir la certidumbre de que la condición humana no es una cloaca. Buscamos interlocutores, no admiradores; ofrecemos diálogo, no espectáculo. Escribimos a partir de una tentativa de encuentro, para que el lector comulgue con palabras que nos vienen de él y que vuelven a él como aliento y profecía.
11.
Sostener que la literatura va a cambiar, de por sí, la realidad, sería un acto de locura o soberbia. No me parece menos necio negar que en algo puede ayudar a que cambie.
La conciencia de nuestras limitaciones es, en definitiva, una conciencia de nuestra realidad. En medio de la niebla de la desesperanza y la duda, es posible enfrentar las cosas cara a cara y pelearlas cuerpo a cuerpo: a partir de nuestras limitaciones, pero contra ellas.
En este sentido, resulta tan desertora una literatura "revolucionaria" escrita para los convencidos, como una literatura conservadora consagrada al éxtasis en la contemplación del propio ombligo. Hay quienes cultivan una literatura "ultra" y de tono apocalíptico, dirigida a un público reducido y que está de antemano de acuerdo con lo que propone y trasmite: ¿cuál es el riesgo que asumen estos escritores, por más revolucionarios que digan ser, si escriben para la minoría que piensa y siente como ellos y le dan lo que espera recibir? No hay, entonces, posibilidad de fracaso; pero tampoco de éxito. ¿De qué sirve escribir si no es para desafiar el bloqueo que el sistema impone al mensaje disidente? Nuestra eficacia depende de nuestra capacidad de ser audaces y astutos, claros y atractivos. Ojalá podamos crear un lenguaje entrador y más hermoso que el que los escritores conformistas emplean para saludar al crepúsculo.
12.
Pero no es solamente un problema de lenguaje. También de medios. La cultura de la resistencia emplea todos los medios a su alcance y no se concede el lujo de desperdiciar ningún vehículo ni oportunidad de expresión. El tiempo es breve, ardiente el desafío, enorme la tarea: para un escritor latinoamericano enrolado en la causa del cambio social, la producción de libros forma parte de un frente de trabajo múltiple. No compartimos la sacralización de la literatura como institución congelada de la cultura burguesa. La crónica y el reportaje de tirajes masivos, los guiones para radio, cine y televisión y la canción popular no siempre son géneros "menores", de categoría subalterna, como creen algunos marqueses del discurso literario especializado que los miran por encima del hombro. Las fisuras abiertas por el periodismo rebelde latinoamericano en el engranaje alienante de los medios masivos de comunicación, han sido a menudo el resultado de trabajos sacrificados y creadores que nada tienen que envidiar, por su nivel estético y su eficacia, a las buenas novelas y cuentos de ficción.
13.
Creo en mi oficio; creo en mi instrumento. Nunca pude entender por qué escriben los escritores que mientras tanto declaran, tan campantes, que escribir no tiene sentido en un mundo donde la gente muere de hambre. Tampoco pude nunca entender a los que convierten a la palabra en blanco de furias o en objeto de fetichismo. La palabra es un arma, y puede ser usada para bien o para mal: la culpa del crimen nunca es del cuchillo.
Creo que una función primordial de la literatura latinoamericana actual consiste en rescatar la palabra, usada y abusada con impunidad y frecuencia para impedir o traicionar la comunicación. "Libertad" es, en mi país, el nombre de una cárcel para presos políticos y "Democracia" se llaman varios regímenes de terror; la palabra "amor" define la relación del hombre con su automóvil y por "revolución" se entiende lo que un nuevo detergente puede hacer en su cocina; la "gloria" es algo que produce un jabón suave de determinada marca y la "felicidad" una sensación que da comer salchichas. "País en paz" significa, en muchos lugares de América Latina, "cementerio en orden", y donde dice "hombre sano" habría que leer a veces "hombre impotente".
Escribiendo es posible ofrecer, a pesar de la persecución y la censura, el testimonio de nuestro tiempo y nuestra gente – para ahora y después -. Se puede escribir como diciendo, en cierto modo: "Estamos aquí, aquí estuvimos; somos así, así fuimos".
Lentamente va cobrando fuerza y forma, en América Latina, una literatura que no ayuda a los demás a dormir, sino que les quita el sueño; que no se propone enterrar a nuestros muertos, sino perpetuarlos; que se niega a barrer las cenizas y procura, en cambio, encender el fuego. Esa literatura continúa y enriquece una formidable tradición de palabras peleadoras. Si es mejor, como creemos, la esperanza que la nostalgia, quizás esa literatura naciente pueda llegar a merecer la belleza de las fuerzas sociales que tarde o temprano, por las buenas o por las malas, cambiarán radicalmente el curso de nuestra historia. Y quizás ayude a guardar para los jóvenes.
* Fuente: Contextoshttp://www.alternativas-prensa.info/PORTADA/paginas%20portada/Defensa%20de%20la%20palabra.html

Observaciones: El texto Defensa de la Palabra se encuentra publicado en el libro de Eduardo Galeano Nosotros decimos No (Crónicas 1963 -1988) – Editorial
Siglo XXI.

domingo, 19 de julio de 2009

Un mundo nuevo y cruel

GUETOS DE UNO Y OTRO LADO. Las ciudades exhiben sus contrastes y sus áreas de exclusión. Aquí, una imagen de Hong Kong.

