miércoles, 26 de febrero de 2014

Bourdieu: la miseria de los otros, la de todos

El sociólogo francés organizó una obra en los 90 que hoy se vuelve a leer. El libro pone en evidencia las consecuencias del neoliberalismo y cuestiona la idea de igualdad de oportunidades

Formas de pobreza vigentes. Carpas para personas "sin techo" en París./revista Ñ
En 1993 Pierre Bourdieu dirigió y publicó una obra colectiva que iba a despertar la atención del mundo académico y también de la sociedad francesa en primer lugar y luego en otros países como el nuestro. En La Miseria del mundo, Bourdieu reunió testimonios de hombres y mujeres con profundas dificultades sociales en sus vidas en Francia, a principios de los 90. El exhaustivo trabajo, que incluye una voluminosa serie de entrevistas y análisis, y que llegó a ser un best-séller que vendió cien mil ejemplares en poco tiempo, ha sido reeditado (FCE). Es una obra fundamental para la sociología global y, claro, para la formación de los cientistas sociales argentinos. Cuatro sociólogos locales elogiaron, analizaron la recepción del texto en Francia y, en algún caso, cuestionaron su metodología. Es decir, abordaron una pregunta clave de la sociología respecto de la distancia con el entrevistado. Bourdieu no tuvo empacho en contradecir las corrientes positivistas de entonces que exigían una distancia extrema con el objeto de estudio. El libro también sirvió para provocar esta polémica y sacudir las raíces académicas de la investigación y llegar a una síntesis metodológica que con el tiempo, lógicamente, también se iba a cuestionar. El libro está vigente: analiza el sufrimiento social producto de transformaciones estructurales aún vivas y disecciona transformaciones estructurales.
Dirigido por Bourdieu, un equipo de más de quince prestigiosos sociólogos, como Patrick Champagne o Loïc D. Wacquant, trabajó durante tres años haciendo entrevistas que se presentan acompañadas por análisis teóricos y metodológicos. Hay también entrevistas y análisis realizados por el propio Bourdieu. Son testimonios intensos en relación a la dificultad que presentan algunos grupos para vivir plenamente. Las entrevistas, profundas, que llegan al núcleo del objeto de estudio, permiten acercarse a los actores sociales, a la miseria de otros, cuyos sentimientos devienen próximos.
“No lamentar, no reír, no detestar, sino comprender. De nada serviría que el sociólogo hiciese suyo el precepto spinoziano si no fuera también capaz de brindar los medios de respetarlo. Ahora bien, ¿cómo facilitar los medios de comprender, es decir, de tomar a la gente como es, sino ofreciendo los instrumentos necesarios para aprehenderla como necesaria, para necesitarla, al relacionarla metódicamente con las causas y las razones que tiene para ser lo que es? ¿Pero cómo explicar sin sujetar con alfileres? Cómo evitar, por ejemplo, dar a la transcripción de la entrevista, con su preámbulo analítico, el aspecto de un protocolo de caso clínico precedido por un diagnóstico clasificatorio?”, escribe Bourdieu.
Los ensayos y entrevistas permiten develar situaciones que vuelven verdaderamente miserable la vida de estos hombres y mujeres. Uno percibe que se trata de sujetos inmersos en estructuras sociales que comprimen sus vidas y las hacen dramáticas. Al tiempo, el Estado se aleja cada vez más. Son vidas que quizás podrían haberse vivido de otro modo, pero que sólo llegan a ser grises.

