miércoles, 23 de junio de 2010

La revolución que quiso pagar Rockefeller

Dos historiadores descubrieron documentos que prueban que el grupo Rockefeller ofreció costear una revolución comunista en los países bolivarianos a cambio de petróleo


PRUEBA. Parte de los documentos hallados en el Archivo Estatal Ruso de la Historia Socio-Política.foto.fuente: Revista Ñ


El grupo petrolero Rockefeller propuso financiar la "revolución comunista" con la que soñaban los primeros partidarios de Lenin en los países bolivarianos (Colombia, Venezuela, Ecuador), a cambio de que sus líderes le garantizaran concesiones de oro negro a perpetuidad.

Documentos que acreditan ese ofrecimiento y cómo el mismo se discutió en la Internacional Comunista o Komintern se encuentran en el Archivo Estatal Ruso de la Historia Socio-política, RGASPI (Rossiiskii Gosudarstvennyi Arkhivialno-politicheskoi istorii) y fueron encontrados por dos especialistas en el comunismo en Latinoamérica, los historiadores rusos, padre e hijo, Lazar y Víctor Jeifets.

Ese archivo sirve como depositario principal de la documentación relativa a la historia del socialismo, los registros del Partido Comunista de la Unión Soviética y sus predecesores, sobre todo antes de 1953, incluidos los papeles de la Komintern así como los registros del Komsomol, la organización para la juventud. Opera bajo la supervisión de la Oficina de Archivos Federales de Rusia (Rosarchiv).

Sobre la base de un trabajo minucioso de los papeles de la III Internacional, los Jeifets junto con el suizo Peter Huber, prepararon un diccionario bibliográfico sobre latinoamericanos que participaron de una manera u otra de las tareas de la Komintern, bajo el titulo La Internacional Comunista y América Latina, 1919- 1943 (2004, Instituto de Latinoamérica de la Academia de Ciencias de Moscú junto al Institut pour histoire du communisme, de Ginebra).

Lazar y Victor Jeifets estudiaron el nacimiento de los partidos comunistas que en busca de su destino dieron pasos tempranos para la creación de la Gran Colombia (Colombia, Venezuela, Ecuador), cuyo instrumento sería la Federación de Pueblos Latinoamericanos y de la Federación Sindical Mundial, dependiente de la Komintern. Los líderes del Partido Socialista del Ecuador suponían la existencia en esos países de una situación revolucionaria capaz de convertirse en revolución socialista. Pero evaluaron que el estado organizativo de los partidos afines era débil por lo que consideraron la necesidad de unificarse con venezolanos y colombianos y trabajar bajo una dirección común.

Durante este debate registrado por cartas del ecuatoriano Ricardo Paredes a la IC, se consideró el plan que trajo a la discusión el dirigente sindical colombiano Raúl Mahecha, de gran prestigio por su participación en una huelga en plantaciones del banano en su país. El mismo explicaba una propuesta a él llevada por los representantes del grupo Rockefeller de poner a disposición del Partido Socialista Revolucionario de Colombia, "para realizar la revolución social, primero en Colombia, después en Ecuador y luego en Venezuela", 5 millones de dólares, 20 mil fusiles, 10 millones de proyectiles, 200 cañones con pertrechos, 500 ametralladoras, un buque de guerra de 5 toneladas y 1.800 millones de dólares para Colombia con la condición de que esta última le otorgue a la Standard Oil la concesión petrolera.

La documentación revela que emisarios de Rockefeller hablaron sobre la disposición de hacer un desembolso "para el estado proletario" en otros países, "según la riqueza del subsuelo en esta materia". A los negociadores de la Standard Oil, juraban, no les interesaban los tipos de gobierno que estaban en el poder en esos países ya que manifestaron igual disposición de ponerse de acuerdo con "conservadores, liberales, demócratas, anarquistas, socialistas, comunistas" pues, afirmaron, "que lo que conseguirán es el petróleo de esas naciones... que no intervendrán de ninguna forma en materia política ni en cuestiones económicas y de comercio, fuera de sus concesiones". Para proceder a la entrega de dinero y arsenales, les eran suficientes las firmas de Alberto Castrillón, otro relevante dirigente obrero y de Mahecha "en documento secreto que harán inmediatamente y que sería aceptado por los camaradas".

La propuesta se extendía al Partido Socialista Ecuatoriano y al Partido Revolucionario Venezolano. En caso de rechazo por parte de los comunistas, los emisarios anticiparon que ofrecerían este plan a Enrique Olaya Herrera, quien se perfilaba como presidente, plan que incluía organizar la invasión a Ecuador para "imponer su política petrolera y conseguir el oro negro que empieza a carecer en EE.UU. y que Inglaterra le va quitando sus posiciones en Colombia y otros países". La secesión de Panamá del territorio de Colombia en 1903, incrementó el nacionalismo y puso en dificultades transitorias al capital de los EE.UU. que aprovecharon firmas británicas.

Semejante propuesta le parecía un "cuento cómico" a Enrique Terán, que ejercía la Secretaría general del Partido Socialista Ecuatoriano. Sin embargo, la situación puso a los líderes del PSE y a Mahecha en particular ante una elección seria. Ninguno de los involucrados se atrevía a tomar una postura por su cuenta y riesgo sin consultar con la Komintern. Incluso reflexionaron, a guisa de "ejercicio intelectual", qué lograrían aceptando la propuesta, si la misma podía contribuir a favorecer la rápida realización de la revolución social, con mayor posibilidad de victoria. En caso contrario, pensaban, la revolución podría estar asociada con "lo que representaba la lucha contra las concesiones imperialistas, como se dio en Rusia, mientras la revolución social no triunfara en otros países, capaces conjuntamente en aplastar al imperialismo".

La ventaja consistía en la entrega por "esos bandidos" de armamento "(....) inmediatamente y sin despertar ninguna sospecha por parte de la burguesía". El resultado final podía ser "la posibilidad de triunfar en las tres repúblicas y formar nuestra unión federativa soviética que compone una fuerza tan grande que podríamos declarar la guerra a las concesiones después y aplastar al imperialismo con nuestra guerra continental y montoneras. La oportunidad de no dejar avanzar a la reacción más adelante hasta que aniquile nuestros partidos como en Chile, México, Cuba, Venezuela, etc. La reacción se presenta, como hemos dicho, muy seria contra nuestras conquistas y nuestras organizaciones. Si va más adelante sin que tomemos el ataque como defensivo, es muy posible que a nuestros débiles partidos nos diezme el asesinato y las masacres infames con que sigue soñando la burguesía. El poder ayuda eficientemente en América Latina a la liberación de todas las naciones del continente...." (Carta de J. Paredes al secretariado de la Komintern el 9 febrero de 1929).

Estaban convencidos de que podrían llevar adelante semejante curso de acción y así lo hicieron saber a la Komintern, que no estaba en condiciones de dar ayuda para la revolución con los alcances del grupo petrolero. Por ello los líderes socialistas reclamaron al secretariado de la IC una rápida respuesta al "derecho de adoptar soluciones propias". Jamás Moscú respondió la carta o se extravió.

Además, como revelan otros documentos sobre pedidos de ayuda militar y económica para "lanzar la insurrección" en Venezuela, por ejemplo, fueron eludidas por el Kremlin, lejos entonces de alentar una revolución continental.

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