El sociólogo que sacudió a las ciencias sociales con su concepto de "modernidad líquida" advierte, en una entrevista exclusiva, que hay un temible divorcio entre poder y política, socios hasta hoy inseparables en el estado-nación. En todo el mundo, dice, la población se divide en barrios cerrados, villas miseria y quienes luchan por ingresar o no caer en uno de esos guetos. Aún no llegamos al punto de no retorno, dice con un toque de optimismo.

Por: Héctor Pavón

How to spend it.... Cómo gastarlo. Ese es el nombre de un suplemento del diario británico Financial Times. Ricos y poderosos lo leen para saber qué hacer con el dinero que les sobra. Constituyen una pequeña parte de un mundo distanciado por una frontera infranqueable. En ese suplemento alguien escribió que en un mundo en el que "cualquiera" se puede permitir un auto de lujo, aquellos que apuntan realmente alto "no tienen otra opción que ir a por uno mejor..." Esta cosmovisión le sirvió a Zygmunt Bauman para teorizar sobre cuestiones imprescindibles y así intentar comprender esta era. La idea de felicidad, el mundo que está resurgiendo después de la crisis, seguridad versus libertad, son algunas de sus preocupaciones actuales y que explica en sus recientes libros: Múltiples culturas, una sola humanidad (Katz editores) y El arte de la vida (Paidós). "No es posible ser realmente libre si no se tiene seguridad, y la verdadera seguridad implica a su vez la libertad", sostiene desde Inglaterra por escrito.

Bauman nació en Polonia pero se fue expulsado por el antisemitismo en los 50 y recaló en los 60 en Gran Bretaña. Hoy es profesor emérito de la Universidad de Leeds. Estudió las estratificaciones sociales y las relacionó con el desarrollo del movimiento obrero. Después analizó y criticó la modernidad y dio un diagnóstico pesimista de la sociedad. Ya en los 90 teorizó acerca de un modo diferente de enfocar el debate cuestionador sobre la modernidad. Ya no se trata de modernidad versus posmodernidad sino del pasaje de una modernidad "sólida" hacia otra "líquida". Al mismo tiempo y hasta el presente se ocupó de la convivencia de los "diferentes", los "residuos humanos" de la globalización: emigrantes, refugiados, parias, pobres todos. Sobre este mundo cruel y desigual versó este diálogo con Bauman.

Uno de sus nuevos libros se llama Múltiples culturas, una sola humanidad . ¿Hay en este concepto una visión "optimista" del mundo de hoy?

Ni optimista ni pesimista... Es sólo una evaluación sobria del desafío que enfrentamos en el umbral del siglo XXI. Ahora todos estamos interconectados y somos interdependientes. Lo que pasa en un lugar del globo tiene impacto en todos los demás, pero esa condición que compartimos se traduce y se reprocesa en miles de lenguas, de estilos culturales, de depósitos de memoria. No es probable que nuestra interdependencia redunde en una uniformidad cultural. Es por eso que el desafío que enfrentamos es que estamos todos, por así decirlo, en el mismo barco; tenemos un destino común y nuestra supervivencia depende de si cooperamos o luchamos entre nosotros. De todos modos, a veces diferimos mucho en algunos aspectos vitales. Tenemos que desarrollar, aprender y practicar el arte de vivir con diferencias, el arte de cooperar sin que los cooperadores pierdan su identidad, a beneficiarnos unos de otros no a pesar de, sino gracias a nuestras diferencias.

Es paradójico, pero mientras se exalta el libre tránsito de mercancías, se fortalecen y construyen fronteras y muros. ¿Cómo se sobrevive a esta tensión?

Eso sólo parece ser una paradoja. En realidad, esa contradicción era algo esperable en un planeta donde las potencias que determinan nuestra vida, condiciones y perspectivas son globales, pueden ignorar las fronteras y las leyes del estado, mientras que la mayor parte de los instrumentos políticos sigue siendo local y de una completa inadecuación para las enormes tareas a abordar. Fortificar las viejas fronteras y trazar otras nuevas, tratar de separarnos a "nosotros" de "ellos", son reacciones naturales, si bien desesperadas, a esa discrepancia. Si esas reacciones son tan eficaces como vehementes es otra cuestión. Las soberanías locales territoriales van a seguir desgastándose en este mundo en rápida globalización.

Hay escenas comunes en Ciudad de México, San Pablo, Buenos Aires: de un lado villas miseria; del otro, barrios cerrados. Pobres de un lado, ricos del otro. ¿Quiénes quedan en el medio?