El mundo cercano

Bourdieu analiza cómo las nuevas transformaciones estructurales producen situaciones de sufrimiento social y de miserabilidad en amplísimas franjas de la población. No sólo en sectores marginales, sino en distintas categorías. A través de este libro uno puede acercarse a la miseria de una familia de inmigrantes argelinos en Francia, a los vecinos de una comuna operaria en los suburbios de París, a una mujer policía, un magistrado, un obrero comunista, una secretaria, un obrero especializado delegado de la CGT. Y la lista sigue con ejecutivos desocupados, estudiantes de los suburbios de París y una profesora de letras, entre muchos otros.
Con La miseria...
, el sociólogo francés plantea la responsabilidad pública del intelectual. Imposible quedarse callado ante la situación que se vive. Lucas Rubinich, sociólogo, profesor de Sociología de la Cultura y Sociología General en la carrera de Sociología en la UBA, señala que lo valioso en esta obra es que sin perder la especificidad académica, Bourdieu intentó un diálogo con la sociedad. Ve en ese diálogo una relación con la responsabilidad pública del académico: no puede quedarse con ese conocimiento al interior de su propio grupo, tiene que salir y comunicarlo porque está previendo una catástrofe para grupos sociales enteros.
Denis Baranger, autor del libro Epistemología y metodología en la obra de Pierre Bourdieu dice: “Recientemente Patrick Champagne, integrante del equipo de investigación, señalaba en una conferencia cómo, aún cuando la sociología ha tenido siempre alguna vocación política, hubo en este caso una intención consciente de que sus resultados fueran directamente apropiables por la sociedad. El libro es un ejemplo de sociología pública, como Michael Burawoy denominaría luego a un estilo de sociología consistente en conocimiento reflexivo dirigido a una audiencia extra académica, sin que esto signifique desmerecer su valor para los científicos sociales, claro está”.
“Su preocupación –explica Rubinich– era cómo intervenir más allá de lo académico, cómo se puede relatar el sufrimiento de las poblaciones producto de las transformaciones estructurales del neoliberalismo. Hay una decisión de encontrar estrategias que permitan dar cuenta del sufrimiento de la manera más cruda posible: darle voz a los agentes sociales”.
Emilio Tenti Fanfani, investigador principal del Conicet y profesor titular de Sociología de la Educación en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), sostiene que la importancia de este trabajo, desde el punto de vista sociológico, radica en que, contrariamente a lo que solía afirmarse de la obra de Bourdieu –que era estructuralista y privilegiaba las dimensiones objetivas del análisis social (las cuestiones macro)– esta vez se adentra en las percepciones, en las representaciones, en las vivencias de actores que son representantes típicos de categorías sociales que sufren la cuestión social en la Francia contemporánea.
Como en una conjura, el análisis sociológico de La miseria del mundo viene a demostrar que muchos de los padecimientos no son culpa de quienes los sufren. De este modo, como sostiene Tenti Fanfani, el análisis sociológico puede tener cierto efecto terapéutico sobre los grupos que padecen. El sociólogo trata de mostrar que estas personas no son culpables de su miseria. Los libera de la culpa. ¿A qué tipo de miseria nos referimos? “No se trata de pobreza absoluta, esto es ausencia de recursos para satisfacer necesidades básicas, sino de pobreza relativa: la relación entre expectativas, aspiraciones, tendencia a la realización personal, lo que algunos llaman las necesidades post materialistas”, explica Tenti Fanfani. Son necesidades que exceden la vivienda, el alimento y el abrigo: necesidades de realización personal, sueños, aspiraciones, que encuentran obstáculos.