¿Por qué se limita a las ciudades latinoamericanas? La misma tendencia prevalece en todos los continentes. Se trata de otro intento desesperado de separarse de la vida incierta, desigual, difícil y caótica de "afuera". Pero las vallas tienen dos lados. Dividen el espacio en un "adentro" y un "afuera", pero el "adentro" para la gente que vive de un lado del cerco es el "afuera" para los que están del otro lado. Cercarse en una "comunidad cerrada" no puede sino significar también excluir a todos los demás de los lugares dignos, agradables y seguros, y encerrarlos en sus barrios pobres. En las grandes ciudades, el espacio se divide en "comunidades cerradas" (guetos voluntarios) y "barrios miserables" (guetos involuntarios). El resto de la población lleva una incómoda existencia entre esos dos extremos, soñando con acceder a los guetos voluntarios y temiendo caer en los involuntarios.

¿Por qué se cree que el mundo de hoy padece una inseguridad sin precedentes? ¿En otras eras se vivía con mayor seguridad?

Cada época y cada tipo de sociedad tiene sus propios problemas específicos y sus pesadillas, y crea sus propias estratagemas para manejar sus propios miedos y angustias. En nuestra época, la angustia aterradora y paralizante tiene sus raíces en la fluidez, la fragilidad y la inevitable incertidumbre de la posición y las perspectivas sociales. Por un lado, se proclama el libre acceso a todas las opciones imaginables (de ahí las depresiones y la autocondena: debo tener algún problema si no consigo lo que otros lograron ); por otro lado, todo lo que ya se ganó y se obtuvo es nuestro "hasta nuevo aviso" y podría retirársenos y negársenos en cualquier momento. La angustia resultante permanecería con nosotros mientras la "liquidez" siga siendo la característica de la sociedad. Nuestros abuelos lucharon con valentía por la libertad. Nosotros parecemos cada vez más preocupados por nuestra seguridad personal... Todo indica que estamos dispuestos a entregar parte de la libertad que tanto costó a cambio de mayor seguridad.

Esto nos llevaría a otra paradoja. ¿Cómo maneja la sociedad moderna la falta de seguridad que ella misma produce?

Por medio de todo tipo de estratagemas, en su mayor parte a través de sustitutos. Uno de los más habituales es el desplazamiento/trasplante del terror a la globalización inaccesible, caótica, descontrolada e impredecible a sus productos: inmigrantes, refugiados, personas que piden asilo. Otro instrumento es el que proporcionan las llamadas "comunidades cerradas" fortificadas contra extraños, merodeadores y mendigos, si bien son incapaces de detener o desviar las fuerzas que son responsables del debilitamiento de nuestra autoestima y actitud social, que amenazan con destruir. En líneas más generales: las estratagemas más extendidas se reducen a la sustitución de preocupaciones sobre la seguridad del cuerpo y la propiedad por preocupaciones sobre la seguridad individual y colectiva sustentada o negada en términos sociales.

¿Hay futuro? ¿Se puede pensarlo? ¿Existe en el imaginario de los jóvenes?

El filósofo británico John Gray destacó que "los gobiernos de los estados soberanos no saben de antemano cómo van a reaccionar los mercados (...) Los gobiernos nacionales en la década de 1990 vuelan a ciegas." Gray no estima que el futuro suponga una situación muy diferente. Al igual que en el pasado, podemos esperar "una sucesión de contingencias, catástrofes y pasos ocasionales por la paz y la civilización", todos ellos, permítame agregar, inesperados, imprevisibles y por lo general con víctimas y beneficiarios sin conciencia ni preparación. Hay muchos indicios de que, a diferencia de sus padres y abuelos, los jóvenes tienden a abandonar la concepción "cíclica" y "lineal" del tiempo y a volver a un modelo "puntillista": el tiempo se pulveriza en una serie desordenada de "momentos", cada uno de los cuales se vive solo, tiene un valor que puede desvanecerse con la llegada del momento siguiente y tiene poca relación con el pasado y con el futuro. Como la fluidez endémica de las condiciones tiene la mala costumbre de cambiar sin previo aviso, la atención tiende a concentrarse en aprovechar al máximo el momento actual en lugar de preocuparse por sus posibles consecuencias a largo plazo. Cada punto del tiempo, por más efímero que sea, puede resultar otro "big bang", pero no hay forma de saber qué punto con anticipación, de modo que, por las dudas, hay que explorar cada uno a fondo.

Es una época en la que los miedos tienen un papel destacado. ¿Cuáles son los principales temores que trae este presente?

Creo que las características más destacadas de los miedos contemporáneos son su naturaleza diseminada, la subdefinición y la subdeterminación, características que tienden a aparecer en los períodos de lo que puede llamarse un "interregno". Antonio Gramsci escribió en Cuadernos de la cárcel lo siguiente: "La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede nacer: en este interregno aparece una gran variedad de síntomas mórbidos". Gramsci dio al término "interregno" un significado que abarcó un espectro más amplio del orden social, político y legal, al tiempo que profundizaba en la situación sociocultural; o más bien, tomando la memorable definición de Lenin de la "situación revolucionaria" como la situación en la que los gobernantes ya no pueden gobernar mientras que los gobernados ya no quieren ser gobernados, separó la idea de "interregno" de su habitual asociación con el interludio de la trasmisión (acostumbrada) del poder hereditario o elegido, y lo asoció a las situaciones extraordinarias en las que el marco legal existente del orden social pierde fuerza y ya no puede mantenerse, mientras que un marco nuevo, a la medida de las nuevas condiciones que hicieron inútil el marco anterior, está aún en una etapa de creación, no se lo terminó de estructurar o no tiene la fuerza suficiente para que se lo instale. Propongo reconocer la situación planetaria actual como un caso de interregno. De hecho, tal como postuló Gramsci, "lo viejo está muriendo". El viejo orden que hasta hace poco se basaba en un principio igualmente "trinitario" de territorio, estado y nación como clave de la distribución planetaria de soberanía, y en un poder que parecía vinculado para siempre a la política del estado-nación territorial como su único agente operativo, ahora está muriendo. La soberanía ya no está ligada a los elementos de las entidades y el principio trinitario; como máximo está vinculada a los mismos pero de forma laxa y en proporciones mucho más reducidas en dimensiones y contenidos. La presunta unión indisoluble de poder y política, por otro lado, está terminando con perspectivas de divorcio. La soberanía está sin ancla y en flotación libre. Los estados-nación se encuentran en situación de compartir la compañía conflictiva de aspirantes a, o presuntos sujetos soberanos siempre en pugna y competencia, con entidades que evaden con éxito la aplicación del hasta entonces principio trinitario obligatorio de asignación, y con demasiada frecuencia ignorando de manera explícita o socavando de forma furtiva sus objetos designados. Un número cada vez mayor de competidores por la soberanía ya excede, si no de forma individual sin duda de forma colectiva, el poder de un estado-nación medio (las compañías comerciales, industriales y financieras multinacionales ya constituyen, según Gray, "alrededor de la tercera parte de la producción mundial y los dos tercios del comercio mundial").

La "modernidad líquida", como un tiempo donde las relaciones sociales, económicas, discurren como un fluido que no puede conservar la forma adquirida en cada momento, ¿tiene fin?

Es difícil contestar esa pregunta, no sólo porque el futuro es impredecible, sino debido al "interregno" que mencioné antes, un lapso en el que virtualmente todo puede pasar pero nada puede hacerse con plena seguridad y certeza de éxito. En nuestros tiempos, la gran pregunta no es "¿qué hace falta hacer?", sino "¿quién puede hacerlo?" En la actualidad hay una creciente separación, que se acerca de forma alarmante al divorcio, entre poder y política, los dos socios aparentemente inseparables que durante los dos últimos siglos residieron –o creyeron y exigieron residir– en el estado nación territorial. Esa separación ya derivó en el desajuste entre las instituciones del poder y las de la política. El poder desapareció del nivel del estado nación y se instaló en el "espacio de flujos" libre de política, dejando a la política oculta como antes en la morada que se compartía y que ahora descendió al "espacio de lugares". El creciente volumen de poder que importa ya se hizo global. La política, sin embargo, siguió siendo tan local como antes. Por lo tanto, los poderes más relevantes permanecen fuera del alcance de las instituciones políticas existentes, mientras que el marco de maniobra de la política interna sigue reduciéndose. La situación planetaria enfrenta ahora el desafío de asambleas ad hoc de poderes discordantes que el control político no limita debido a que las instituciones políticas existentes tienen cada vez menos poder. Estas se ven, por lo tanto, obligadas a limitar de forma drástica sus ambiciones y a "transferir" o "tercerizar" la creciente cantidad de funciones que tradicionalmente se confiaba a los gobiernos nacionales a organizaciones no políticas. La reducción de la esfera política se autoalimenta, así como la pérdida de relevancia de los sucesivos segmentos de la política nacional redunda en el desgaste del interés de los ciudadanos por la política institucionalizada y en la extendida tendencia a reemplazarla con una política de "flotación libre", notable por su carácter expeditivo, pero también por su cortoplacismo, reducción a un único tema, fragilidad y resistencia a la institucionalización.

¿Cree que esta crisis global que estamos padeciendo puede generar un nuevo mundo, o al menos un poco diferente?

Hasta ahora, la reacción a la "crisis del crédito", si bien impresionante y hasta revolucionaria, es "más de lo mismo", con la vana esperanza de que las posibilidades vigorizadoras de ganancia y consumo de esa etapa no estén aún del todo agotadas: un esfuerzo por recapitalizar a quienes prestan dinero y por hacer que sus deudores vuelvan a ser confiables para el crédito, de modo tal que el negocio de prestar y de tomar crédito, de seguir endeudándose, puedan volver a lo "habitual". El estado benefactor para los ricos volvió a los salones de exposición, para lo cual se lo sacó de las dependencias de servicio a las que se había relegado temporalmente sus oficinas para evitar comparaciones envidiosas.

Pero hay individuos que padecen las consecuencias de esta crisis de los que poco se habla. Los protagonistas visibles son los bancos, las empresas...