Impacto de la obra

Para Rubinich, La miseria..., impactó en todo el campo de las ciencias sociales: “En Francia, el intelectual es un personaje público. Toda la sociedad francesa tiene todavía, aunque haya cambios, una mirada del intelectual como una persona autorizada moralmente para hablar más allá de su especificidad”. En Francia, la recepción del libro no estuvo limitada al ámbito académico: “Se convirtió en un best-séller: vendió rápidamente 100 mil ejemplares. Además, algunos fragmentos de la obra fueron objeto de adaptaciones teatrales en no menos de seis oportunidades. También fue tema de un debate televisivo de gran audiencia con la participación de Abbé Pierre (figura emblemática del humanismo católico francés) y del propio Bourdieu. La obra misma se constituyó en un fenómeno social y se puede decir que cumplió con los propósitos que se planteaba Bourdieu”, dice Baranger.
Por su parte, Ricardo Sidicaro, investigador del Conicet, especialista en teoría sociológica y problemas sociopolíticos de la Argentina, considera que el libro tuvo más impacto en la sociedad civil que en el mundo académico, en especial en los sectores cultos que habían quedado huérfanos del marxismo. Por su lado, Rubinich delimita el contexto en que se produjo esta participación en la esfera política: “Bourdieu, enfant terrible del pensamiento académico francés como Sartre, salió de los ámbitos intelectuales para dar batalla en las calles, pero el contexto social fue diferente. Se relacionaba con Günter Grass y Edward Said, con nadie más. Nadie se interesaba por su propuesta. La de Bourdieu fue una batalla solitaria, sostenida en que las estructuras del campo cultural francés todavía habilitaban al intelectual a tener una voz crítica, aunque no fuera respaldado por movimientos sociales ni por el propio campo cultural. En términos políticos, fue una batalla absolutamente solitaria”.
Sidicaro sostiene que es criticable el modo en que se recolectó la información para el libro: “Hay una implicación directa entre entrevistado y entrevistador: las técnicas metodológicas de lo que debe ser la distancia entre entrevistador y entrevistado están rotas. Bourdieu coloca por delante las palabras de los propios actores. En el abc de la sociología está el no creerle a los actores: así nace la sociología. Este tipo de giro está vinculado al interés de plantear un tema en la escena pública”.
Tenti Fanfani no coincide con Sidicaro: Bourdieu apunta a analizar cómo los actores viven y experimentan sus situaciones y, al mismo tiempo, dar una explicación que trascienda lo individual. Si bien toma en cuenta el discurso y los relatos de los actores, no los considera como única verdad. “Creo –dice Tenti Fanfani– que siempre la búsqueda de Bourdieu fue integrar dos momentos del análisis: el momento de la subjetividad y el de la objetividad. No caer en el determinismo objetivista que considera que las explicaciones que los hombres nos damos acerca de nuestra vida, experiencia, no tienen ningún sentido. Bourdieu intenta considerar y articular como objeto de análisis la subjetividad de las personas. Incorporarlas como objetos de análisis, no tomarlas como verdades: los subtítulos que intercala en los distintos discursos más el texto que antecede las entrevistas presentan las claves sociológicas”. Y agrega: “Los actores no tienen la verdad, si no la sociología no tendría sentido. Es importante explicarse por qué estos individuos tienden, por ejemplo, a imputarse a sí mismos sus éxitos o fracasos. Todos estos actores entrevistados viven situaciones de sufrimiento social, quizás ellos no tienen las razones de su padecimiento. El sociólogo toma en cuenta las expresiones de este padecimiento y al mismo tiempo ofrece una clave interpretativa que solo la sociología con el distanciamiento puede ofrecer”.
Baranger señala que Bourdieu y sus colaboradores procedieron violando a sabiendas todos los preceptos positivistas normalmente aceptados para la recolección de datos: “Es así como, inspirándose en la técnica utilizada por William Labov para estudiar el habla de los negros en Harlem, los entrevistadores fueron incitados a seleccionar los informantes entre sus amigos o conocidos con el propósito de reducir al mínimo la distancia social y la violencia simbólica. De este modo se podría lograr una comunicación no violenta, apta para cumplir con la intención mayéutica de la entrevista a la vez que para lograr una suerte de efecto terapéutico sobre los propios entrevistados. Sin duda hay mucho de discutible en la metodología utilizada, lo que no hace más que agregarle interés a la lectura de una obra provocadora en múltiples sentidos”.
Para Rubinich no es pertinente desatar una discusión metodológica: para él, la de Bourdieu es una intervención política que interpela al propio campo cultural, al resto de la sociedad, a los partidos y a los intelectuales: “A veces hay implicación, no hay mucha preocupación por esa supuesta distancia con el entrevistado, hay un intento de comunicar de la manera más abierta posible”, señala Rubinich.
Hay que destacar que La miseria del mundo es una obra que supuso reuniones, discusiones. No es muy habitual este tipo de trabajo conjunto creado por un colectivo sociológico: no se trata de una suma de artículos, sino de un trabajo con un objetivo y lenguaje sociológico compartido. “Es una obra de una escuela de pensamiento sociológico que para mí es de las más creativas, de las más complejas. Además, la obra fue un best-séller. Eso es un gran logro: la sociología como ciencia social no tendría ningún sentido si sus productos no trascendieran al círculo de los iniciados, para que tenga impacto social hay que ir un poco más allá”, subraya Tenti Fanfani.
A la pregunta que se desprende del libro ¿qué intentan desde las clases dominantes? Tenti Fanfani no duda: imponer visiones individualistas del self-made man : la falsa idea de la igualdad de oportunidades. Establece, además, una diferenciación entre pobreza y miseria relativa que es fundamental en las sociedades capitalistas. “Vivimos en una sociedad que genera más expectativas que posibilidad de realizarlas: esto sigue produciendo sufrimiento y padecimiento social”.

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