Lo que se olvida alegremente (y de forma estúpida) en esa ocasión es que la naturaleza del sufrimiento humano está determinada por la forma en que las personas viven. El dolor que en la actualidad se lamenta, al igual que todo mal social, tiene profundas raíces en la forma de vida que aprendimos, en nuestro hábito de buscar crédito para el consumo. Vivir del crédito es algo adictivo, más que casi o todas las drogas, y sin duda más adictivo que otros tranquilizantes que se ofrecen, y décadas de generoso suministro de una droga no pueden sino derivar en shock y conmoción cuando la provisión se detiene o disminuye. Ahora nos proponen la salida aparentemente fácil del shock que padecen tanto los drogadictos como los vendedores de drogas: la reanudación del suministro de drogas. Hasta ahora no hay muchos indicios de que nos estemos acercando a las raíces del problema. En el momento en que se lo detuvo ya al borde del precipicio mediante la inyección de "dinero de los contribuyentes", el banco TSB Lloyds empezó a presionar al Tesoro para que destinara parte del paquete de ahorro a los dividendos de los accionistas. A pesar de la indignación oficial, el banco procedió impasible a pagar bonificaciones cuyo monto obsceno llevó al desastre a los bancos y sus clientes. Por más impresionantes que sean las medidas que los gobiernos ya tomaron, planificaron o anunciaron, todas apuntan a "recapitalizar" los bancos y permitirles volver a la "actividad normal": en otras palabras, a la actividad que fue la principal responsable de la crisis actual. Si los deudores no pudieron pagar los intereses de la orgía de consumo que el banco inspiró y alentó, tal vez se los pueda inducir/obligar a hacerlo por medio de impuestos pagados al estado. Todavía no empezamos a pensar con seriedad en la sustentabilidad de nuestra sociedad de consumo y crédito. La "vuelta a la normalidad" anuncia una vuelta a las vías malas y siempre peligrosas. De todo modos todavía no llegamos al punto en que no hay vuelta atrás; aún hay tiempo (poco) de reflexionar y cambiar de camino; todavía podemos convertir el shock y la conmoción en algo beneficioso para nosotros y para nuestros hijos.
Traduccion: Joaquin Ibarburu

Bauman Básico
Poznan (Polonia), 1925. Sociólogo.Los análisis y conclusiones de Bauman sobre la globalización y sus consecuencias son referencias ineludibles para las ciencias sociales en muchos rincones del planeta como ocurre también en nuestro país. Recibió el Premio italiano Amalfi de sociología y ciencias sociales y el Theodor W. Adorno de la ciudad de Frankfurt. Es el creador del concepto de
modernidad líquida en contraposición a la modernidad sólida. En esta última se mantenía la ilusión de que se iban a solucionar los problemas y que los iban a mantener inmutables. Al desaparecer la solidez, se impone la liquidez como metáfora de lo inasible y de lo que debe ser rectificado periódicamente. Escribió: Legisladores e intérpretes; La sociedad sitiada; Modernidad líquida; Vidas desperdiciadas; Vida líquida; Etica posmoderna.
fuente Revista Ñ http://laretomadelapalabra.blogspot.com

sábado, 11 de julio de 2009

Toda Cuba en Medellín



Por: Héctor Abad Faciolince

LA GODARRIA ANTIOQUEÑA, PRENdiendo a todo volumen los altavoces de la prensa conservadora, ataca a los gritos que en la Fiesta del Libro de Medellín el país invitado sea Cuba.
No un pedazo de Cuba, no la Cuba oficial, sino toda Cuba, la de adentro y la de afuera, la que comulga con el régimen de Castro, pero también la de la disidencia interna y la del exilio. Según la godarria, Alonso Salazar y su administración son mamertos y propagandistas de Castro.
Pero resulta que la Fiesta que ellos están planteando, con Toda Cuba como invitada, es una Fiesta del libro absolutamente abierta y liberal: la Cuba del futuro, la del posible diálogo poscastrista del socialismo heredero de la revolución y la del anticastrismo interno o exiliado. Y Medellín es el mejor escenario para ese diálogo y esa polémica. ¿Por qué? Porque es aquí donde hemos vivido la peor guerra, la peor polarización y los más graves antagonismos. Sabemos lo que es poner a conciliar aquello que parece irreconciliable. Al menos es eso lo que aquí se ha intentado en los últimos años: que la ciudad no sea el símbolo de la exclusión, sino de la inclusión, donde reinsertados guerrilleros y paramilitares puedan trabajar juntos por una ciudad mejor.
Naturalmente un propósito así y una Fiesta así planteada es la más difícil y la que más incomprensiones despierta. Los dos extremos del espectro político son idénticos y se dan la mano. Por un lado la godarria quisiera que sólo pudiera hablar la Cuba anticastrista, ojalá con sus voceros más recalcitrantes y fanáticos; por otro lado la Cuba oficial puede temer el diálogo abierto y pacífico, en vez de la monotonía de la voz única, de la voz oficial con el discurso que repite las consignas trilladas. Con el ruido armado por la godarria criolla, ahora es posible que el Ministerio Cubano de Cultura no deje venir a los representantes oficiales. Ni se diga a los otros. Y esto sería lo peor para la Fiesta del Libro, pues para poder volar en ella hay que tener dos alas: ni sin la izquierda ni sin la derecha se puede volar.
Los fanáticos están logrando lo que siempre consiguen: que no haya nada, salvo la gritería. Que haya solamente una visión unilateral de las cosas. La godarria no soporta que se les diga que en Cuba se sigue haciendo el mejor ron, la mejor música caribeña y los mejores cigarros del mundo: todo lo que viene de los comunistas tiene que ser sucio y malo. Y el ala fanática del régimen tampoco soporta que se le diga en la cara que las limitaciones a la libertad de prensa, de expresión y de movimiento de sus ciudadanos son una cosa absolutamente intolerable en el mundo de hoy.
Medellín podría ser el escenario de la más importante reunión cubana de la historia reciente. Podría ser el lugar de encuentro de toda una cultura valiosísima: la del Caribe, la del bolero, la de la caña, la del son, la de la alfabetización, la del sueño truncado de una sociedad más justa a la que no puede llegarse por el atajo de suprimir lo que el castrismo llama “libertades burguesas”. Una de esas libertades burguesas, tan denigradas, la libertad de hablar, es la que se trata de auspiciar en Medellín. Pero no cerrando las puertas con sectarismo a ninguna tendencia: abriéndoselas a todos.
Cuba no suena con una cuerda única. Cuba es todas las Cubas. Hay elementos rescatables de la Revolución que está cumpliendo medio siglo. No pueden desconocerse sus progresos en deporte y en educación. Pero tampoco pueden negarse las intolerables limitaciones a la libertad individual. Es de esto de lo que quería hablarse en la Fiesta del Libro de Medellín y es esto lo que los fanáticos de uno y otro lado están impidiendo.
Estamos a tiempo de que Toda Cuba se pueda encontrar aquí. Basta una sola virtud: la capacidad de tolerar lo distinto y de abrirse a un diálogo duro, a una polémica fuerte, pero civilizada y sin violencia. Ese es el escenario que Medellín quiere ofrecerle a toda Cuba. Ojalá la godarria antioqueña y la simétrica intransigencia isleña no arruinen este intento de construir un futuro justo, pacífico y libertario.

fuente:http://elespectador.com http://laretomadelapalabra.blogspot.com

viernes, 3 de julio de 2009

Pildoritas para la memoria de Colombia



BIOGRAFÍA NO AUTORIZADA DE ÁLVARO URIBE VÉLEZ
EL SEÑOR DE LAS SOMBRAS
Joseph Contreras y
Fernando Garavito
(2002)
(Nota: Ni las notas de pie de página, ni las gráficas incorporadas, ni los Apéndices pertenecen a la obra original; son del transcriptor de la misma en formato digital.)
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CAPITULO I
El misterio de los aviones fantasma
En el año de 1981, siendo director del Departamento de Aeronáutica Civil, Álvaro Uribe Vélez, el Candidato con mayor opción para ocupar desde el próximo 7 de agosto la Presidencia de Colombia, le otorgó una licencia a Jaime Cardona [1] con el fin de que trabajara la ruta aérea Medellín-Turbo. Cuando Iván Duque Escobar [2], que era el gobernador de Antioquia en ese momento, se enteró de la autorización, puso el grito en el cielo. Como no conocía al funcionario que había cometido semejante despropósito, preguntó quién era.
- Es - le contestó uno de sus asesores - uno de los hijos de don Alberto Uribe Sierra.
- ¿Y qué méritos tiene para que lo hayan nombrado?
- Bueno - dijo el asesor -, es joven, tiene 29 años, y su padre ha sido siempre un liberal de raca mandaca.
- Nada de eso tiene importancia - tronó el gobernador - A mí lo que me interesa es que sepa quién es Jaime Cardona.
El asesor no supo qué contestar. En su fuero interno pensó que en Antioquia todo el mundo sabía quién era Jaime Cardona, un empresario vinculado estrechamente a la mafia. Poco después fue condenado por el delito de narcotráfico, y más tarde murió en un accidente aéreo, cuando su avión particular despegaba de la pista que había construido en su hacienda. Duque, un experimentado político casi veinte años mayor que el nuevo funcionario, pidió que lo llamaran.
1 Jaime Cardona tenía antecedentes por narcotráfico y lavado de activos desde el año de 1977 y era considerado en ese entonces como el segundo hombre de la organización de Medellín. El 14 de octubre de ese año fue capturado en una finca situada en Cáceres, corregimiento del municipio de Caucasia, a dos horas de Medellín, y durante el operativo fueron encontrados 530 Kg. de cocaína que acababan de llegar a bordo de una avioneta procedente de San José del Guaviare.
2 Iván Duque Escobar: Gobernador de Antioquia entre el 23 de marzo de 1981 y el 20 de agosto de 1982.
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3 Julio César Turbay Ayala: Presidente de la República en el período 1978-1982.
- Director - le dijo con una costumbre típica del país que permite dirigirse a alguien por el cargo que ocupa -, me he enterado de la licencia que usted le otorgó a Jaime Cardona. Quiero decirle, en caso de que no esté enterado, que se trata de un empresario vinculado a la mafia.
Al otro lado de la línea, el gobernador oyó un silencio espeso. Y luego, cuando esperaba alguna reacción positiva, escuchó estupefacto que el hasta entonces desconocido hijo de don Alberto sostenía con voz fría y serena que el gobernador estaba mal informado y que el señor Cardona era un hombre de bien. Colgaron. De inmediato, el gobernador pidió que lo comunicaran con la Secretaría Privada del presidente Turbay Ayala [3], donde solicitó una cita.
- Es urgente - le dijo al funcionario.
Mientras el presidente lo recibía, Duque Escobar se dedicó a averiguar qué otras medidas había tomado Aerocivil en los últimos meses. Supo entonces que había otorgado licencias para la construcción de aeropuertos en los municipios de Frontino, Amalfi y Urrao, y en la hacienda "El 90", en Caucasia, propiedad, otra vez, de Jaime Cardona. Con esos datos entre el portafolio viajó a Bogotá. En el despacho del presidente, hizo un relato pormenorizado de las disposiciones. Para no comprometerse le dio el beneficio de la duda:
- Es posible que por su juventud no sepa quiénes son las personas que están detrás de esos negocios.
Pero Turbay, un viejo zorro político fogueado en muchas plazas, se tomó la cabeza a dos manos y con un gesto y una exclamación que en él son característicos, dijo con su inconfundible voz nasal:
- ¡Válgame Dios, mi madre!
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4 El Colombiano: Principal diario de Medellín, que tiene por copropietaria principal a la familia Gómez Martínez, cuyo máximo exponente es el conservador Juan Gómez Martínez (Alcalde Medellín entre 1988 y 1992, Gobernador de Antioquia en los períodos 1992-1994 y 1997-2000), quien como senador apoyó la candidatura de Uribe Vélez a la Presidencia y en 2006, durante la presidencia del mismo sería nombrado en el cargo de embajador ante el Vaticano.
El gobernador salió convencido de que el asunto se resolvería en pocos días. Pero estaba equivocado. Aunque las licencias fueron derogadas, los archivos aparecieron misteriosamente borrados y el funcionario siguió en su puesto hasta el 7 de agosto de 1982, cuando el presidente terminó su período. Poco después, sobre la polémica actividad que él adelantó en Aerocivil, cayó el tenue manto del olvido. Pero algunas personas jamás la olvidaron. Por ejemplo, los parientes de Femando Uribe Sénior, uno de esos próceres discretos que se encuentran de vez en cuando en Colombia. Uribe Señor había sido alcalde de Medellín y concejal de esa ciudad durante varios períodos hasta que, en enero de 1980, el presidente Turbay lo llamó a que lo acompañara como director del Departamento Administrativo de Aeronáutica Civil, Aerocivil. El nuevo funcionario tomó su cargo con seriedad. En los primeros días de febrero ordenó clausurar algunos aeropuertos clandestinos por donde salían cargamentos de marihuana con destino al exterior. Veinte días después, un mes luego de haber tomado posesión, fue asesinado. El Colombiano [4] del 26 de febrero atribuyó el crimen a las mafias. En la página 11 A de la edición de ese día, sostuvo que la muerte de Uribe Sénior obedeció a "represalias del narcotráfico". Pero en Aeronáutica no creyeron esa versión. El subdirector, Guillermo Ferro, y el jefe de Operaciones, Julio Otálora, se negaron a comentarla con un argumento peregrino: que, en otro sonado crimen, hacía poco tiempo había sido asesinado en Bogotá el jefe de Operaciones de Aerocivil, Coronel Osiris de J. Maldonado. El Colombiano informó el 27 de febrero que la incógnita sobre los móviles no se había despejado. "Las causas siguen ocultas - dijo el periódico - mientras aumentan las versiones. La mayoría está de acuerdo en que el destacado personaje lo mató la mafia por cuanto durante el poco tiempo que llevaba al frente de la Aerocivil había tenido que proceder contra ciertas organizaciones y por la clausura de algunos campos de aterrizaje que fueron descubiertos. Además se dijo que Uribe Sénior estaba para culminar detallado informe respecto a una investigación administrativa que se adelantó
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5 Rodrigo Lara Bonilla: Ministro de Justicia del gobierno Betancur, asesinado en Bogotá por el Cartel de Medellín, el 30 de abril de 1984.
6 El Tiempo: Principal diario colombiano y el único de circulación nacional en Colombia, perteneciente al grupo periodístico CEET (Casa Editorial El Tiempo), de propiedad mayoritaria de las familias Santos Calderón, dos de cuyos miembros, Francisco "Pacho" y Juan Manuel Santos Calderón, primos entre sí, harían parte del gobierno Uribe Vélez: El primero, Vicepresidente de la República, y el segundo Ministro de la Defensa. Un tercer copropietario del medio, Juan Lozano Ramírez, sería incorporado al gobierno más tarde, como titular de la cartera de Ambiente y Vivienda.
contra determinadas entidades que ilícitamente utilizaban naves aéreas para el transporte de narcóticos".
Pasaron dos meses. Hasta que el 24 de marzo de ese año, dentro de la estricta milimetría burocrática impuesta por Turbay, el gobierno nombró para reemplazarlo a Álvaro Uribe Vélez, un joven liberal del grupo de Bernardo Guerra Serna. Guerra, un político elemental que había permanecido en el Senado durante varias legislaturas a punta de componendas y rifas de neveras, se alegró. Uno de sus pupilos llegaba, y llegaba pronto, a un cargo de representación nacional. Con sagacidad, extendió sus golosos ojos de batracio sobre la nómina. Quienes no lo conocían bien, pensaron que Uribe Vélez permanecería muy pocos días en el cargo.
- O lo matan o se lo comen vivo - fue el comentario en los mentideros políticos de Bogotá, donde la figura del padre y los hechos de la familia habían pasado prácticamente desapercibidos. Pero estaban equivocados. Uribe Vélez logró permanecer 28 meses largos en la dirección del Departamento sin sufrir ni un rasguño.
Un año después del retiro de Uribe Vélez, el Consejo Nacional de Estupefacientes, presidido por el ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla [5], ordenó a la Aerocivil "suspender los vuelos de naves de narcotraficantes" y señaló que en el pasado esa entidad había adolecido de una actitud pasiva y negligente. El 8 de septiembre de 1983, en la página 17 A, El Tiempo [6] informó sobre la medida: "El Consejo Nacional de Estupefacientes solicitó ayer a la Aeronáutica Civil suspender la operación aérea de la flota de
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7 Pablo Escobar Gaviria, "El Patrón": Principal líder del crimen organizado colombiano asociado al narcotráfico, agrupado en el denominado "Cartel de Medellín". Dado de baja en Medellín, durante un operativo de la Policía, el 2 de diciembre de 1993.
8 Carlos Lehder Rivas: Narcotraficante colombo-alemán, nacido en Armenia (Quindío) y asociado al "Cartel de Medellín". En 1987 fue capturado por las autoridades colombianas y de inmediato se le extraditó a los Estados Unidos, donde fue juzgado y condenado por narcotráfico y lavado de activos. Su condena inicial a cadena perpetua más 135 años, fue reducida a 55 años por su testimonio en contra del ex dictador panameño Manuel Antonio Noriega.

Un país de formas

Por: Juan Gabriel Vásquez

IBA YO POR LAS CALLES DE BOGOTÁ, oyendo no me acuerdo qué programa de no me acuerdo qué emisora, cuando tocó el turno de las propagandas.
Terminó algún anuncio y una voz humana, o algo que parecía una voz humana, ocupó los últimos segundos diciendo cosas que ningún oído humano hubiera podido entender. Yo iba con un amigo extranjero que alcanzó a decirme: “Se ha dañado tu radio”. Luego el radio siguió sonando normalmente: la gente hablaba y sus palabras se entendían, lo cual es el objetivo de hablar en casi todos los casos (hay excepciones). Mi amigo no lo sabía, y no lo habría sabido nunca si yo no se lo hubiera explicado en ese momento, pero lo que habíamos oído era una advertencia a la que algunos anunciadores están obligados por ley. Es decir: la ley considera que el público tiene derecho a saber algo de ese producto —una rifa, un medicamento—, y obliga al anunciante a decirlo al final de su anuncio. La información, grabada a una velocidad ridícula, no se entiende, pero eso no importa: está ahí, la ley se cumple, todos tranquilos en este país de formas.

Colombia es un país de formas: el fondo no importa mucho, nunca ha importado, y menos cuando estorba. Hablo de un programa de radio del que me olvidé en cuestión de horas, pero cualquiera entiende las implicaciones del asunto. Es porque Colombia es un país de formas que un presidente puede reformar la Constitución en beneficio propio, y es por eso que se discute un referendo para hacerlo por segunda vez: aunque la democracia como idea quede más bien mal parada, no se está violando ninguna ley, y las formas se cumplen. Es porque Colombia es un país de formas que la droga sigue siendo ilegal: la ilegalidad convierte un grave problema de salud pública en una gigantesca industria de corrupción, violencia desenfrenada y descomposición política, sumado todo al grave problema de salud pública. Pero nada de eso les importa a los legisladores. ¿Cómo vamos a prohibirles a nuestros hijos consumir algo que es legal?, dicen los partidarios de la prohibición. Y ahí está: que la prohibición genere más problemas de los que resuelve es lo de menos. Lo que importa es qué mensaje se manda. Es cuestión de formas.

Cuestión de formas. El Presidente les pide a los congresistas “que nos han apoyado” votar una ley cualquiera “mientras no estén en la cárcel”: los congresistas han perdido toda legitimidad moral, pero eso es lo de menos, y hay que apurar el voto antes de quedar legalmente inhabilitados. Cuestión de formas. A los desplazados se les llama migrantes, a los civiles asesinados se les llama falsos positivos. El lenguaje falseado, la retórica vacía, son parte de las tradiciones de este país donde se habla, nos dicen, el mejor español del mundo. Otro tema son las cosas que se dicen, o la distancia entre lo que se dice y lo que se hace.

Alguien alguna vez me felicitaba por venir de un país donde los presidentes traducían la Eneida. “Un presidente humanista”, me decía esta persona. Yo no le expliqué que ese presidente había convertido a Colombia en un Estado confesional, había pisoteado la libertad de prensa y transformado el destierro de los enemigos en su arma política preferida. No lo expliqué porque, bueno, sigue viéndose bonito que un presidente de mi país haya traducido la Eneida. Cuestión de formas.



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